Francy Díaz Pérez: una voz que merece ser escuchada

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Hay seres humanos que se ganan nuestra admiración porque, sin ponderar el sacrificio que representa lograr sus sueños, continúan cada día regalando su arte y su sonrisa. Francy Díaz Pérez es un cantante con mucho carisma que aborda desde el canto lírico, hasta la música contemporánea, tradicional y la canción de autor. Mediante una determinación que considero loable, la Universidad de las Artes aceptó en su matrícula a principios de la década del 2000, a dos estudiantes invidentes en la carrera de Canto Lírico, entre ellos a Francy, de quien me gustaría hoy proponer un recorrido por su historia de vida.

“Llegué a la música desde muy chiquito, en la Escuela Abel Santamaría, en La Habana. Allí armamos un grupito donde yo cantaba, que se llamaba Explosión Juvenil. Éramos varios cieguitos a los que nos gustaba el arte y la música. Después, en séptimo y octavo grado, un maestro que ya no se encuentra físicamente entre nosotros, nos dio solfeo y mis conocimientos musicales aumentaron. El preuniversitario lo hice en mi pueblo natal, San José de Las Lajas; en Raquel Pérez (Valle Rojo). Dormía en la enfermería y las muchachitas y mis amigos siempre me buscaban para que cantara, ¡tenía un público! En las actividades de la escuela cantaba también y escuchaba a mis compañeros que gritaban y me apoyaban ¡qué clase de emoción!

Estando en el ‘pre’, las amistades del aula me avisaron de la convocatoria para optar por la carrera de Canto Lírico en el Instituto Superior de Arte. Me presenté, no perdía nada en hacerlo. Llegué con mi mamá y había como 300 personas. Era un pasillo gigante, muy largo, lleno de gente. Hice la prueba de canto y después de aprobarla, debía hacer la de actuación (está entre las asignaturas que cursan quienes estudian de la carrera de Canto Lírico). Recuerdo que la hizo el maestro Armando Suárez del Villar, tremendo profesor. Me pidió que interpretara la canción en tres estados diferentes, primero alegre y después burlándome de él. Empecé a cantar y me salió aquello increíble; si yo hago eso ahora, no me sale. Le gustó y me aprobó.

En el ISA los maestros me ayudaron mucho. Aprendí de todos, pero también ellos de mí, porque era un caso diferente, una persona ciega. Nada más que habíamos dos en la escuela, una muchacha de La Habana y yo. Fue un reto para los maestros enseñarnos a nosotros. El canto es mucho de sensaciones; los profesores les dicen a los alumnos que miren a un punto y se concentren, pero las personas ciegas no saben nada de eso. Ellos tienen que decirte, por ejemplo: ‘Tócame la cara, la boca y siente lo que yo hago’.

Fui alumno del barítono Waldo Díaz y aun después de graduado del ISA, he podido contar con su guía. Se daban muchas asignaturas, como solfeo, psicología, pedagogía e idiomas; estudiamos lo básico de francés, inglés, alemán e italiano. Fue una etapa muy bonita y, como podrás recordar, se formaban unas rumbas entre los estudiantes increíbles, se unían con sus instrumentos y yo iba también con mi guitarra”.

Eso te iba a comentar, que ya desde esa época tocabas la guitarra; yo me acuerdo.

“La tocaba de oído y aprendí mucho con los guitarristas de la escuela, que me aconsejaban en la manera de poner los acordes para que sonaran mejor. Después de graduado recibí clases de guitarra de algunos profesores, entre ellos Barima Gort, excelente maestra y guitarrista, que me enseñó hasta donde se pudo, porque la musicografía braille no es igual que la musicografía de ustedes”.

Sobre eso te quería preguntar, ¿puedes explicarme un poco al respecto?

“No hay mucha bibliografía de musicografía braille en solfeo para poder enseñarnos a nosotros. Se escribe mediante combinaciones de puntos. Por ejemplo: el do negra es el punto uno, cuatro, cinco, seis. La nota do blanca es uno, tres, cuatro, cinco; redonda es uno, tres, cuatro, cinco, seis; y corchea es uno, cuatro, cinco. Son varias combinaciones de puntos donde entran los silencios, los signos de octava, expresión, continuidad, las ligaduras;hay muchas cosas que uno tiene que conocer. Lo aprendí en unos cursos que se dieron de musicografía braille en Matanzas, con los profesores Carlos Ramírez y Joaquín Borges-Triana. Imagina, un pentagrama tiene cinco líneas y cuatro espacios para escribir y es un poco complicado cuando debes leer varias voces que están sonando al unísono; es difícil y para nosotros más aún, pero se logra con trabajo y empeño”.

