Ernesto Che Guevara: en el quimérico sueño de los oprimidos

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Médico, guerrillero, internacionalista de raigambres auténticas, cualquiera de los epítetos alude a la vigencia de este hombre de quijotesca historia. A cuarenta y nueve años de su desaparición física, Cuba y el mundo lo recuerdan.

Hace 19 años regresó. Las marchas fúnebres, himnos y disparos de salva rompieron el silencio de aquella noche del 18 de octubre de 1997, entre tinieblas replegadas al conjuro de emociones.Tal vez el mismo mutismo que invadió la Plaza de la Revolución un 18 de octubre, pero de 1967, cuando apenas una semana después del combate de la Quebrada del Yuro, parecía escucharse el infausto concierto, eco de las detonaciones que segaron su vida.

¿Qué mito lo ha hecho desde entonces recorrer el mundo? ¿Por qué la desaparición del hombre y hasta sus restos no pudo aplacar la fuerza del símbolo?

Desde meses posteriores al convulso octubre su figura inspira la juventud de todo el mundo. Y es que un aura proverbial trenzó su inmensa historia, desde que puso sus conocimientos de medicina al servicio de los leprosos del Amazonas o se  estremeció ante la explotación de los mineros, al pie de las milenarias montañas imperadas por los incas.

Quizás el acertijo de su leyenda se transcribe en la carta de despedida a los padres:

“Muchos me dirán aventurero y lo soy sólo que de un tipo diferente, de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades”.

Y es que ahora sigue poniendo en juego su piel y su vida todos los días, en la piel y en las vidas de quienes luchan por ese mundo mejor que urge. Su modo distinto de ser osado es el enigma que latió en Los Cinco cubanos secuestrados, que sin tacha y sin miedo arriesgaron todo por el pueblo que calladamente defendieron.

Así está en los médicos de Barrio Adentro o de las pampas vallegrandinas, su mensaje latente, como en cada injusticia. En cualquier parte del mundo se ve su rostro, en aquellos pueblos sojuzgados, se levanta en Palestina, resiste en Irak, pelea en el Líbano, empuja hacia el socialismo en Venezuela, está al lado del inmortal Fidel, en la conciencia y el sentimiento de cada luchador antiimperialista que se echa a andar.

Está en la quimérica esperanza de los oprimidos, en los muchos guerrilleros nacidos de su muerte y resurrección, que llegó como profetizó como latido de esperanzas.

Cada octubre emerge, pues no fue en vano el sacrificio final que terminó su destino, germina su ejemplo, como el hombre que todos nos encontraremos alguna vez, aquel que a los 39 años cayó en La Higuera y figura entre los inmortales como Che.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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