Fermento de la historia del Minint en Cienfuegos

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“Hay un límite al llanto sobre las sepulturas de los muertos, y es el amor infinito a la patria y la gloria que se jura sobre sus cuerpos, y que no teme ni se abate, ni se debilita jamás; porque los cuerpos de los mártires son el altar más hermoso de la honra”, sentenció el Héroe Nacional de Cuba, José Martí Pérez.

Justo, de esa levadura de la historia se nutre la presente generación de combatientes del Ministerio del Interior, la que a 60 años de creado este brazo armado de la Revolución, hoy inclina su frente para reverenciar a aquellos que no vacilaron en ofrendar sus vidas en el cumplimiento del deber patrio.

Paladines del silencio

En el acto conmemorativo por el X aniversario de creado el Minint, en su discurso de clausura el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, expresó: “Son conocidas ya las anécdotas y las historias de héroes extraordinarios, muchos de los cuales dieron sus vidas. Incluso combatientes que durante años permanecieron en el anonimato; héroes anónimos cuya verdadera identidad no podía ser divulgada, y que arrastraron ese papel, doblemente heroico, de dar su vida por la Revolución, pero a la vez dar su vida por la Revolución sin que el pueblo siquiera supiera que quien moría allí no era un mercenario sino un revolucionario”.

Los cienfuegueros se precian te tener entre sus coterráneos a hombres de esa estirpe. Uno de ellos fue el guajirito de Congojas, Orestes Iluminado Jiménez Fundora, quien poco antes de que la soga asesina apretara su cuello por órdenes del cabecilla contrarrevolucionario Carlos Ramón González Garnica, les gritó a sus victimarios, ¡Sepan que van a matar a un hombre!.

Orestes no pudo conocer a la hija que venía en camino. Tal vez el último pensamiento fue para aquella criatura sin rostro todavía para él, pero ilusión del matrimonio al fin. Puede que en ese momento del salto a la inmortalidad tuvo tiempo de pensar en sus padres y el resto de aquella humilde familia que tuvo que paliar la miseria para poder subsistir.

Fue ese propio escenario de pobreza y desigualdades el caldo de cultivo para que el joven rodenses se involucrara desde edades muy tempranas en las actividades contra el régimen dictatorial de Fulgencio Batista, primero en la clandestinidad como miembro del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) y más tarde incorporado al Ejército Rebelde.

Julián Raymundo Sánchez Gómez.

El triunfo lo envuelve en múltiples tareas. Tras el licenciamiento forma parte de las patrullas juveniles de la Asociación de Jóvenes Rebelde y está entre los milicianos que enfrentan la Lucha Contra Bandidos (LCB) en las lomas del Escambray.

Poco después de aquel episodio, los órganos de la Seguridad del Estado (SE) le confían la misión de penetrar a un grupo de conspiradores en su propia zona de residencia. En el último encuentro con el oficial del G-2, ambos ultiman los detalles del modo de actuar para neutralizar el inminente alzamiento, el que, en definitiva, habían adelanto en una hora. Ante la imposibilidad de comunicarse con los superiores, el agente secreto decide marchar junto a la banda para luego poder actuar.

Cuatro días después de la partida, supuestas informaciones acusan a Orestes de trabajar para la Seguridad y sin más juicio que su instinto criminal, González Garnica decide el linchamiento, ejecutado por él mismo y dos secuaces más en un rincón de la finca Santa Beatriz, no lejos del poblado de Cartagena.

No menos trágico fue el desenlace de la vida de Simón Rodríguez Rodríguez. Una traicionera emboscada tendida por la banda contrarrevolucionaria de Filiberto Coto Gómez, El pipero, lo sorprende en la zona del Zapote, jurisdicción de Melena del Sur. Allí lo obligan a desmontarse del caballo y de forma violenta lo arrastran hacia una guardarraya de caña cercana y sin más lo ultiman a balazos.

Desde principios del año 1961 Simón había sido reclutado por la SE con el objetivo de tener controlados a elementos desafectos a la Revolución y potencial colaboradores de la actividad subversiva y terrorista en el lugar. Muchas cualidades reunía el joven, nacido años atrás en el municipio cienfueguero de Aguada de Pasajeros.

