Hasta las lágrimas

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Por: Cris González

El otro día me enviaron un meme en el que se encontraba una mujer joven llorando con sus manos cubriéndose la cara y decía: “Déjame en paz capitalismo, ya no me queda nada”. Y el capitalismo, asomado detrás de la puerta representado por una cara de felino enorme, le respondía: “Tus lágrimas, dame tus lágrimas, haré refrescos con ellas”.

Claro, la idea era hacer reír con la personificación irónica, pero si analizamos el meme es una triste verdad representada ahora por un sistema político e ideológico como es el neoliberalismo, que nos exprime hasta las lágrimas.

En este sentido, desde hace unos meses ha ido in crescendo, término prestado de la música que significa “aumento gradual de la intensidad del sonido” pero que, para el caso, lo aplicaremos a las noticias sobre la crisis económica que estamos viviendo y que también ha ido y seguirá intensificándose en todo el mundo.

Es sabida la inflación en la Región, con la que hemos lidiado todos los países, con excepción de Bolivia que ha logrado, gracias a las medidas gubernamentales y por ser una economía productiva con recursos naturales, salvaguardarse de este terrible vendaval que azota a la mayoría de los países de América Latina y el Caribe. Pero dejaremos a nuestro continente para otra ocasión.

La información da cuenta que la inflación anual en 19 países de la Eurozona reemplazó su máximo histórico ahora en julio, donde llegó al 8.9%, según los datos preliminares de la oficina de estadística europea Eurostat. Las cifras recogidas indican que la tasa inflacionaria actual es la más alta desde febrero de 1982, cuando ese índice se situó en el 10.2%. En junio de 2022 los precios al consumidor subieron un 0.8%, después de un 0,7% de crecimiento detectado en mayo. Los analistas consultados por el portal DailyFx aseguraron que esperaban una inflación anual del 9.3% y una mensual del 0.7%, como publicó Sputnik.

Según los economistas existe una “inflación buena”, que se da en una economía que se está moviendo, creando empleos y produciendo, como es el caso ahora de Venezuela; y otra “inflación mala”, que es lo que está pasando en Europa, esta última con “su impacto suele ser mayor para los hogares que se encuentran en la parte baja de la distribución de la renta, considerando que destinan una mayor parte de sus salarios al pago de combustibles, luz y calefacción. Además, estos hogares también presentan una menor tasa de ahorro”, como se señala en eleconomista.es. Esto fue escrito en octubre de 2021, es decir, mucho antes de comenzada la guerra, cuando ya el panorama era malo.

Ahora se culpa de todo a Rusia, pero Europa está en una debacle que se vislumbró a partir, diría yo, de la pandemia por Covid-19, que dejó al descubierto el pésimo sistema de salud pública y la falta de recursos médicos.

Los pobres, los migrantes, población sobre todo árabe, africana, sufrirán las consecuencias de un sistema que desde que es hélice de los Estados Unidos nada tiene de bienestar para paliar las penurias que han de soportar la gente de a pie. Sumado a la participación solidaria –otra ironía– de Canadá y la no entrega de la turbina Nord Stream rusa, el mayor gasoducto hacia Europa para boicotear a la Federación, agravan aún más la situación para el próximo invierno. El dilema al que se enfrentarán 35 millones de europeos es comer o tener calefacción. ¿Quién responderá por los vulnerables en esas tierras?

(Publicado originalmente en Correo del Alba)

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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