Gran Final de la Serie Nacional: Alazanes a una patada

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Luego de disfrutar las dos victorias de Las Tunas en el inicio de la gran final de la Serie Nacional de Béisbol, pocos creyeron que en este instante los Leñadores de Pablo Civil estuvieran contra la pared, luego de tres reveses consecutivos ante los campeones nacionales de Granma, quienes demostraron su real valía y lo inexpugnable que constituye su feudo del “Mártires de Barbados”.

Y aunque se hace repetitiva la frase de que “respetamos al contrario”, soy del criterio de que los tuneros, ya con dos éxitos a su haber, pecaron de exceso de confianza y subestimaron a sus rivales de turno, en una fase nunca antes jugada por los ahijados de Civil.

Llegaron con entusiasmo a terreno contrario e incluso en el primer desafío marcaron dos carreras apenas comenzado el choque, ante un Alaín Sánchez que se ha convertido en la principal figura del profesor Carlos Martí.

Pero ahora las cosas fueron bien diferentes, y los Alazanes supieron sacar su casta cada vez que las circunstancias lo exigieron.

A Civil casi nada le resultó en cancha ajena. Dos abridores de lujo, como el pinareño Vladimir Baños y el tunero Yoelkis Cruz, resultaron vapuleados por la tanda granmense. Llama la atención el pobre aporte de Cruz, sin dudad alguna el as del staff de Las Tunas, autor de 14 sonrisas durante la campaña regular, pero con pésimas salidas en los Play Off y todavía sin victorias en postemporadas.

Para colmo de males, cuando el abridor respondió (el zurdo holguinero Luis Ángel Gómez volvió a disertar), entonces falló el mejor apagafuegos de la pelota cubana. A mi juicio, el desliz de José Ángel García y la derrota del segundo choque, cuando los visitantes ganaban 2-1 en el octavo, resultó decisiva en esta final.

Para nada le ha faltado bateo, pero sí oportunidad. Demasiados corredores dejados en las almohadas, y una defensa que se ha derrumbado por completo, cuyos muchos errores han costado todos anotaciones contrarias, son elementos de fuerza para entender los desaciertos.

Bien diferente ha sido el panorama para Carlos Martí, sobre el cual cayó un mar de críticas tras los dos tropiezos iniciales, pero soportó estoicamente y ahora se ríe de los peces de colores.

Su artillería, aún sin el aporte esperado de Alfredo Despaigne, comenzó a funcionar a las mil maravillas. El experimentado técnico puede vanagloriarse de contar con el mejor primer bate de nuestro béisbol, pues Roel Santos se ha convertido en pesadilla para sus rivales, y casi en la totalidad de sus turnos ofensivos ha ingresado en las bases.

Enorme el desempeño de Raúl González y Yordan Manduley, sobre todo en momentos cumbres, en quienes confió Martí para reforzar su alineación. Y válido el retorno de Lázaro Cedeño, incorporado al ataque como bien sabe hacerlo.

Alaín Sánchez, aunque sin el hermetismo de salidas anteriores, volvió a responderle y Lázaro Blanco se vio mucho mejor, al igual que Ulfrido García. Pero sin dudas ha sido Raidel Martínez la carta sacada de la chistera por parte del “Mago” Martí. El derecho pinareño se ha echado a cuestas el relevo de los Alazanes, al punto de salvar los tres juegos en el “Mártires de Barbados”. Cada vez que las castañas estuvieron al fuego, Martínez vino y resolvió el problema, algo que lógicamente le da tranquilidad a su mentor “transitorio”, pues no es precisamente mucho bullpen lo que tiene el plantel de Granma.

Ahora las acciones se trasladan hacia territorio tunero, y ya para muchos la suerte está echada y los Alazanes conservarán el trono. Pero el caprichoso béisbol no ha dejado, al menos en esta final, que ninguno de los visitantes logre imponerse en terreno contrario. ¿Podrá Granma definir mañana o habrá un séptimo partido? Dejemos que sea el estadio quien diga la última palabra.

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Carlos E. Chaviano Hernández

Periodista y Director de programas de televisión.

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