¿Exportar o correr con obstáculos? (+ Fotos y videos)

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Imposible ha sido hasta ahora concretar en Cienfuegos alguna exportación de las formas de gestión no estatal, tras seis meses de publicada la Resolución No. 315, del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (Mincex), que abrió las puertas a los actores privados de la economía cubana para ejercer las actividades de exportación e importación de bienes y servicios mediante entidades autorizadas. Pero mientras en el país se habla de la firma de más de 40 contratos para exportar —según informó Rodrigo Malmierca Díaz, titular del sector—, aquí todavía nada es firme.

María Elena Alejo Arguiñao, jefa del departamento provincial de Comercio Exterior, Inversión Extranjera y Colaboración Económica Internacional, confirmó que hoy, al amparo de la nueva prerrogativa, ningún negocio ha exportado directamente. “Existen —dijo— 180 formas productivas identificadas, de las cuales 170 pertenecen a la Agricultura y diez al Grupo Azucarero Azcuba. De ellas (al cierre del pasado mes de enero), 31 disponían ya de cuentas bancarias en moneda libremente convertible (MLC), junto a tres trabajadores por cuenta propia”, uno de los requisitos contemplados para tales fines.

De las 41 empresas facultadas en Cuba para actuar como intermediarias, catorce tienen representación en Cienfuegos y varias muestran interés por desandar estos caminos. El Fondo Cubano de Bienes Culturales, Artex,  Divep, Frutas Selectas, Fincimex y Etecsa, son parte del listado, pero, de momento, las cerca de 60 solicitudes tramitadas corresponden a necesidades de importación, de las cuales se han logrado dos contratos con artesanos locales para la compra de materias primas en el extranjero. No sorprende que así ocurra, pues a nivel nacional los acuerdos de importación con emprendedores superan la cifra de 820, en una proporción que llega a ser desbalanceada para las intenciones de la política en vigor.

“Eso es lo que prima —reconoció Alejo Arguiñao—, a pesar de tener un fuerte potencial para exportar. Esperamos conseguirlo al término del primer trimestre; sin embargo, debemos cumplir antes con todo lo establecido”. Tantos resultan los requerimientos y condiciones que se deben garantizar que, lo que por resolución el gobierno estimula, en la práctica parece no desearse de igual manera, y algunos lo ven, incluso, como un sueño lejano.

¿OPORTUNIDAD CON TRABAS?

Norely Palmero Aguilera, vinicultora y dueña de Bodega Nory, guarda no pocas expectativas ante la posibilidad de exportar que poseen ahora los trabajadores no estatales. “Poder entrar a la cartera de negocios es algo que no teníamos y llevábamos tiempo esperando”, afirmó, consciente de que la ruta será difícil. Por ejemplo, convencer a los hoteles de comprar los buenos vinos de producción local y nacional (con marcas registradas, certificados de inocuidad y avalados hasta con premios internacionales), figura entre los retos por enfrentar, en un escenario donde subsisten prejuicios en torno al cuentapropismo y suele confiarse más en las producciones foráneas.

Los mayores incovenientes suceden, precisamente, en la relación con determinados organismos y empresas. “Ahí —dijo— tenemos un gran problema para la compra de insumos. Me acerqué a Cimex e hice un pedido de cápsulas obturadoras y no recibí respuesta. Lo mismo pasó con la levadura: llamé a la fábrica de Santa Cruz del Norte, en Mayabeque, y no puedo adquirirla. Entonces, si tengo las cuentas fiscales, en MLC, ¿por qué negarme el acceso a esa materia prima cuando se halla en mi país y dispongo del dinero para pagarla?

“Ya está muy próxima la cosecha de la cereza, el marañón, y luego de la uva, y no hay cómo responder. Si carecemos de una levadura de calidad para elaborar nuestros vinos, nunca podremos exportar ni cumplir el pedido actual de 20 mil botellas. Son trabas que no acabo de entender, porque cuando Cuba realiza una exportación recibe divisas para beneficio de todos, no solo para Bodega Nory”, agregó.

Norely Palmero Aguilera, además de ser titular del negocio Bodega Nory, se desempeña como presidenta de la Asociación de Vinicultores de Cienfuegos. /Foto: Juan Carlos Dorado

Muchas de estas demandas atañen a otros actores privados y obedecen a ciertas formalidades que deben ser cumplidas de cara a la exportación de cualquier tipo de bien o servicio. Lo es la presentación en el mercado internacional, que además de estrategias de publicidad y marketing reclama, primero, insumos que aseguren la excelencia del producto que anhela venderse fuera de nuestras fronteras. Por ello urge suprimir los ortodoxos mecanismos que rigen en numerosas entidades e industrias de la Isla, contrarias a negociar con las distintas formas de gestión no estatal imperantes en la economía cubana. No tiene ningún sentido que Bodega Nory deba importar corchos y levadura, como lo ha hecho, para aspirar a exportar, sin necesidad de que así sea.

