Hacer la obra, por el bien de todos

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En cuerpo y alma se titula la exposición personal que este 19 de mayo estrenará el artista de la plástica cubano Mario Fabelo Estrada en el Memorial José Martí de la Capital. Homenaje al que se sumará toda Cuba para conmemorar el aniversario 127 de la caída en combate del Apóstol.

Y es que, en cuerpo y alma se lanzó Martí al galope aquella fatídica jornada, con la convicción profunda de que la lucha emancipadora contra la metrópoli española valdría la pena.

“Vamos a la carga, joven”, le escucharía decir Ángel de la Guardia, ayudante del General Bartolomé Masó, sin importarle la artillería hispana que —como un enjambre de avispas— lanzaría su ponzoña, superior en avituallamiento, contra ellos.

Avanzaría Martí con energía precipitada, hasta caer mortalmente herido “de cara al sol” —como signara en aquellos versos de fuego—, más allá de la línea enemiga a unos veinte metros de la margen derecha del río Contramaestre.

En aquel relieve —yacente con su saco oscuro, pantalón claro, borceguíes negros y revolver de cachas atado al cuello con una cuerda—, moría el paradigma, el preceptor de una guerra longa y desgastante, llevada a cabo con luz y esfuerzo no solo desde el suelo patrio, sino desde otras latitudes. Fenecían un cuerpo y una mente que siempre habían propugnado que “un pueblo no es independiente cuando ha sacudido las cadenas de sus amos; empieza a serlo cuando se ha arrancado de su ser los vicios de la vencida esclavitud, y para patria y vivir nuevo, alza e informa conceptos de vida radicalmente opuestos a la costumbre del servilismo pasado (…)”.

Aún hoy, después de tantos años, la muerte del Maestro sigue rodeada por interrogantes debido a las circunstancias en que ocurrió. Pero más allá de las hipótesis al respecto, fue el resultado del valor temerario martiano, como expresara Máximo Gómez posteriormente, y que se aprecia casi como un adagio en la carta inconclusa que le dedicara a su amigo Manuel Mercado: “Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber…”.

Y el deber era justamente ese, como dijera en julio de 1881, en la Revista Venezolana de Caracas: “Es fuerza andar a pasos firmes (…) camino de lo que viene, con la frente en alto. Es fuerza, en suma, ante la obra gigantesca, ahogar el personal hervor, y hacer la obra”.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

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