Un rico historial avalaba aquella selección para integrar las fuerzas del silencio. La azarosa vida de pobre lo había empujado a incursionar en disímiles trabajos por varias provincias del país: ya de cortador de caña, ya vendedor ambulante; eran todas ocupaciones precarias, sin ningún tipo de seguridad monetaria, pro no quedaba másremedio que “aferrarse” a lo que apareciera con tal de buscar los cuatro quilos para el sustento familiar.

Sin embargo, las estrecheces económicas y el poco tiempo de que disponía para otros quehaceres no se interpusieron para disfrutar a plenitud su gran sensibilidad humana y poderse dedicar, entre otras aficiones,a la música campesina, de la cual, según algunos testimonios, era bien ducho en la improvisación de décimas y cultivador del punto guajiro.

Guateques y jolgorios hicieron que la vida social de Simón se vincularaa militantesdel Partido Socialista Popular, quienes influyeronn él a la hora de forjar conciencia y adoptar una posición rebelde antela situación política imperante. Luego, muy pronto no solo es un oponente del régimen en sus ideas, también lo hace en acciones prácticas.

Al triunfo revolucionario, el cienfueguero se incorpora de inmediato al proceso y acomete con entusiasmo cualquier tarea planteada. Se integra a las MNR desde su fundación y participa en numerosas misiones y entrenamientos, incluso pasa la escuela de preparación militar en Barbosa.

Aunque nacido en las propias tierras, Ramón López Suárez no conoció a Simón, y aunque estuvieronen el mismo bando de los combatientes sin rostro, lo hicieron en punto distantes del territorio nacional.

La vivaz inteligencia y laintuición innata para desarrollar actividades de contrainteligencia, hicieron muy pronto de Ramón el agente perspicaz para los órganos de la Seguridad del Estado. Gracias a esas condiciones pudo penetrar a diferentes organizaciones contrarrevolucionarias que operaban en la zona de Aguada de Pasajeros.

Puede que la propia responsabilidad de jefe de acción y sabotaje del M-26-7 contribuyera a desarrollar en él esa astucia, aun cuando apenas pudo alcanzar el cuarto grado en un escuelita de barrio, que paradójicamente en plena dictadura llevara el nombre de Cuba Libre.

Mas, el arrojo puso muchas veces en peligro su vida. Las actividades revolucionarias lo convirtieron en blanco de la persecución constante de los esbirros batistianos. La insostenible situación hizo que, junto a otros siete compañeros de lucha, “quemados” al igual que él, se alzara en la sierra del Escambray, para incorporarse posteriormente a las fuerzas de la columna 8 bajo las órdenes del comandante Ernesto Che Guevara.

Luego del triunfo revolucionario permaneció en el ER, hasta que por orden del propio jefe guerrillero argentino fue enviado a la capitanía de su pueblo natal. Bajo esa fachadacomenzó su labor de agente secreto y gracias a su carisma se granjeó la confianza de los principales cabecillas contrarrevolucionarios, no solo de la comarcaagudense, si no otros territorios de la antigua provincia de Las Villas y de Matanzas.

Cada vez más los archivos del G-2 fueron nutriéndose de la valiosa información de Ramón, habidas cuenta del conocimiento sobre la participación conspirativas de quienes apoyaban directa o indirectamente las acciones contra el Estado cubano. Más de 200 ciudadanos implicados fueron detenidos o neutralizados antes de cometer delitos de bandidismo.

Ese mismo enfrentamiento lo hizo abiertamente ya como oficial de la SE, pues pudo con su red de agentes abortar numerosos sabotajes a objetivos económicos, quemas y saqueos de tiendas del pueblo, incendios a cañaverales y hasta planes de asesinatos asimpatizantes del proceso revolucionario.

Tales méritos y muchos más en su trayectoria hicieron que figurara en la lista de los fundadores del Partido dentro de las filas del Minint. Empero, el más alto estímulo, según reconoció en vida, fue recibir de manos del General de Ejército Raúl Castro Ruz la Orden Diez Años al Servicio en el Ministerio del Interior, en acto presidido por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Pero el destino le juagaría una mala pasada a quien a fuerza de tesón y voluntad fue superándose en escuelas y cursos hasta alcanzar los grados de oficial de las Tropas de Guardafronteras. En más de una ocasión había tenido la muerte a pocos centímetros, pero aquel funesto día de 1976, en tierras angolanas, un trágico accidente automovilístico le arrebataba la vida al ejemplar miembro del Minint.

