Estrategia

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Aunque cualquier resultado estaría dentro del rango de lo posible, en tanto en ocasiones las encuestas resultan manipuladas por los actores políticos dominantes, todo hace indicar que necesitará Dios y ayuda el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, para vencer este domingo 28 en la segunda vuelta de las elecciones brasileras a su rival, el exponente del neofascismo continental Jair Bolsonaro.

Además de la acusada demora del lanzamiento del representante petista, derivada de la inicua acción judicial contra Lula y la dilatación, ex profeso, del proceso, concomitan varias circunstancias negativas contra Haddad, como el escaso grado de conciencia ideológica de millones de beneficiados por los gobiernos de Lula y Dilma (la cultura política es una de las grandes asignaturas pendientes de los pueblos de América Latina); la división o incompleta recomposición del campo progresista nacional y las campañas sucias libradas en su contra a través de medios y redes sociales, bajo las ordenanzas de Washington y la oligarquía aliada local. Organizada por la CIA, la operación de “fake news” o noticias falsas contra Haddad no tiene parangón en la historia.

Pero —además— se trabaja en otros frentes, de forma más selectiva y sutil, aunque no por ello de forma menos artera y de finalidad menos destructiva a cuánto simboliza a escala continental y universal el proyecto político que representa Haddad. Uno de estos se expresa en la estrategia adoptada por las grandes cabeceras iberoamericanas. Dichos periódicos, de tirada mundial o regional de la península ibérica y del subcontinente, aprovecharon el escenario de irrupción de una figura de la ultraderecha como Bolsonaro para desarrollar singular táctica de descalificación a la izquierda, consistente en la publicación de artículos que lo igualan con líderes progresistas de la región. En vistas de que abiertamente no pueden respaldar a un personaje de tales características, mediante tales textos intentan instaurar matices de opinión tendentes a generar la impresión de que no existen muchas diferencias de procedimiento entre aquel y los líderes populares que se atrevieron a desafiar la agenda neoliberal.

Así, aparecen en las ediciones impresas y digitales de esos rotativos artículos como el siguiente: “En qué se parecen Cristina Kirchner y Jair Bolsonaro” (La Nación, Buenos Aires, 18 de octubre), en el cual su autor establece relaciones de semejanza a través de fórmulas comparativas sustentadas en conceptos abstractos o ilaciones tomadas por los pelos de sesgo ridículo.

El grupo PRISA, instrumento del imperio en España, hace lo suyo, por conducto de textos de esta guisa: “AMLO y Bolso explican el mundo” (El País, Madrid, 13 de octubre). Su autor uniformiza a ambos políticos, diametralmente opuestos en sus perfiles humanos e ideológicos, cuando sostiene que “Las semejanzas de AMLO y Bolso son tan interesantes como sus diferencias (…). Los dos se presentan ante los votantes como outsiders, como políticos excluidos y hasta ahora victimizados por quienes AMLO llama “las mafias del poder”. Sus campañas se basan en el despiadado ataque a un sistema con el cual, según ellos, nada han tenido que ver. Ambos son políticos profesionales de larga trayectoria. AMLO militó desde joven en el hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI), donde ocupó importantes cargos. Durante cinco años gobernó la populosa capital de México y fue candidato presidencial en las últimas tres elecciones. Bolsonaro, por su parte, ha sido diputado por casi tres décadas y tres de sus hijos ya son políticos exitosos (…).Tanto Bolso como AMLO han tenido actuaciones y han dicho cosas que revelan que (…) son políticos normales de estos tiempos”.

El mismo medio español había publicado antes otra reflexión consanguínea. En “Uribe y Lula” (30 de julio, también de este año), El País concluía que “con la renuncia de Uribe, si es aceptada, el Senado colombiano perderá a una de las figuras más legitimadas por el electorado del país. Lo mismo sucede en Brasil con la exclusión de Lula da Silva de la carrera por la presidencia. En la Argentina podría ocurrir algo parecido, si no fuera porque los senadores peronistas resolvieron no despojar de sus fueros a Fernández de Kirchner”.

O sea, el principal medio en habla castellana del planeta mete en el mismo saco a Álvaro Uribe —uno de los personajes más sórdidos de la historia contemporánea de América Latina, eslabón central en el derramamiento de sangre en Colombia—, y a Lula y Cristina. Por eso resulta determinante hoy día la cultura política, la conciencia ideológica y la lectura y relectura de la historia.

 

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

2 Comentarios en “Estrategia

  • el 24 octubre, 2018 a las 11:27 am
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    Que usted haya comentado, y en tales términos, para mí es un honor. Ojalá no ocurra lo esperado en Brasil. Un abrazo.

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  • el 23 octubre, 2018 a las 10:06 pm
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    Maca-nudo y otros ‘prefijos’ que también terminan en amarre. Sólido análisis, como he leído pocos. Completamente de acuerdo con el punto del daño que provocó a la campaña del Partido de los Trabajadores la demora del lanzamiento de Haddad como candidato. Es cierto, se deriva de la inicua acción judicial contra Lula y la dilación del proceso de manera intencionada. Pero era infantil pensar que ocurrieran los dos milagros: la excarcelación de Lula y su habilitación como presidenciable. La derecha se gastó todas las balas para impedir su barrida electoral, cosa que era sabida de antemano, y aun si gana Bolsonaro (cabe en las probabilidades aunque tengo fe ciega en la sensatez humana y en el chispazo al despertar a la realidad de una treintena de millones de brasileños, más por apremio que por conciencia porque de lo que se trata es del ahora o nunca del futuro democrático de Brasil y su regreso a una situación dictatorial al estilo Francisco Franco en España) ya veremos si la liberación del líder petista es o no cuestión de semanas. Saldrá de una u otra manera: tanto si gana Haddad, como si lamentablemente se impone el proyecto neofascista. Dios nos libre.

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