Fidel está en La barrera

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La barrera no es uno de los barrios pintorescos de Cienfuegos, sino todo lo contrario. Es de esos lugares donde priman las familias disfuncionales, donde a su gente le precede —para ser honestos— la mala reputación. Pero es también un barrio de gente buena, de gente revolucionaria y así lo mostraron estos días de luto por la muerte de Fidel.

Hasta la Escuela de Cuadros de Comercio y Gastronomía fueron a darle el último adiós varios de sus vecinos, los mismos que en la noche se reunieron en la casa de Marcial González Hamaty para sentarse juntos a recordar al Comandante.

“Saqué la computadora para el portal, unas sillas, y allí mismo nos reunimos a ver dos documentales”, indica.

Estuvieron varios niños, la presidenta de nuestro CDR número 6 Mariana Grajales, padres y todo el que se quiso sumar.

A esa hora recordamos cómo en la mañana fuimos a manifestar nuestro compromiso con el concepto de Revolución, junto a algunos niños con necesidades educativas especiales que están enfermos en sus casas.

Incluso Nayla Álvarez Juanes, una pequeña de preescolar que aún no sabe leer ni escribir, quiso que le ayudara también a dejar su nombre allí.

Me cuenta que un hombre que no es religioso, ni ha estudiado le gritó en el medio de la calle: “el Comandante en Jefe era lo más parecido a Dios en la tierra, porque cumplió los diez mandamientos”.

Marcial tiene 26 años y es estudiante de tercer año del técnico medio en enfermería. Justamente el sábado después de conocer la muerte de Fidel casi no pudo concentrarse en un examen de la carrera.

“A las tres de la mañana me pasó un mensaje al celular un profesor de misión en Angola. No pude continuar durmiendo. Quise aprovechar el desvelo para repasar la materia que me iban a evaluar, pero era imposible concentrarme. No voy a mentirte, hasta tuve que tomar medicamentos para calmarme”.

Podría parecer exagerado, pero es cierto. Conozco a Marcial y sé de su profunda admiración por Fidel, de la sinceridad de sus palabras y sus sentimientos.

Hoy, según me dice, no estará junto a sus compañeros de aula cuando pase la caravana con las cenizas del Comandante.

“Prometí a mis vecinos que los acompañaría en este momento triste. Vamos a despedirlo, pero no a decirle adiós porque los gigantes no tienen tumba ni mausoleo; tienen el don de multiplicarse”, concluye.

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Glenda Boza Ibarra

Periodista. Graduada en 2011 en la Universidad de Camagüey.

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