A pecho descubierto contra el terrorismo

Una fatal coincidencia hizo queen la tarde del 19 de diciembre de 1963, aproximadamente a las 16:00 horas, según la hora militar, los combatientes del Minint Pedro Pablo Sarría Borrell y el cabo José Rolando García Pérez cayeran mortalmente heridos, víctimas de las balas asesinas suministradas por lo enemigos de la Revolución.

Informaciones fidedignas de los órganos de la Seguridad del Estado daban cuenta de que un grupo de alzados bajo las órdenes del connotado cabecilla Luis Molina, El boticario, se movía por las inmediaciones del municipio de Palmira. De inmediato  fuerzas del LCB se dirigieron hacia el lugar y se entabló el combate.

Para Sarría Borrell no era la primera vez, ni mucho menos, que se exponía al fuego enemigo. Como miembro de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), en la sección de tránsito desde 1961, primero, e integrante del batallón 2615 del Minint después, había enfrentado el bandidismo en las lomas del Escambray, en Las Villas, y en las llanuras yumurinas.

Sarría no tenía la más mínima duda de su disposición en arriesgar constantemente la vidapor preservar aquel nuevo estado de obreros y campesinos. Y aunque no lo hizo, en caso de vacilar, solo debía pasar revista a su existencia humilde y llena de calamidades desde que abrió los ojos al mundo.

Nacido en la ciudad de Cienfuegos, con solo once años de edad Pedro Pablo tiene la necesidad de someterse a los rigores del campo a fin de ayudar a la familia. En busca de mejor suerte se traslada para la capital del país a desempeñar cualquier labor manual, pero también allí lasmismas vicisitudes eran el azote de los pobres.

De vuelta a la Perla del Sur, lo sorprende el triunfo de la Revolución, el primero de enero de 1959. De inmediato abrazó la causa. Se incorpora a las MNR y a los Comités de Defensa de la Revolución desde su propia creación. Participa en entrenamientos, marchas y está presente en los acuartelamientos realizados cada vez que la acción imperialista tensó nuestras fuerzas, hasta que, definitivamente, ingresa en la PNR.

También de ascendencia muy humilde, José Rolando había padecido desde muy pequeños los avatares de la miseria. Así fueron los primeros años de la infancia en el barrio de Guayabal, en Santa Isabel de las Lajas. Solo dos años tenía Rolo, como lo llamaron desde pequeño, cuando sus padres fueron a vivir a la ciudad de Santa Clara.

Aquí comenzó los estudios primarios, pero los reclamos por la precariedad económicade los suyos lo obligó a unirse al padre en la venta de dulces caseros entre los trabajadores del central San Agustín, aunque siempre buscó tiempo para desahogar sus aficiones por el cine, la lectura, sobre todo de la obra martiana y la pasión por la pelota.

Sin embargo, muy pronto inquietudes políticas a consecuencia de la situación del país le inclinaron su vocación por la justicia social, en tanto se agudizaba el enfrentamiento a la sangrienta dictadura de Batista. Junto a su hermano desarrolla un papel muy activo en el M-26-7, hasta que llega el momento insostenible de permanecer en la clandestinidad y tiene que unirse a las tropas rebeldes de la columna número 8, liderada por el comandante Ernesto Che Guevara.

Con las fuerzas del Guerrillero Heroico participa en la toma de Placetas, El Pedrero, Güinía de Miranda, Zulueta, Caibarién, Remedios, así como en la batalla de Santa Clara. En más de una oportunidad en esos enfrentamientos se vio cara a cara con la muerte.

En ese propio contexto, Rolo es designado para reforzar la columna número 2 Antonio Maceo al mando del legendario guerrillero Camilo Cienfuegos, cuya misión encomendada por Fidelconsistía en ocupar el campamento militar de Columbia, en la capital del país.

Permaneció en las Fuerzas Armadas Revolucionarias hasta su ingresó en la PNR, exactamente el 17 de noviembre de 1961. Le confieren el grado de cabo y es ubicado en una unidad de patrulla de La Habana, donde comienza a trabajar en el servicio de radio motorizada. Posteriormente se le designa para las unidades de la PNR de San Antonio de las Vegas, San Nicolás de Bari y Güines.

La lucha contra el bandidismo reclama la pericia y experiencia de Rolando.A mediados de 1963 por orden del mando se le ve operando junto a otros combatientes del Minint en zonas de Matanzas, Las Villas y Camagüey. Por entonces tiene una participación muy activa en la capturay aniquilación de grupos armadoscontrarrevolucionarios en demarcaciones como San José de los Ramos, Colón, Pedro Betancourt, Escambray, Topes de Collantes, Rodas, Santa Isabel de las Lajas y Palmira.Precisamente, en este último paraje de la geografía cubana aquella bala asesina troncharía la vida del valeroso combatiente.

