Ética, respeto, compromiso…

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 12 segundos

Quizá sean palabras conocidas, usadas en el argot del día a día, de semántica sabida, pero ¿conocemos realmente su significado? ¿Se entronizan las definiciones en el contexto cotidiano de los profesionales? ¿Resultan de obligado cumplimiento para determinados oficios? Muchas interrogantes para responder, sin embargo sería útil, alguna que otra vez, echar mano al concepto de ética y repasarlo en los contextos laborales de Cuba, un archipiélago que navega por mares procelosos, sitiado por un bloqueo que se tambalea pero no cae, y que vive crisis económica, esa que suele generar crisis de valores.

A menudo se habla de las miserias humanas, y un colega lo acuñó con las siglas de MH y me cuenta que piensa patentarlo, porque se las tropieza ya con demasiada frecuencia. Sin embargo, yo me niego a reconocer que en determinadas posiciones de control, se permita a los individuos hacer y deshacer a libre albedrío, perjudicando a sus compañeros, subordinados, seres humanos en definitiva.

Los periodistas, por ejemplo, tenemos un Código de Ética que se aprueba cada un tiempo determinado. La Unión de Periodistas de Cuba tiene creada una Comisión Nacional, que se deriva en iguales provinciales y por delegaciones de base, lo que dice mucho de la importancia que se le concede en la profesión. ¿Está establecido y funciona así para el resto de las esferas de la vida social? Bienvenida sea la iniciativa si así sucede, porque en tiempos como los que vivimos es necesaria, muy necesaria, la transparencia y el respeto, sinónimos de ética.

Me ha ocurrido, en particular, que llego a un establecimiento para un servicio determinado, y allí, en frente de los clientes, los trabajadores ventilan un asunto personal y hasta laboral, irrespetando al público y sentando el mal precedente de lo que más tarde pasa: un mal servicio. ¿Acaso se debate en los colectivos laborales qué cosa es la ética y las posturas que se deben mantener en el entorno profesional? Y eso es para todos, incluso para la recepcionista, quien en mi opinión debe ser una Máster en Ética, categoría científica que debieran convocar en los planes de estudios de la Universidad.

Y en verdad es dañina cuando no se observa en una oficina de trámites, la cola, o en cualquier centro hasta donde acudimos por algún servicio o necesidad del día a día. Pero cuando no hay ética, respeto y se falta al compromiso entre profesionales de una rama, en la cual está implicada la educación y la enseñanza, la formación de generaciones futuras, y la preparación de profesionales, entonces el asunto pasa de ser catalogado de malo, a muy grave. En ese contexto y entorno, las MH, la falta de ética, el irrespeto y la falta de compromiso, no tienen cabida.

No obstante está ocurriendo un fenómeno, típico de estos tiempos y consecuencia del tema de marras, que las personas menos idóneas están en posiciones de control, “porque ya nadie quiere ser jefe”, he escuchado. Y así una sociedad, mucho menos la nuestra, que tiene una génesis de justicia social, puede desarrollarse, porque el líder, fíjese que no digo jefe, debe ser carismático, ejemplo, ético, respetuoso y tener, por sobre todas las cosas, compromiso con lo que hace.

Entonces, me atrevo a sugerir, y me perdonan los lectores si el prurito por mi profesión me traiciona y peco, muchos sectores deberían imitar a los periodistas, que tenemos un Código de Ética cual biblia y que asumimos con mucha seriedad el seleccionar a los más idóneos para nuestras comisiones, quienes más tarde juzgarán ante cualquier violación del oficio que pueda perjudicar o irrespetar a un semejante.

Un educador, por solo poner un ejemplo, no podrá NUNCA faltar a los principios que dan título a este comentario, porque es inadmisible; mucho menos echarle la culpa a la masividad, ese no es el problema, el asunto es de vocación. Igual podría ser un abogado, médico, ingeniero…y me atrevo a decir que TODAS las profesiones, seres humanos primero.

Visitas: 52