Fidel con los oídos del alma

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“Me contaban que era alto y fuerte y que vestía de verde olivo. Dicen que cuando joven tenía el pelo negro y que luego se le volvió canoso, que daba pasos largos al caminar. Supe que su marcha se hizo más lenta, y que ya muy anciano aún recibía junto a su familia a grandes personalidades en su casa”.

Cuando a los 4 años le faltaron “los espejos del alma”, a causa de un glaucoma congénito, no le quedó ningún recuerdo de Fidel. Empezó a dibujarlo en su mente al entrar a la Escuela Especial Abel Santamaría, cuando la abuela y la tía maternas que lo acogieron en de La Habana, le describían los actos: la Plaza de la Revolución colmada de gente, el líder inmenso, las banderas cubanas. Aunque a Alexis Sarría Gazcón le decía más su voz.

“Yo sentía su energía, su carácter, percibía cuando estaba molesto, cuándo preocupado; a veces se escuchaba ronco y uno sabía que había trabajado mucho. Había también ternura en su voz, sobre todo cuando se encontraba con niños o ancianos; y era un ser apasionado cuando dialogaba con deportistas”.

Recuerda el timbre viril cuando Cuba entera se opuso al plan Bush, y la indignación de sus discursos al decidir que rescataríamos a un niño para su familia y su país, y el dolor en su voz cuando decía Elián; también sus pausas, sus silencios le decían.

En la Sala Especial para ciegos de la Biblioteca Provincial Roberto García Valdés, de Cienfuegos donde es especialista, ha citado más de una vez a sus alumnos La Historia me absolverá, la única obra en braille del Comandante: “Tenemos la versión del libro hablado Un grano de maíz, de Tomas Borges, pero quisiera escuchar las 100 horas que Ignacio Ramonet habló con Fidel, o Guerrillero del Tiempo, todo lo que Katiuska Blanco ha escrito sobre una vida excepcional. Quisiera poder enseñar con ellos a los adolescentes videntes, a los técnicos de la consulta de baja visión del Hospital Provincial, a quienes imparte braille y técnicas de orientación y movilidad”.

Graduado de la carrera de Estudios Socioculturales, donde aprendió de la vida del Obispo Espada y de la martiana, —cuya grandeza compara con la de Fidel—, cursa una maestría en Educación. “Nada de lo cual hubiera sido posible si Fidel no hace pública en 1961 la escuela para ciegos, si un año después no hubiese fundado la educación especial en el país. Negro y ciego, dos condiciones que en otra circunstancia, sin Fidel, no me hubiesen permitido llegar tan lejos.

“Y voy a extrañar la energía de esa voz, aunque sé que de Fidel oiré hablar como del Che, de Chávez, de Camilo, pero esa voz que fue cambiando con el tiempo y se hizo más profunda, más cálida, me va a faltar”.

Porque Alexis nunca vio una imagen de Fidel, pero la construyó con los oídos del alma.

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