Otro de los pasajes inolvidables para la historia del Minint en la provincia está viunculado a la biografía del joven Leonel Rodríguez Cárdenas, quien había nacido el 28 de noviembre de 1940, en la Finca Dolores, del término municipal de Cumanayagua.

“Cuando pude salir al patio vi a mi hermano Leonel tirado en el piso y echando sangre por la boca…, un poco más allá la luz de la chismosa iluminaba a mi mamá, también en el suelo, pero en aquellos momentos ni me imaginé que estaba herida”, así recuerda Juanito, a la sazón un adolescente de 14 años de edad, la barbarie que cometió contra su familia una banda de alzados contrarrevolucionarios.

Tiempo después del crimen se supo de la traición en el caserío de Dolores, cerca del poblado de Guaos. Los “mansitos” llamaban a quienes por el día eran simples obreros agrícolas y por la noche colaboraran o formaban parte del bandidismo que perpetraba todo tipo de fechorías en el llano o en las lomas del Escambray.

“La noche del 24 de marzo de 1962, sobre las nueve y cuarenta más o menos -relata Juanito- yo estaba en el cuarto al lado de Leonel y oí cuando lo llamaban a gritos. Le decían que Titico, como llamábamos a nuestro hermano Roberto, se sentía mal. Sabíamos que estaba guardia en la calera de Pepito Tey.

Ante los gritos, mi mamá Runga divisó entre las rendijas de la puerta a un grupo de hombres armados, y ante las sospecha de que podían ser bandidos, le pidió a Leonel que no saliera, pues con anterioridad se habían recibido en mi casa mensajes amenazándolo de que lo iban a matar. La respuesta fue tajante: `Mamá, déjame, tengo que salir, que esto es de Patria o Muerte”, rememora Juanito.

Otro hermano, Julio, relata que cuando llegó al hospital provincial, lo primero que se encontró en un pasillofue el cadáver de su hermano sobre una camilla, y un poco más allá vio a su madre sentada en una silla. Estaba llorando y con una toalla ensangrentada sobre las rodillas, cuenta.

Según testimonios posteriores al hecho, fue Juan Iglesias Vilches, primo de los Rodríguez, quien vociferó desde fuera para que Leonel saliera.  En cuanto el miliciano traspasó el umbral de la puerta, el disparo de uno de los alzados le dio en la muñeca de la mano que empuñaba el revólver. El segundo proyectil mortal le interesó la región de la tetilla izquierda y llegó hasta el corazón.

Cuando la madre intentó interponerse, una ráfaga de un fusil automático la alcanzó en la rodilla derecha y la cadera, lo que hizo que cayera de bruces en el suelo.

De similar barbarie fue víctima el rodense Aurelio Castillo Arbelo, salvajemente torturado antes de ser ultimado por las hordas asesinas al mando de Valeriano Montenegro, junto al también miliciano del Departamento de Orden Público, Salvador Herrera Sarmiento,secuestro producido tras una acción de sabotaje contrarrevolucionario en la tienda del pueblo del batey de Jabacoa. El calendario marcaba el 12 de mayo de 1962.

Aurelio había nacido el 15 de octubre de 1920 en esa propia zona del municipio de Rodas. Su origen de campesino y podrehicieron que sufriera en carne propia los desmanes de las desigualdades sociales. Ello fue el principal condicionante para que ingresara al M-26-7, en cuyas filas participó en la recogida de armas, así como la distribución y venta de bonos para recaudar fondos para la lucha revolucionaria.

En diciembre de 1958 se incorpora al Ejército Rebelde y posterior al triunfo de la Revolución, lo hace a las MNR. Más tarde se vincula al Ministerio del Interior, paso que el bandidismo no le puedo perdonar.

Cuentan que el capitán Victoriano Brito Prieto, combatiente de amplia trayectoria y nombrado en 1979 segundo jefe del Destacamento Fronterizo de Cienfuegos, no debió ser uno de los protagonista de la acción que terminó con su vida. Empero, su arrojo y disposición de participar en el combate directo contra los enemigos de la Revolución fue tan grande, que incluso incumplió la orden dada por su jefe.

