¡Fuego en casa!

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El único hogar de los humanos es la Tierra. Hasta ahora no se encuentra otro planeta con condiciones para la existencia del hombre; sin embargo, quienes tenemos un cerebro superior aún no tomamos conciencia de que corremos un grave peligro como especie: perder nuestra casa.

El fenómeno del calentamiento global es hoy un tema recurrente, pero no todo lo divulgado y entronizado por la sociedad que debiera. La población mundial se incrementa en la misma medida en que se desarrollan nuevas tecnología que agreden al medio ambiente, expulsando a la atmósfera grandes cantidades de sustancias contaminantes.

Fenómenos naturales que no lo son tanto, como ciclones, tornados, tsunamis, sequía, inviernos sin nieve… son consecuencia de lo irresponsable que ha sido el hombre en su relación con el entorno y su cuidado. Pero son, contradictoriamente, los países desarrollados -dueños de las grandes trasnacionales- quienes más agreden al medio que viene a ser como el patio de la gran casa común de los humanos.

Y resulta realmente contradictorio que quienes se supone dominen más la ciencia y la técnica y posean mayor acceso al desarrollo, integren la lista de los agresores. La voluntad política de las naciones juega un papel preponderante en el camino de hacer conciencia sobre la problemática que hoy ya ofrece un panorama desolador: hambre por la escacez de alimentos y recursos naturales.

La administración Bush, por ejemplo, que tiene a su cargo dictar la política en el país más desarrollado y derrochador del mundo, está inmersa hoy en la absurda idea de convertir alimentos en combustible. Ese es un camino errado, porque lo que debería ser esencial es reducir los gastos de energía y no dejar sin comida a los hambrientos.

En cambio, países como Cuba y Venezuela, inmersos en una batalla energética, llevan a cabo un programa para el cambio de bombillos incandescentes por fluorescentes, medida encaminada a ahorrar energía y mitigar así las consecuencias del cambio climático. En esa misma cuerda se trabaja en la Isla en un proyecto denominado Voluntad Hidráulica, que persigue el fin de controlar y administrar los recursos hídricos, así como conservar las cuencas hidrográficas.

Científicos cubanos organizan con regularidad excursiones a los nacimientos de los ríos, para analizar in situ el estado de conservación del ecosistema y evitar la deforestación de estas áreas. Esta actividad persigue además, el fin de sensibilizar a los pobladores de estas áreas sobre lo vital de cuidar las fuentes de abasto de agua. En estas citas se elaboran medidas que más tarde devienen normativas del Ministerio cubano de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.

Mucho ha de hacerse en pos de lograr un objetivo común tan global como lo es ya el calentamiento de la Tierra. Pero esta es tarea de todos y de quienes tienen en sus manos el poder de revertir la situación. La solución no está, ni por mucho, en convertir alimentos en combustibles, sino en sembrar y producir comida y ahorrar los recursos que la naturaleza puso en este planeta para la supervivencia humana.

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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