¿Cómo hacías para estudiar Historia de la Música, Filosofía, Estética y las demás asignaturas que comprende Estudios Cubanos?

“Tenía que ir a la biblioteca y las ideas fundamentales transcribirlas al braille. Las pruebas me las hacían orales, yo las escribía en el sistema mío y después se las leía a los profesores, o les dictaba mis respuestas también. Así fue como hice mis evaluaciones en esa época. Fue un reto grande.

Sin embargo, esos años del ‘pre’ y de la universidad fueron muy buenos. En el ISA hice muchas amistades, esos amigos quedan para siempre. Recuerdo una anécdota de un día que uno de ellos cumplía aniversario de novios con su pareja. Él nos pidió a varios amigos que lo ayudáramos para darle una serenata en la ENA (Escuela Nacional de Música) a la muchacha. Nos pusimos a montar algunas canciones, entre ellas la versión de Regresa a mí, que canta Il Divo, arreglo en español de Unbreak My Heart, que popularizó Toni Braxton. Llegamos a la ENA y habían apagado todas las luces de los albergues; ya estaban durmiendo las estudiantes. Nosotros empezamos a cantar a capella, a varias voces, ¡tú sabes cómo se oía aquello! Las muchachas se alborotaron, fue tremendo, nos sentimos artistas famosos, armaron tremenda gritería, querían que siguiéramos cantando. Lo simpático de la anécdota fue que la novia de mi amigo, a la que supuestamente le estábamos dando la serenata, no estaba allí en ese momento.

“En 2004 mi amigo Orley Cruz se presentó en un festival que se llama Federico Sariol Céspedes, en Ciego de Ávila y fui con él. Orley defendió una canción escrita por él y yo defendí otra, también de su autoría. Con su canción gané el Premio de la Popularidad, que da el público, para mí el más grande y el más bonito. También obtuve Mención y me entregaron el Premio de la Ciudad y el de La Universidad de Santiago en un concurso de la ANCI, (Asociación Nacional del Ciego), que se hizo en Santiago de Cuba.

“Después hubo un tiempo que me perdí, me frustré y muchas veces pensé en tirar la toalla. Pero mi mamá, mi familia y mis amigos me apoyaron. Me dijeron que no podía dejar de cantar, que tenía que seguir, que era lo que a mí me gustaba. A veces les decía que hacía canciones y no veía que pasaba nada con eso. Ahí surgió la guaracha mía El ganchito, la escribí por una frase que me dijo mi mamá: ‘tranquilo mijo, que con el tiempo y un ganchito… las cosas se logran… esto es poquito a poco. No te puedes desesperar, ¿entiendes?’. Así me decía y ahí surgió la canción. Recuerdo que la escribí en un día. Es el único tema de mi disco que he podido compartir en las redes, tiene un video clip”.

¿Cuándo comenzaste a componer, Francy?

“Un día, en el cuarto de la residencia estudiantil en el ISA, me vino la musa de pronto e hice mi primera canción. Me acuerdo que tomé la máquina de escribir, me senté en la cama y empecé con la letra; tenía mi guitarra al lado y fui poniendo los acordes y salió la canción. Cuando la terminé se la mostré a un amigo músico, cantante también, y me dijo: ‘Hermano, ¿tú no te pones bravo si te pido que me la cantes otra vez?’  Y lo hice, y me dijo: ‘Compadre mira, no te molestes conmigo, pero, ¿me la podrías volver a cantar de nuevo?’. Y ahí me di cuenta de que no estaba tan mal y que le había gustado la canción. Esa primera se llama Quisiera; en estos momentos tengo cerca de 150.

