Galván eterno o un Guerrillero por siempre

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Nunca imaginé escribir estas líneas, nunca pensé sentir lo que siento, tanto dolor de raíz, cual familiar que se nos va, me inunda el alma y el corazón, pues tu silueta pequeña se nos hacia inmensa cada mañana, desde la puerta de tu templo de ideas, saberes y luz, nuestra eterna escuela Guerrillero Heroico.

Nombre o apelativo que bien pudiera ser traje a tu figura, después de salir al encuentro y mantener durante años un símbolo del magisterio, así a secas, en Cienfuegos, aunque si le situamos del magisterio revolucionario, se nos hace más grande, pues cada día allí, contigo, era una Revolución, al espíritu y al pensamiento.

Tu actuación nos llegó a miles a través de tu obra formativa, de tus gruesas gafas, y el arte de tu mirada firme iniciaba nuestra mañana bien temprano, con tu palabra precisa… para entonar las notas del himno de la escuela… uno, dos y tres…. Guerrillero Heroico es nuestra escuela… y terminar el día después de escuchar tus eternos pasos, cayendo la tarde, en Prado y Colón, donde regresabas victorioso a reparar fuerzas y multiplicar el ímpetu del mañana.

Eras impulsado en la virtud por Ida Suárez, Luz, Yoni, Luisa, las hermanas Amelia y Olga Mesa, y muchos más, cual destacamento de refuerzo, capaces sin saberlo, de acompañarte durante tantos años y a los que hoy te incorporas en esa eterna marcha de quienes acompañan a los hoy agradecidos.

Hace pocos años mi hija estudio y pasó por tu escuela, porque “Guerrillero Heroico” es tu escuela y así lo vemos todos, desde siempre. Eres y serás el alma de la escuela de Marsillán, como le dicen los antiguos, aquellos que vieron en ti lo mismo que vio Adriana cuando escribió:

Che, eterno ídolo, tu ejemplo nos guiará siempre, por el buen camino”.

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