Corría noviembre de 1980 cuando se supo que varios integrantes del grupo contrarrevolucionario Alpha 66 habían logrado infiltrase en territorio nacional y se hallaban en los alrededores del poblado de Cruces. El principal propósito de los terroristas era efectuar operaciones desestabilizadoras, especialmente perjudiciales para la economía, comola quema de cañaverales y otros objetivos importes de la zona.

Ante la presencia de los infiltrados, fueron movilizadas fuerzas del Minint, cuyo  mando asumió el hoy general de brigada pensionado Carlos González Jiménez, “Cayiyo”, a la sazón delegado de la institución armada en la provincia.

Dada su responsabilidad al frente de TG, a Victoriano le correspondía garantizar que no fuera a producirse en su jurisdicción algún desembarco de apoyo desde el exterior. Sin embargo, tras impartir a sus subordinados todas las indicaciones pertinentes, decidió marchar hacia, donde para él estaba el punto más álgido del enfrentamiento y, por tanto, su deber sagrado.

Efectivamente el encuentro con el enemigo se tornaba cruento. Luego del cerco efectuado, el tiroteo fue intenso. En medio del fragor del combate, un impacto de bala alcanzó a Victoriano. El proyectil le penetró por el brazo izquierdo y le salió por el cuello.

Fue el coronel Nicolás Morales Ortiz quien sacó del cañaveral el cuerpo casi sin vida del valiente hijo de la tierra de Barajagua. Al evocar aquellos sucesos el actual oficial jubilado del Minint recuerda el hecho como el peor momento de su existencia.

Atentado a la Base Nautica de Tarará.
/Foto: MININT

De no ser porque un criminal le arrebató alevosamente la vida, Orosmán Dueñas Valero cumpliría 50 años de edad el próximo 9 de junio. La celebración por el medio siglo de seguro hubiera sido en grande junto a los suyos, allí en el asentamiento abreunse de su natal Guasimal, en el Consejo Popular Charcas, al que le unían tantos afectos.

Pero el “Chispa”, como era conocido por todos en la Base Náutica de la playa de Tarará, fue una de las cuatro víctimas de la política hostil y agresiva del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba aquella noche del 9 de enero de 1992.

“Él me dejó para siempre sus cualidades humanas, como la de ser buen hijo, su sentido del compañerismo que, aunque no era amigo de andar en grupos, sí fue entrañable en su amistad con quien se la ganó”, así lo recordaba el padre Pablo Jesús, en uno de sus intercambios con la prensa.

“¡Pablo, Pablo, llégate un momento acá! –rememoraba entonces que le gritaron mientras se empeñaba en ajustar el inyector de petróleo de un tractor en el taller de maquinaria de la Empresa Juraguá. La noticia de la muerte del hijo lo desplomó, pero aun así encontró fuerzas, según él, para llegar hasta donde estaba Georgina y decirle que Orosmán, su hijo, había tenido un accidente, sin atreverme a confesarle la verdad”.

Justo, la nostalgia de la progenitora hacía tropelosas las palabras cuando hablaba de las preferenciasdelmuchacho por el ping pong, la pelota, la música o las chicas, porque “Eso sí era enamorado como para él solo. Hasta cierta vez pasé tremendo susto la tarde en que se me aparecieron dos noviecitas al mismo tiempo en la casa…¡nada!, cosas de la juventud a esa edad…No crea, muchas veces abro el escaparate donde aún conservo muchas de sus pertenencias y…¡No es fácil!”, se le oye susurrar, mientras las lágrimas de la sufrida mujer pugnan por brotar.

“¡Hijos de puta, me están matando!”, dicen que fueron las últimas palabras del cienfuegueroguardafronteras, cuando al filo de la medianoche la metralla acabó con su vida, sin poder defenderse, maniatado como estaba, víctima del odio y la traición. Junto a él yacía Rafael Guevara Borges, del Cuerpo de Vigilancia y Protección de la entonces Ciudad Pioneril José Martí.

Minutos después, también moría el sargento de tercera de la PNR Yuri Gómez Reynoso, de apenas 19 años, y tras 39 días de debatirse entre la existencia y la muerte,dejaba de existir el sargento de primera Rolando Pérez Quintosa, otro de los mártires de Tarará.El terrorismo alentado por el gobierno estadounidense cobraba así las vidas en flor de cuatro hijos de esta tierra.