“Es un proceso fascinante, llega la inspiración, la escribo y la dejo ahí, no la toco más. Pasan dos o tres días y la empiezo a leer y si tiene alguna frase que no me gustó, alguna palabra, se la cambio y voy redondeando la idea, lo que yo quiero decir. Antes utilizaba la máquina mía de escribir braille y cuando tenía que tachar o borrar, se estropeaba y debía escribirla en otra hoja. Ahora en la computadora es mejor, porque si quieres arreglar una palabra, la borras, pones la adecuada y la guardas. Incluso, si se me ocurre una idea, ya no tengo que escribirla, la grabo en el teléfono. Después, de esa idea, sale una canción y es otra de las ventajas de la tecnología; como lo es ahora internet, algo maravilloso que te conecta con el mundo. Una oportunidad muy buena para dar a conocer mi trabajo.

“A través de las redes sociales me he reencontrado con amigos del pre universitario y del ISA; me llaman e intercambiamos lo que estamos haciendo en el plano profesional. En internet está el vídeo del programa Proposiciones, que me dedicó el realizador Juan Carlos Travieso. Es un proyecto muy interesante que él hace aquí en el cine Lajero, donde entrevista artistas de Mayabeque. Hace unos años participé también en un documental suyo que se llama Motivaciones.

“También subí a Facebook la canción Quédate en casa, que escribí durante la pandemia de la Covid, año 2020. Me inspiré cuando escuché a una niña llorando emocionada con el aplauso de las 9:00 de la noche, en homenaje a los médicos y dando gracias. Se me salieron las lágrimas de emoción y de ahí nació este tema. No podía grabar en ningún estudio, estábamos confinados. Entonces aquí, en la sala de mi casa y con la ayuda de mi hermana, se hizo el video que tiene ya muchas reproducciones en Facebook. No me lo esperaba porque lo hice por una cuestión de humanidad, pero llegó el mensaje que es lo importante. Otro proyecto por la pandemia en el que participé fue la canción Venga la esperanza, de Silvio Rodríguez, junto al dúo Yeni con Kché, de Güines, artistas de aquí de Mayabeque y niños de La Colmenita.

“Después de eso me llamó el maestro Carlos Arboleda para que yo le grabara un bolero para las tertulias virtuales que él tiene en Colombia. Me dio una lista de temas, pero me sugirió uno que se llama Busco tu recuerdo, que hizo popular Daniel Santos. Yo le puse la voz y la guitarra; Orley Cruz y el hermano, los demás instrumentos. Esa experiencia no me la esperaba, era realmente algo nuevo. Está en mi canal de You Tube; me puedes encontrar como Francy Díaz”.

¿Sobre qué temas te gusta componer?

“Hay temas de amor, de desamor; he hecho guarachas jocosas, baladas y algunos boleritos también. Las guarachas se me dan muy bien, tengo muchas escritas, les pongo de esos dicharachos cubanos. A raíz de esas canciones surge el disco, Pa’ que me conozcan.Hicimos un trabajo de mesa donde mostré varios temas y se eligieron los mejores que tenía hasta ese momento. Es un disco que incluye bachata dominicana, reggae de Jamaica, baladas, guarachas, son cubano y hasta una discoteca. Yo quería que fuera de baladas, pero el productor me sugirió hacerlo variado para poder llegar a más público. Hablando de baladas, en una invité al músico René Mateo, que fue mi maestro de guitarra popular, y le quedó lindísimo el trabajo; es un maestrazo. Cuando teníamos nueve canciones ya grabadas, se me ocurrió la idea de hacer una última a piano y voz. Todas las demás tenían orquestación, varios instrumentos y esta pensé hacerla así porque es algo diferente, que rompe con todo lo que trae el disco. Quedó muy bonita, más intimista y me permitió recrear la voz en partes que pude darles otra cadencia, otro clima”.

Francy, tú tocas piano también, lo sé.

“Aprendí un poquito de piano aquí en San José de las Lajas con una maestra excelente, Coloma López. Pero en el ISA dan nivel elemental de piano también para la carrera de Canto Lírico y ahí tuve a la maestra Luisa Pulsán, que enfatizó en cómo debe ir la mano encima del piano, las escalas, a utilizar el pedal. Una amistad que estudiaba en la FAMCA (Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual) me pidió una obra instrumental para un documental que estaba haciendo. Al principio le dije que yo nunca había hecho algo con esas características; pero lo intenté. Me senté al piano una noche y escribí la pieza. La concebí para saxofón y piano. La grabaron dos de mis amigos de la escuela y se incluyó en su documental. Hay cosas que uno ni se imagina que puede hacer. Fue un reto que me puso la vida y lo asumí.

