Guillermo Moncada: bravura y patriotismo fundidos en un general

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Una de las figuras más notables de las luchas independentistas en Cuba fue José Guillermo Moncada. Nacido en Santiago de Cuba, el 25 de junio de 1840,  de niño aprendió a leer y a escribir y luego, hecho ya un muchacho, conoció el oficio de carpintero con el cual se ganaba el sustento.

Por su estatura, casi gigantesca, sus amigos le llamaron “Guillermón”, sobrenombre que fue luego –tal afirmara Regino Boti- “nuncio de terror y augurio de pánico entre las fuerzas integristas que representaron en Cuba la colonia y la tiranía”.

Cuando Carlos Manuel de Céspedes inició la guerra el 10 de octubre de 1868, Moncada se sumó a las tropas emancipadoras bajo las órdenes de Donato Mármol. El cariz aumentativo no sólo acompañó a su nombre, sino a su accionar, pues Guillermón dio innumerables muestras de arrojo al asestar contundentes golpes al enemigo. Su principal escenario de combate fue la región oriental, aunque también formó parte del destacamento de Máximo Gómez para la invasión a Las Villas.

De Guillermón sorprendía su dominio en el arte de utilizar el machete como arma de combate, hecho que lo convirtió en uno de los más temidos adversarios para el ejército español.

La estrecha relación que mantuvo con Antonio Maceo suscitó en el patriota santiaguero una profunda admiración. Junto al Titán de Bronce, se contó entre los tantos  patriotas que  rechazaron el Pacto del Zanjón, convenio que establecía una paz sin independencia. Por eso, su voz acompañó a la del General Antonio en la Protesta de Baragúa, respuesta digna a aquél acuerdo y en cuyo contexto el jefe mambí exponía las razones para continuar la contienda bélica.

“Este Guillermón vale mucho, además de muy valiente, tiene dotes de mando y gran habilidad estratégica; por lo tanto, es un hombre que promete y si no lo matan, llegará muy alto”, de esa manera reseñaba sus cualidades el generalísimo Máximo Gómez.

Guillermón Moncada sufrió prisión en Puerto Rico y luego en España, donde permaneció distanciado de su familia, en pésimas condiciones y víctima de duros maltratos.

Obtuvo la libertad en 1886 y, de regreso a su Santiago natal, prosiguió la actividad conspirativa, la cual lo condujo otra vez a la cárcel. Los calabozos húmedos y fríos del cuartel español Reina Mercedes, el centro penitenciario a donde fue enviado esa vez, le afectaron seriamente los pulmones.

Al desarrollar los preparativos de la guerra de 1895, José Martí designa a Guillermo Moncada jefe del Departamento Oriental. De ahí que durante el alzamiento del 24 de febrero dirigiera las acciones en la zona de Alto Songo, en Santiago de Cuba.

Regresó a la contienda Guillermón, pero no era ya el Hércules de la primera conflagración. La tuberculosis contraída en las prisiones españolas debilitóo su salud, al punto de apagar su existencia el 5 de abril de 1895. En la misma ciudad que lo vio nacer partió de este mundo el legendario general, quien hoy es recordado por ser ejemplo de alma heroica, impetuosa y apegada a la causa de liberación nacional en Cuba.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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