Feminicidio, grave fenómeno del siglo XXI

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La muchacha queda inmóvil, el merodeador insiste en su intento, pero infructuosamente, pues los transeúntes de la concurrida esquina de Prado y Línea, le impiden su objetivo. Entonces abre y cierra la cremallera de la portañuela, acomoda el ajustado pullover ¿Cómo creer que alguien se logre bajar el zíper para masturbarse encima de su moto en plena calle?

Aludimos a una escena real, lo peor es que el acoso sexual callejero traspasa la violencia de género. La masturbación pública es agresión recurrentemente denunciada y reconocida como delito en el Código Penal Cubano y constituye una alarma, ante las tasas de asesinatos a mujeres, casi todas forzadas sexual y sicológicamente antes de morir.

El sitio Cubadebate hizo público el dictamen de la Real Academia Española de la lengua que incorporó la enmienda de acepción, según la cual el “feminicidio” es el asesinato de una mujer a manos de un hombre por misoginia o machismo. Cuba y Cienfuegos tienen alta incidencia en tal problemática que se suma a la exclusión mundial de la emancipación de la mujer.

Al término de la segunda década del siglo XXI, la humanidad avanza en la igualdad y respeto a la mujer pero parcialmente, pues la discriminación hacia el mal llamado “sexo débil” aún es uno de los principales indicadores de divergencia.

Mientras en el hemisferio Norte, en la cima de la civilización, el conocido primer mundo, el empoderamiento femenino es sinónimo de desarrollo, en África (mayoritariamente), Medio Oriente y Asia, más de doscientos millones de mujeres han sufrido la Mutilación Genital Femenina, práctica que consiste en el corte de la parte externa del clítoris a edades tempranas para impedir el placer sexual a las hembras.

Ocurre simultáneamente, otra diferencia entre los dos polos del planeta, repetida contradicción a rebasar en este presente lleno de atemporalidades históricas, que van en detrimento de derechos humanos.

El mencionado rito contra la sexualidad femenina supone el paso a la adultez y en esa cultura convierte a las niñas en mujeres dignas de ser elegibles como esposas. La brutal tradición puede tener como consecuencias la muerte de la pequeña y un impacto físico y psicológico devastador en la sobreviviente.

En la última década ha disminuido esta práctica y entre los Objetivos de Desarrollo del Milenio figura su erradicación para 2030.

Esa misma fecha está estipulada por las Naciones Unidas para lograr la igualdad de género, tal equidad no es solo un derecho fundamental, sino la base necesaria a fin de conseguir un mundo pacífico.

La contemporaneidad ha podido paliar prejuicios contra la mujer, pero esta sigue preterida a la vista de todos.

En el artículo periodístico ¿Hasta cuando la masturbación pública en Cuba? publicado en este medio, trascendió la falta de denuncia a las autoridades policiales y acciones institucionales mínimas.

Los abusadores y acosadores rondan inmunes, y constituyen imagen silenciosa de largas cadenas de violencia, las cuales muchas veces culminan en asesinatos.

Es cierto, establecer nuevos marcos legales es crucial y un golpe contra la impunidad, pero la concientización de la gravedad del problema es más importante, en pos de garantizar la seguridad doméstica y pública de las mujeres.

Urge descorrer el velo de miopía ante el lastre del machismo, ese que ha logrado atravesar épocas e impedir la total desmitificación del estigma de la costilla de Adán.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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