Escribir es como regar un surco

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“Cuarenta y tres años en el ejercicio de la profesión de periodista me han hecho inepto para hablar de mí mismo. Estoy demasiado acostumbrado a presentar la vida y la obra de otros, a describir, analizar y homenajear la hazaña ajena, de modo que no encuentro alguna en la propia existencia, y me mortifica hasta pensarlo”.

Cuando el periódico CINCO de Septiembre arribe, próximamente, a su cumpleaños 25, no podrá faltar en los agasajos el decano de nuestros periodistas, Andrés García Suárez. Él copará la atención de cada homenaje, porque en ese simbólico acto estaremos despidiendo al camarada que se acoge a la jubilación tras una fructífera, larga e intensa vida profesional. El periódico Vanguardia, de la entonces provincia de Las Villas, supo de sus primeros coqueteos con una máquina de escribir y la agenda bajo el brazo.

“He contado mil veces que a Tomás Álvarez de los Ríos, ese ingenioso, chispeante y querido hermano espirituano, y a mi, nos ‘descubrió’ el inolvidable Arnaldo Milián Castro, cuando Tomás y yo rivalizábamos en los murales de la Escuela Provincial del Partido de Las Villas, durante el curso de enero a junio de 1962.

“Hasta allí iba semanalmente el primer secretario del Partido, se detenía ante la fraternal emulación seudo-periodística desplegada en esos murales, donde ‘descargábamos’ nuestras creaciones, y al concluir el curso, precisamente un 30 de junio nos seleccionó para iniciarnos en la nueva publicación periódica, ‘Vanguardia’, que vería la luz el 9 de agosto de ese mismo año de 1962”.

Por supuesto que Andrés no nació periodista, sino que se forjó a fuerza de tropezones, y porque de alguna manera “lo lleva dentro” como un don natural. Escribir es para él como regar el surco.

“Así que teníamos poco más de un mes para ‘hacernos’ redactores del periódico que circularía diariamente por toda la provincia grande de Las Villas. Pero ahí estaba el maestro Roberto González Quesada -recientemente fallecido-, y estaba nuestra voluntad de no fallarle a Milián. Para el año siguiente ya era el jefe del equipo político-ideológico y encargado de la página dos, sólo años después, entre 1974 y 1979, cursaría, en la Universidad Central, la carrera de licenciatura en Letras”.

Vivir la experiencia de ver nacer un periódico, pero al mismo tiempo iniciarse en una profesión distinta a la de hasta entonces, marcaron a Andrés en el largo camino que recién comenzaba a andar.

“Mi primer ‘oficio’ no tuvo nada que ver: fui mensajero y dependiente de la bodega situada entonces en Prado y Santa Elena. Tal fue la universidad que me tocó en suerte en aquella sociedad burguesa. Terminado el bachillerato, el destino no pudo ser una carrera educacional, sino la que en la bicicleta de la bodega tuve que dar para contribuir a la economía familiar.

“Después gané, por oposición, una plaza en el Juzgado de Instrucción de Cienfuegos, como oficial (secretario del secretario) y fue allí que aprendí a redactar, tomando declaración a testigos. También allí me vinculé al Movimiento 26 de Julio, y cuando triunfó la Revolución organicé el Tribunal Revolucionario, y fui el primer coordinador de los CDR. De esta responsabilidad pasé a la escuela donde Milián ‘descubrió’ mis presuntas aptitudes periodísticas”.

“También el compañero Milián me indicó el camino de la literatura. Creyó que Tomás Álvarez y yo, podíamos incursionar en esa rama y exponer en libros algunos hechos revolucionarios acaecidos en el territorio. Aún me avergüenzo de no haber plasmado en un volumen, la labor de los jóvenes que en Juraguá levantaron el plan agrícola existente allí”.

Andrés puede considerarse como un cronista de su tiempo y es que el periodista es eso además. El Escambray en ascenso, Hombradas, En camino, Los fundidores relatan su historia, Yo viví el drama de la Guerra Civil Española, y Cienfuegos, la Linda Ciudad del Mar, entre otros volúmenes, quedarán para contar la historia, todos salidos de la pluma y las vivencias de este redactor incansable.

“Aspiro de inmediato escribir, junto a Orlando García Martínez, presidente de la UNEAC, organización a la que también pertenezco, un libro que le debemos a Cienfuegos, sobre la sublevación popular del cinco de septiembre de 1957. Deberá aparecer para el aniversario 50, y hacia esa época también un libro mío de cuentos-testimonios sobre esa gesta, que es algo que hemos estado investigando hace más de 40 años”.

De tal modo, Andrés seguirá activo, plasmando en blanco y negro la historia local y todas las muchas vivencias que ha ‘guardado’ celosamente durante este bregar de 43 años. Y lo hará a la vieja usanza, en su vieja Remington de gastadas teclas, porque la modernidad no ha tocado aún su puerta. Llega la hora de la partida, pero no lo es tal, porque seguirá acompañando a este colectivo por siempre.

“En ‘Vanguardia’ encontré la alegría de escribir, y he vivido con esa felicidad hasta hoy, en el ‘CINCO de Septiembre’, donde también fui fundador, y donde culmino mi relación laboral, por jubilación, precisamente el mismo día que comencé mi destino periodístico, el 30 de junio, 43 años después. Claro, hablo de una relación oficial, si se quiere, formal, porque en la vida esa alegría me perseguirá hasta el fin de mi existencia. ¿Sabes? Esa perspectiva es la que hace que no me sienta infeliz con la jubilación. Trabajo tengo de sobra en lo que me apasiona”.

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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