Froilán, un cienfueguero en las gestas libertarias del Che

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En respuesta a la solicitud de apoyo efectuada a Cuba por el Consejo Supremo de la Revolución tras el asesinato del primer ministro Patricio Lumumba, Ernesto Che Guevara y un grupo de combatientes fueron al Congo para apoyar al movimiento revolucionario nacional, e instruir y coordinar a las tropas de la resistencia en un frente único de lucha.

En julio de 1965, a tres meses de haber llegado el Che allí, nuestro país envió a un contingente de cerca de 250 combatientes escogidos, bajo la dirección de Jorge Risquet. Ellos arribaron a Brazzaville con el objetivo de defender al gobierno nacionalista de Masemba Debat y para —desde allí— responder a cualquier ayuda necesitada por el Guerrillero Heroico, quien se hallaba en el extremo oriental del otro Congo.

En la práctica, además, realizaron otras tareas como preparar militarmente a luchadores de otras guerrillas, de forma especial a personal del Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA), a tres de cuyas columnas formaron en escaso tiempo, las cuales partieron de Brazzaville hacia la lucha en territorio angolano.

A sus entonces 18 años, Froilán Terry Pombert fue uno de los revolucionarios cubanos seleccionados para integrar la Columna No. 2 Patricio Lumumba, cuyo ingreso este hombre (miembro de la directiva de la Asociación de Combatientes del municipio de Palmira hasta su fallecimiento hace alrededor de tres meses, poco después de ser entrevistado por 5 de Septiembre) consideraba como el hecho más extraordinario de su vida.

“Siento un orgullo infinito por haber pertenecido a esa experiencia pionera de nuestro país en el internacionalismo. De la Lucha Contra Bandidos en el Escambray salí directamente para el corazón del continente negro, sin poder decirle a nadie de mi familia adónde iba, pues el viaje era secreto. Todos pensaban que estaba en un curso en la URSS”, recuerda.

“Además de garantizar que no se produjera un atentado contra el presidente Masemba, los cubanos intervinimos de forma directa en la formación de los luchadores angolanos y yo tuve la dicha de conocer entonces a Agostinho Neto, jefe de la guerrilla de ese país que se preparó con nosotros”, continuó Froilán.

“De igual manera, cumplimos de manera satisfactoria la tarea de constituir a cinco batallones gubernamentales para proteger el gobierno nacionalista impugnado por el régimen títere proimperialista de Mobutu desde Leopoldville; así como a otros de diversas naciones del África. En cada lucha digna de ese vasto territorio está implícita la impronta solidaria cubana”, afirmó, ufano.

“Cuando la columna del Che precisaba alguna ayuda colaborábamos con ellos, puesto que uno de los compromisos que teníamos era justamente ser reserva de aquella, aunque no se produjo contacto directo de manera habitual”, rememoró.

A lo largo del año y medio que permaneció allí, Froilán participó en diversas acciones combativas y formó parte tanto de la toma de un aeropuerto como de una emisora a través de la cual el enemigo efectuaba labores de propaganda.

La epopeya del Congo marcó la existencia de esta persona noble, sencilla, afable, padre de dos hijos varones y quien dedicó 38 años de sus siete décadas de vida al sector azucarero en el central Elpidio Gómez.

“Fuimos allí dispuestos a cualquier cosa y a entregarlo todo por cumplir nuestro deber solidario; nuestra misión era prevenir a cualquier precio que Brazzaville fuera tomada”, subrayó.

Invitado por la dirección del país a la presidencia del V Congreso del Partido, Terry sostuvo en la a la postre su última entrevista que tal honor fue un orgullo imborrable y dijo que siempre ha sido estimado tanto por los dirigentes como por el pueblo, ese a cuyo segmento más joven él confíaba el futuro y estaba seguro que sabría inspirarse en ejemplos de valor, solidaridad e internacionalismos como los del Congo u otros muchos.

Alegrías este hombre dijo tener muchas; dolores menos y quizá el mayor fuera el que sus padres murieron sin saber que su hijo era un héroe, pues creían que se encontraba en la Unión Soviética y no con el Che y Risquet en el Congo. Ha sido también la historia de sacrificio de otros hermanos de lucha. Es un precio a pagar, y en silencio ha tenido que ser, para seguir siendo como somos.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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