Tampoco luce muy clara la situación concerniente a la Cooperativa Ornitológica Cienfuegos, que al parecer ni siente ni padece lo reglamentado en la Resolución No. 315. Los especialistas del Mincex en la provincia sostienen que allí las principales dificultades están vinculadas con las jaulas y la paralización de la actividad comercial debido a la COVID-19, pero, en realidad, es más que eso. Hobey González López, su presidente, comentó que continúa siendo la Cooperativa Ornitológica Importadora Exportadora (Cocimpex), con sede en La Habana, la única autorizada a exportar aves.

Explicó que “esto tiene que ver con regulaciones del sistema fitosanitario mundial, para evitar la propagación en el país de enfermedades como la gripe aviar. Conversamos el tema con funcionarios de veterinaria en frontera y nos dijeron que sigue centralizada la exportación. Para hacerlo de forma directa, deben flexibilizarse las leyes vigentes y asegurar otro grupo de cosas: un local de cuarentena grande, medicamentos, demasiados requisitos”.

La mediación de empresas estatales, y la centralización, en algunos casos, del ejercicio de la exportación e importación, constituyen dos de los puntos que más polémica generan al respecto. Ahora, ciertamente, muchas tienen una experiencia ganada y aportadora, un argumento de peso para estos primeros compases. Lo que no puede permitirse es que terminen convertidas en otra barrera por vencer.

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Desde 2019, la Cooperativa Ornitológica Cienfuegos no realiza ninguna exportación de aves. /Foto: Juan Carlos Dorado
PRODUCIR EN LA ESPERA

Uno de los incentivos proclamados en la “315” para impulsar la exportación en el sector no estatal radica en que sea el actor privado quien reciba los mayores beneficios monetarios. Como resultado de cualquier operación comercial, percibirá el 80 por ciento de los ingresos en divisa y el 20 restante en moneda nacional. Yasmany Cárdenas Arencibia, campesino asociado a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) José Antonio Echeverría y dueño de una minindustria de pelly enclavada en el asentamiento Elpidio Gómez, del municipio de Palmira, no quiere perder esa oportunidad. Sin embargo, entre lo que él desea y lo que ha podido, el trecho es largo.

Aunque desde instancias gubernamentales ponderan sus reales condiciones para exportar, este cuentapropista no lo ve con los mismos ojos. “Tenemos potencialidades en cuanto al flujo tecnológico y la calidad certificada del producto, a partir de que utilizamos materias primas naturales (maíz, ajo y aceite), sin químicas de conservación ni colorantes, y con patrones similares a los de fábrica”, señaló. Hasta ahí, todo bien; “el primer cuello de botella —añadió— está en que solo soy capaz de producir el 30 por ciento de las materias primas que necesito. ¿Cómo voy a pensar en la exportación si apenas satisfago la demanda del mercado nacional?”.

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Yasmany Cárdenas Arencibia, dueño de la minindustria de pelly, produce, en el campo, parte de la materia prima que necesita su fábrica. /Foto: Juan Carlos Dorado

La minindustria Elpidio produce, en tan solo una jornada, pellys de 45 gramos para 20 mil paquetes, con destino a clientes estatales y cuentapropistas de las provincias de Villa Clara a Camagüey. Sin embargo, apenas logra embalar 4 mil porque ese proceso fluye allí de forma manual, con la participación de ocho trabajadores contratados. “Son cosas en las que dependo de la ayuda del gobierno, refirió Cárdenas Arencibia. Lo otro es contar con un nylon especial para conservar el producto,  porque el que empleo sirve para un mes. Para estar dando vueltas durante cinco o seis meses hace falta una empaquetadura buena, y aquí no existe, hay que importarla”.

Chiky se llama la presunta marca con la que el joven pretende posicionar los pellys en el mercado internacional, algo que, sin reconocerse pesimista, cree lejos, “por burocracias y miles de carreras que cansan. Mientras  —dijo— sigo produciendo y vendiéndole a nuestro pueblo”. Su historia funciona como retrato de situaciones que no cambian de la noche a la manaña, ni siquiera porque así lo determine una resolución, decreto o ley. Promover relaciones contractuales entre estatales y privados, invertir en áreas huecas de la industria nacional para evitar importaciones innecesarias y socavar las mentalidades de dependencia que atan a muchas iniciativas de desarrollo, devienen asuntos pendientes por resolver y en los que se precisa un consenso a favor a todos los niveles. Pero, quizás lo más imperioso ahora mismo consiste en comprender que nada en este camino tiene mayor importancia que la exportación en sí. Cuanto se haga debe ser para contribuir a dicho propósito, no para que resulte una carrera con obstáculos, con los protagonistas fatigados sin llegar a la meta.

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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