“He hecho muchas cosas, hasta ‘sopa’, cómo le dice la gente a cuando uno canta en los restaurantes. Hace unos años nos unimos varios amigos e hicimos un grupo pequeño de música tradicional para trabajar en la zona turística de La Habana Vieja. Fue nuevo para mí, nunca había hecho eso. Tienes que cantar varios días a la semana cuatro horas seguidas; es un reto para la voz. Son experiencias que uno toma y aprende para la vida. Te hacen superarte, crecer ante las dificultades”.

Y actualmente, ¿dónde se puede ir a escucharte?

“Tengo una peña en San José de Las Lajas que se llama “Amigos para Siempre”, junto a Laurita García, la muchacha que canta conmigo. Empezamos la peña en octubre del año 2016. Hacemos música clásica, mexicana, baladas, boleros y canto guarachitas humorísticas mías y de otros artistas. Es un espacio muy sugerente porque realmente las personas van a pasar un buen rato allí y el público está muy ávido de distraerse, de alimento espiritual. Lo estamos haciendo los primeros sábados de cada mes a las 9:00de la noche, en el cine Lajero. Tenemos nuestros invitados y se pasa bien, personas que declaman, incluso repentistas que llevan sus décimas, se sale de la rutina”.

¿Y proyectos, sueños, metas, retos, que tienes a partir de ahora?

“Seguir escribiendo canciones, que la musa me acompañe, que no me deje solo. Quiero más adelante tener la posibilidad de hacer otro disco con mis temas, para que mis canciones se conozcan. Me gustaría también armar un proyecto vocal, ese trabajo me fascina. Nosotros tuvimos en la escuela un grupo que se llamaba Discanto que sonaba muy bien, me gustan mucho esos formatos vocales. También deseo seguir ampliando mis conocimientos, es muy bueno todos los días aprender algo nuevo. Y seguir cantando, esto es para toda la vida, es un bichito que no te suelta. He aprendido que uno tiene que hacer lo que le guste, le llene y le satisfaga. A mí, cantar y hacer canciones me llena, me hace feliz, me satisface”.

Agradezco a Francy Díaz por haberme permitido mostrar parte de su quehacer artístico. Hemos vivido momentos muy difíciles y el músico regala vida, esperanzas. Tal vez un día podamos tener su obra en las principales plataformas de promoción nacional y, quien sabe, apreciar su talento en la provincia. Creo que buscar y apoyar a estos valores es una responsabilidad que será recompensada por el regalo de apreciar el buen arte desde sus esencias.

 

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Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

Un Comentario en “Francy Díaz Pérez: una voz que merece ser escuchada

  • el 24 enero, 2023 a las 3:16 pm
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    FORMIDABLE ENTREVISTA, FRANCY DIAZ, LO NOMBRO EL ANDREA BOCELLI LAJERO.
    ANTE TODO LO VI NACER Y TRABAJABA CON SU MAMA GILDA, DESDE MUY NIÑO, IBA CON SU MAMA A LA OFICINA Y LLEVABA LA GUITARRA Y DECARGABAMOS, ASI COMENZABA YA QUE LE IMARTIA CLASES DE PIANO LA FORMIDABLE MAESTRA LAJERA COLOMA LOPEZ, QUE FUE QUIEN PRIMERO LE DIO LAS NOTAS MUSICALES, LA INTELIGENCIA DE ELLA LA LLEVO A PREPARARLE CON CARTULINA, LA ENSEÑANZA DE LAS NOTAS CON CIRCULOS SOBRE LA CARTULINA, FUE ALGO INCREIBLE PERO ASI EL APRENDIO, TENGO QUE SEÑALAR QUE SUS PADRES JAMAS DEJARON DE APOYARLO Y GUIARLO.
    HOY YA ES UN GRAN ARTISTA, MUSICO, COMPOSITOR E INTERPRETE, DE SAN JOSE DE LAS LAJAS, DONDE HA SIDO HOMENAJEADO, FELICITACIONES.

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