Sangre generosa sobre arenas de Girón

Desde el propio triunfo, el primero de enero de 1959, Cuba tiene que enfrentar las acciones enemigas que intentan revertir del proceso revolucionario. Alentados, organizados y financiados por el gobierno de los Estados Unidos se gestan y ejecutan planes y más planes para sembrar el terrorismo y desalentar al pueblo.

Entre los muchos intentos por derrocar el nuevo estado de obreros y campesinos se organizó y preparó, en contubernio con gobiernos desleales de Centro América, la invasión mercenaria por bahía de Cochino, pertrechadas con armas y medios de combate de factura norteamericana.

En pocas horas los cubanos tuvieron que movilizarse para enfrentar la agresión. Fuerzas del Ejército Rebelde, las MNR y miembros de la PNR fueron protagonistas de aquella epopeya que infringió la primera gran derrota al imperialismo yanqui en América Latina, en apenas 72 horas.

Sin embargo, la victoria tuvo un elevado precio. Muchos combatientes ofrendaron sus vidas por preservar la soberanía e independencia de la Patria. Solo del batallón de la policía dieciocho de sus miembros anegaron con su sangre el campo de batalla.

Eusebio Cañer Enríquez.

La citación para presentarse a la dirección provincial de patrullas en la capital del país no sorprendió a Eusebio Cañer Enríquez. El cienfueguero, nacido en Santa Isabel de las Lajas, supo entonces que la Patria estaba en peligro y reclamaba su presencia para participar en su bon contra los invasores de Playa Girón.

Mientras se alistaba para la partida, por su mente pasaron muchos pasajes de su vida. Recordó su infancia campesina en tierras lajeras, los amigos de la juventud y la primera novia. Le llegó como una tormenta de ideas las veces que tuvo que cumplir con peligrosas misiones  encomendadas por el Movimiento 26 de Julio en medio de la lucha clandestina.

Entre esas fugases pinceladas de su existencia aparecieron los momentos eufóricos del triunfo y su pronta incorporación, primero a las MNR y luego a la Policía. Justo fue como vigilante de la Novena Unidad de este órgano, que es convocado por el mando superior.

Al enterarse de la inminente incorporación de Eusebio en el bon, su madre trató de persuadirlo de que desistiera de la idea, pero la respuesta fue tajante: “Mamá, le respondió, esto es de Patria o Muerte”.

El 19 de abril, el batallón de la PNR entra en combate frontal contra los mercenarios. La posición de los invasores es ventajosa. Los combatientes policías tienen que poner por delante el coraje y el riesgo. Eusebio, como los demás, lo sabe y no vacila.

El duelo armado resulta encarnizado, pero se impone el valor y la moral. Comienza el repliegue mercenario. En el fragor de la lucha, el temerario cienfueguero es alcanzado por una ráfaga de la metralla enemiga, cuando trata de evitar que aquellos mismos proyectilesacaben con la vida de su compañero Tomás Palmero Vizcaíno.

Ese mismo día y no lejos de donde había caído Eusebio, otro coterráneo suyo, Julián Raymundo Sánchez Gómez, había corrido la misma suerte.Cerca del mediodía el joven policía, nacido en Yaguaramas, avanza junto a sus compañeros del pelotón, pese al fuego cerrado del enemigo.

Ante la actitud desafiante al peligro de Julián, uno de sus camaradas le alerta del riesgo y le pide mucha precaución. “De eso nada, viejo. Si hay que morir moriremos! Ahora se impone echar pa’lante”, fue la respuesta. Minutos más tarde, al despejarse la neblina de humo y arena que dejó un mortero yanqui, el propio compañero lo vio tendido en el suelo, corre a su lado con el ánimo de socorrerlo, pero ya era cadáver.

Amigos y familiares lo recordarán siempre como la persona emprendedora que fue, quien tuvo que quemar etapas y asumir una alta cuota de responsabilidad con los suyos aun en la adolescencia. Las propias urgencias económicas lo llevan a buscar horizontes en la capital del país como dependiente en la fonda china El dragón de oro.

Se vincula desde su fundación al Movimiento 26 de Julio.Por orden de la organización revolucionaria participa en la toma de la tercera unidad y al mes siguientelo destacan de miembro en la PNR, la misma fuerza que lo tiene entre las filas del batallón que iría a enfrentar el bandidismo en las provincias de Las Villas y Matanzas.

Historias como estas no hacen más que reafirmar aquella otra máxima martiana de que,“El que muere, si muere donde debe, sirve”.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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