FK en la piel de Yuliet Montes (+Fotos)

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 5 segundos

Luego del fatigoso espectáculo inaugural del V Festival Internacional del Monólogo de Cienfuegos y la inauguración de la muestra visual MM Terry. Instantáneas de un festival, concebida por la fotógrafa holguinera Sonia Teresa Almaguer Darna, los públicos recuperaron el aliento con la programación del unipersonal FK. Fantasía sobre Frida Kalho, producida por el colectivo pinareño Teatro de la Utopía.

La noche cambió de tono una vez que intervino la actriz Yuliet Montes, entre las más sensibles de la escena cubana, con el arduo cometido de recrear a una de las artistas visuales más litigadas del arte mexicano.

La puesta teatral, bajo la dirección de Reinaldo León, venía acreditada por la calurosa recepción en la Jornada “Todas, hilvanando redes en busca de un espacio”, en la Temporada de Teatro Latinoamericano y Caribeño Mayo Teatral y durante el Premio de Diseño Escénico Rubén Vigón, donde recibiera un lauro por la eficacia y belleza del vestuario (2022). De modo que, la presentación mantuvo en vilo a los entusiastas concurrentes al Teatro Tomás Terry y, finalmente, no decepcionó.

La Montes en la puesta FK, fantasía sobre Frida Kalho.

La pieza es un texto que se construye desde la absurdidad para aproximarse a la conciencia de los públicos, tal como expresara su autor, confiado que a través de una verdad auténtica o histórica se puede erigir una realidad teatral. Probablemente, León pensó con toda voluntad en una estructura plana, con escasos puntos de giro en la transición de la historia, seducido por la dimensión filosófica del relato, tramando lo que insiste en llamar la estética del dolor. De facto, FK es una introspección que parte de un personaje surreal que dice ser Frida Kalho, la muerte concebida como una suerte de Katrina (muy enraizada en la cultura azteca), que comparte los más intensos sentires y vivencias de la célebre pintora; empero, no agotándonos con meras referencias biográficas, sino proporcionando (en un nivel paradigmático) sus probables reflexiones sobre la vida pasada y la venidera.

El curtido dramaturgo e inspirador de Teatro de la Utopía ha manifestado que el texto tiene como base un minucioso proceso de investigación. Es obvio que este relato de intencionada atemporalidad se sustenta en valiosas fuentes, aunque estos rigores no contribuyesen a develar hechos ignorados; sin embargo, hay acentos de interés, como las conexiones que establece con la Cuba inmediata. La diatriba escénica pudo estar en riesgo a razón del hilado filosófico, pero la elección de su musa inspiradora y esposa en la vida despejó el camino de los exabruptos. Sin dudas, Yuliet Montes es el alma de esta producción y una indudable candidata para el Premio a la Mejor Actuación Femenina.

Claramente, el binomio León-Montes devela virtuosismo en la dinámica escénica del unipersonal, especialmente por la cadena de acciones y la caracterización de la diva-Frida. Durante toda la puesta Yuliet se desplaza de un lado a otro del espacio narrativo y en ningún momento pierde los bríos y rigores, la densidad psicológica de este dual y liado personaje, esbozada mejor por la interpretación erudita que por la referencia vivencial. Ello no infiere que se omitan detalles o puntualidades de tipo biográficos, como la adicción de la pintora por la marihuana, que en el unipersonal pasa sin ser remarcado. Hay muchas referencialidades a mano, pero se desjerarquizan a favor del cuerpo psico-filosófico.

No quepa dudas, los atractivos y las polémicas actitudes redentoras de la Frida-histórica y Frida-personaje son un festín para cualquiera actriz y eso lo sabe Yuliet, que ha insistido incluso en la fonética y los acentos mejicanos. Recientemente unos investigadores de la Fonoteca Nacional de México descubrieron dentro del archivo del locutor Manuel de la Vega un programa radial en el que la artista lee presuntamente unas líneas sobre el pintor Diego Rivera. La voz de pecho de Yuliet no se correspondería con la voz de cabeza de la pintora, siquiera es una regularidad que se expresara con ese acento rural, que recuerda a los campesinos recreados en el cine mexicano de las décadas de 1940 y 1950, pero la actriz lo asume con tanto vigor que lo que podría ser una lacra en la caracterización lo aceptamos como un gesto simbólico que tipifica a la cultura azteca profunda, especialmente de ascendencia indígena. De hecho, Frida nace en Coyoacán, una de las 16 demarcaciones territoriales de Ciudad México. A juzgar por esta grabación, poseía una hermosa voz, dicción controlada, timbre casi aterciopelado. Y es que, como hemos antedicho, más que una biografía en escena, estamos ante un dispensario sobre el polémico y emancipado pensamiento de la pintora, o mejor, el viable y debatible especular de la artista en una dimensión fictiva, depurada y precisada por los expertos. Dicho de otro modo, es la visión de los investigadores desde la voz narrativa del personaje. Por ello, el intitulado del monólogo es atinado y legítimo, pues el texto se emplaza como una entelequia y no un documento.

La actriz no solo sostiene los ardores durante todo el relato escénico, sino que en el camino hace que los parlamentos (muchas veces espesos) fluyan gracias a la interpretación y caracterización externa e interna, al cuerpo de una gestualidad bien pensada para unificar la muerte con la artista. Hasta su propia dentadura le favorece en la somática de la Katrina. Ella incorpora de modo verosímil los padeceres físicos de Frida y aprovecha al máximo los accesorios y el diseño de maquillaje.

A propósito, el maquillaje, la peluquería y el vestuario son laudables, toda vez que representan la cromática e identidad de la cultura mexicana. A diferencia de los componentes escenográficos, que exigen ser más creativos, sincréticos y pulidos, especialmente los que figuran en el caballete y complementos al modo de las calaveras. Asimismo, debe repensarse el exceso de objetos en escena. Por caso, no armonizan las pinturas con los retratos de las figuras políticas aludidas (tomadas de algún manual), tampoco resulta atractiva escénicamente la grafía del tablón que soporta las imágenes, salvo el cuerpo de flores que lo ajustan. Visualmente se extraña la precisión de un diseñador teatral. Insistimos, debe sanearse toda la tramoya y los dispositivos objetuales, que favorecen el desplazamiento y la cadena de acciones físicas de la actriz (sobre todo porque le permite extraer de las cajas los diferentes y privativos accesorios del personaje, recomponer la puesta visual), pero enturbian la visualidad plástica del conjunto, la identidad de lo azteca.

Igual, en los momentos iniciales del audiovisual, cuando ser comparten los créditos de la obra, debe solucionarse la reiteración de las imágenes seleccionadas, que son de gran impacto (se trata de las pertenencias de la artista, que fueran dispuestas en un baño por Diego Rivera luego de su muerte. No es fortuito que la historia se situase en ese espacio), pues agotan por su redundancia. Es una visión particular, pero conjeturo que hay problemas de equilibrio composicional en el escenario.

FK consiguió la empatía de los públicos, elocuentemente sobrexcitados por el desempeño de la Montes y elevó la apertura de un festival que merece mayores voluntades y afectos.

Yuliet Montes una fuerte candidata para el Premio a la Mejor Actuación Femenina.

Visitas: 18

Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Un Comentario en “FK en la piel de Yuliet Montes (+Fotos)

  • el 15 febrero, 2023 a las 6:17 am
    Permalink

    Gracias. Muchas gracias.

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *