Estoy bien ¡Patria o Muerte!

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“Estoy bien. Patria o muerte. Venceremos”.

Así hace casi sesenta años José Ramón Chaviano Hernández informó a su esposa mediante apresurado telegrama de su paradero en Playa Girón. Así, la otrora compañera de la clandestinidad, supo que su hombre era participante en la gesta que apenas unos días antes había abortado la invasión mercenaria a la isla.

“Bajándome de un camión en una de las maniobras, un anillo que tenía se quedó enganchado en una cabeza de clavo y me afectó un dedo. Me llevaron a curar a Jagüey Grande y me indicaron que debía retirarme, pero no hice caso. Entonces aproveché para escribirle a mi esposa, que no sabía dónde yo estaba”, afirma este hombre de 82 años que aún posee frescos en la memoria muchos recuerdos de aquellos días.

Desde su fundación, el entonces joven de 22 años integraba las filas de la Policía Nacional Revolucionaria y como parte de ellas dio su modesto aporte a la primera derrota del imperialismo yanqui en América Latina.

“Desde el propio día 15, tras los bombardeos, participamos en la neutralización de ciudadanos abiertamente contrarrevolucionarios de los cuales se sabía que apoyarían una invasión enemiga. Fue una tarea necesaria, pues de lo contrario hubiera sido más costosa la victoria”, recuerda.

Integrando un batallón bajo el mando del Comandante José Ponce Díaz, Chaviano no participó en los combates. Las fuerzas que integró tenían la misión de impedir que los mercenarios lograran entrar a la profundidad y dirigirse a las montañas de la zona central.

Cuando llegamos a Girón ya la victoria era nuestra. Se estaban trasladando a los prisioneros a La Habana. Entonces debimos quedarnos por varios días peinando toda el área para recoger el armamento que quedó regado y detener a los mercenarios que estaban huyendo, entre ellos, heridos que había que atender”.

“En la recogida de las armas hubo accidentes, por algo que dejaban los mercenarios que se llamaba ‘cazabobos’, sobre todo con las armas cortas. Se trataba de una granada debajo del arma, con la espoleta quitada. Al retirar el arma, ahí mismo se producía la explosión. Al conocerlo, nosotros inventamos unos alambres con hilos, sobre todo tomados de los paracaídas, para halar de lejos el armamento por si acaso había uno de estos cazabobos.

“Así peinamos casi toda la Ciénaga de Zapata y lo hicimos durante muchos días. Recuerdo un peine desde Yaguaramas hasta Playa Girón. Caminábamos de día y donde nos cogía la noche buscábamos una especie de veredas que habían, por donde los carboneros sacaban la leña, y ahí mismo nos quedábamos hasta el día siguiente”.

Con una nutrida hoja de servicios a la patria, el teniente coronel pensionado reconoce como una suerte poder vivir para contarlo. No solo fue combatiente de Girón, sino también de la clandestinidad en su natal Manacas, actual provincia de Villa Clara; del Ejército Rebelde, la lucha contra bandidos, una misión internacionalista en Mozambique y treinta años de intensa labor en la Policía, de la cual llegó a ser segundo jefe en esta provincia.

Entre los reconocimientos más altos a sus méritos, figura el de haber estado en la construcción del Partido en el Ministerio del Interior, proceso que dentro de esta institución militar inició por Cienfuegos.

A lo largo de toda la vida, su incondicionalidad a la Revolución ha sido una constante. También permanente ha resultado el cariño de Zenaida, la compañera que durante sesenta años ha guardado un telegrama como testigo excepcional del tiempo, del amor y de la participación de su hombre en los hechos que hicieron a Cuba y a Latinoamérica un poco más libres.

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Marian Cabrera Ruiz

Periodista graduada en la UCLV Marta Abreu, de Las Villas. Capitana del Ministerio del Interior.

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