Fidel y la campana del ingenio La Demajagua

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El traslado de la campana de La Demajagua constituyó una acción de implicaciones políticas e históricas. El mismo símbolo histórico que, aquel 10 de octubre de 1868, llamó a la lucha a los esclavos del patriota Carlos Manuel de Céspedes.

El 3 de noviembre de 1947 Fidel Castro Ruz la trasladó desde Manzanillo a La Habana. ¿Qué lo motivó? Son los hechos que trataremos hoy.

Ante el evidente desprestigio público del gobierno de Ramón Grau San Martín (1944-1948) caracterizado por la corrupción, la especulación, los grupos gansteriles, su Partido Auténtico decidió hacer algo para tratar de restaurar el crédito popular.

Como se acercaba la fecha del 10 de octubre aquellos politiqueros pensaron que si organizaban un acto “patriótico” en grande, causaría buena impresión en las masas y quisieron traer de Oriente la campana de La Demajagua, que llamó a la libertad en 1868, para que presidiera los actos de conmemoración en la Capital.

Pero no contaron con el patriotismo real de los Veteranos de la Guerra de Independencia que veneraban aquella reliquia histórica en Manzanillo donde la custodiaban. Así que cuando el ministro de Gobernación de Grau, Cossío del Pino, fue a Manzanillo para llevarla a La Habana, contando con la complicidad del Alcalde de esa ciudad, comprometido con el gobierno Auténtico, chocó con la resistencia de los Veteranos que comprendieron que la llevaban para un acto politiquero más. Estos movilizaron a las masas de Manzanillo que recibieron al ministro de Grau con hostilidad, y entre todos con grandes actos de repudio en las calles impidieron ese traslado.

Sobresalieron los carteles pintados por el pueblo que acusaban: ¡Ladrones, nos han robado todo y ahora pretenden llevarse nuestra campana! ¡No lo permitiremos! Y no lo permitieron. El ministro de Grau regresó a La Habana con las manos vacías. De esta manera el pueblo oriental impidió el ultraje. Aquel 10 de octubre de 1947 se celebró sin la campana de La Demajagua, ese símbolo histórico.

Varios días después, en una reunión de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) donde preparaban un acto de protesta contra la corrupción imperante en la Isla, un joven dirigente allí propuso retomar la acción de los politiqueros de turno y traer ellos, los estudiantes universitarios, esa campana histórica, ser los estudiantes quienes portaran esa campana para llamar al orden institucional y la decencia en el país contra la corrupción gubernamental. La cuestión era: ¿y nos la prestarán a nosotros? ¿Quién convencerá a los Veteranos patriotas?

El joven que presentó la idea, se propuso a sí mismo para ir y lograr lo que parecía imposible. Y aquel joven fue aprobado por la masa estudiantil. Era Fidel Castro Ruz.

Fidel llegó a Manzanillo y se reunió con los Veteranos, con los concejales del Ayuntamiento local y con los líderes populares y presentó la idea de la dirección de la FEU de revertir la acción de los politiqueros y ser los jóvenes quienes utilizaran el símbolo libertario para llamar al orden nacional y denostar a los corruptos. ¡Y Fidel los convenció! ¡Le permitieron trasladar el símbolo patrio, la reliquia histórica a La Habana, para ser utilizada por la FEU. Dijeron: ¡A la FEU, por su prestigio sí se la damos, a los politiqueros no! Y Fidel condujo en el tren de viajeros, la campana de La Demajagua hacia La Habana.

Por iniciativa suya, los estudiantes pusieron una custodia, día y noche, al emblema libertario, pero la guardia se descuidó y esbirros de Grau asaltaron una noche el lugar dentro de la Universidad donde estaba, y fue robada la campana.

Fidel compareció ante la prensa y denunció a los autores del plagio: Rolando Masferrer, Mario Salabarría, Alemán y otros pandilleros gubernamentales. Denunció además que la campana estaba oculta dentro del Palacio Presidencial y convocó a la prensa a ir a comprobarlo. Ya algunos empresarios estaban cavilando que ese símbolo era “buena propaganda para el negocio del turismo en Cuba”.

La denuncia pública tan rápida y efectiva, la enorme movilización del pueblo de Manzanillo, y en La Habana de alumnos universitarios y secundarios, realizada en todo el país, incluyendo a Cienfuegos, asustó al gobierno de Grau que restituyeron la reliquia histórica.

Hoy la campana de La Demajagua se encuentra en su hermoso Parque Nacional, venerada por el pueblo cubano, y aquella acción se recuerda por la participación de aquel joven tan destacado que, andando el tiempo, devino nuestro Comandante en Jefe.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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