En carne propia

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En los primeros días de mayo, la buena nueva se esparció como pólvora: “¡abrieron una casilla que vende la carne de puerco más barata!”… Pero casi tan fulminante como la sensacional noticia, le alcanza la apostilla: “pero ahí no hay quien se meta, las colas son…”.

Paso obligado de mis amaneceres y atardeceres, la carnicería de marras —sita en Argüelles y Cid— también me hizo agua la boca con sus seductores precios de las porciones del “mamífero nacional”: carne limpia, ¡a 20!; recortería, ¡a 10!; costillas, ¡a 12!; chuletas, ¡a 15!; hígado, ¡a 8!

Pero casi inmediatamente, cuando la candidez iba a colmarme, ahí estaba la cola para traerme de vuelta a la realidad. “Uuuuhhh…, nosotros marcamos hace rato —me sorprende porque son apenas las 7 a.m.—, y me rematan con: …y cuando llegamos ya teníamos como veinte delante…”.

¡Cuál no sería mi desconcierto cuando advierto que de los mencionados, allí solo había, tal vez, cinco…!

El precio es demasiado seductor para ser tan fácil el consumo. /Foto: Ismary

CASILLA ADENTRO

Jorge Luis Rodríguez Lorenzo, administrador de la casilla especializada de la Empresa Porcina de Cienfuegos, cuenta que la unidad abrió a inicios de mayo, antes del Día de las Madres. “El producto estrella es la carne limpia —que en las unidades estatales más económicas se encuentra a 28 pesos—, pero apenas dura tres horas después de la apertura.

“Vendemos unos 800 kilogramos de cerdo en banda diarios. Por la mañana son sacrificados y vienen frescos para acá, donde los porcionamos para estar listos para la venta.

“Se hizo una ficha de costo, para ofertar entre 750 kg y una tonelada cada día, que es lo que tenemos aprobado como parte de su encargo estatal, y que se sustenta con animales accidentados y por concepto de reemplazo”, explicó  Rafael Liriano Hernández, director general de la Empresa Porcina de Cienfuegos.

El administrador agiliza las cuentas. /Foto: Ismary

“La única forma de hacerlo llegar con un precio asequible, es deshuesándolo, vendiendo la carne limpia y el resto de los cortes. Y le garantizo que la carne es de buena calidad”, enfatizó.

Entre los bien intencionados preceptos que animaron la apertura de la casilla: “vender solo cinco libras de cada producto por persona, y abrir de 1:00 p.m. a 7:00 p.m., porque el propósito es que los trabajadores tengan acceso, y darles mayor oportunidad”.

Pero tras mi ineludible tránsito por la ahora populosa esquina, testimonio que por regla general no es así. ¿Qué trabajador, de un centro donde se exija disciplina, puede marcar al amanecer y mantenerse al tanto para volver a la hora cero? Porque si usted espera a regresar calmadamente del trabajo, apenas alcanza huesos, piel con grasa, cerdos enteros para asar, u otras  partes menos apetecidas del cuadrúpedo.

¿LA LEY Y EL ORDEN?

Con tal suerte de dudas, decidí hacer la cola. Nada extraordinario para un cubano, tampoco heroicidad periodística, aunque comporta sus riesgos, porque me advirtieron de las amenazas ante mi intención de romper la consuetudinaria práctica de algunos de acaparar de madrugada los primeros veinte o más… turnos.

Marqué cuando aún faltaban 20 minutos para las siete, y efectivamente: hice el ¡22! ¿Cómo es posible, si en la acera de la sombra —porque en la de la casilla es irresistible el astro Rey— no había más de cinco personas?

Comenzó mi indagación ya más cerca de las once, cuando salidos de nadie sabe dónde, empiezan a poblar la calle. Entre los primeros, voy indagando. Pero todos, absolutamente todos, parecen haber venido por primera vez, marcaron con el primer cantío del gallo, otros, no quieren hablar, mientras —al contrario de mí— conservan pasmosa calma, sin temor ante el creciente tumulto que amenaza con dejarnos sin carne. Concluyo: compraron el turno.

Varios vecinos, que prefirieron el anonimato, aseguran vivir a unas puertas de la carnicería, y sin embargo, haber comprado solo el primer día. “Desde entonces, a inicios de mayo, y por suerte, me surtí para varios meses: chuletas, costillas, recortería, carne limpia, porque sabía que eso se iba a poner malo. Sí venden los turnos. Nos hacemos sufrir los unos a los otros, nos maltratamos; se aprovechan de la situación. Alguien se levanta temprano, coge los turnos y los apurados o los que no quieren hacer cola, se los compran”.

La concurrida esquina, sobre las 2 p.m. /Foto: Ismary

“Aquí se cometen muchas indisciplinas. Es una falta de respeto la venta de los turnos, sin consideración ni de los propios vecinos, que no dicen nada, porque tienen temor a buscarse un problema sin necesidad. Lo que se hace para el beneficio de las personas, lo echan a perder, y después la gente se llena la boca diciendo que esto está malo, pero lo cierto es que la propia gente lo pone así”, me confía airada una mujer en la fila.

“El presidente del Consejo Popular ha venido varias veces —añade—, pero la gente no quiere problemas. Los coleros marcan para quince o veinte, y si te gusta bien y si no, también. Se adueñaron de la casilla”.

El director general de la Empresa Porcina alega: “No tengo facultades para meterme en la cola, incluso tuve que llevar un custodio para que garantizara el orden al entrar, pero hasta ahí, en lo que pasa afuera no me puedo meter, eso es cuestión del orden público”.

EN CARNE PROPIA

Pasadas las dos, entro. Precedida por un aluvión de denuncias, sugerencias,  expectativas insatisfechas: “Hay un sol que raja las piedras aquí afuera…, y adentro se asan”; “diga en su reportaje que va muy lenta la cola porque hay una sola pesa”; “deberían admitir las dos monedas, porque el CUC y el peso son ambas oficiales”. Y por supuesto los consabidos “hay que acabar con los descarados”; “deben abrir más casillas como esta, vender más carne, periodista, porque se ha informado que la producción crece, y…” (en 2016 la Empresa Porcina logró una producción récord superior a las 20 mil toneladas).

También se habla a favor de la relación peso-precio, del trato de los vendedores.

En cuanto al volumen de la carne, el director de la Porcina responde: “Cierto es que estamos, junto a Villa Clara, entre las dos empresas mayores productoras y más eficientes del país, pero dependemos de un balance nacional por el que enviamos cerdos hacia la capital y a Sancti Spíritus; y bajar más los precios no nos es posible tampoco. Hoy lo que vendemos ahí, lo hacemos al costo: la empresa ni gana ni pierde”.

“Lo que me insatisface es no poder abrir casillas como esta en los municipios”, admite el funcionario.

En lo particular, luego de sentirlo “en carne propia”, e investigar, supe incluso que ha habido riñas que alguien filmó y subió por Internet, sin que se viese por la zona a un inspector, ni apareciese la policía, aunque ante la coacción no es difícil suponer que nadie denunciara tales irregularidades, que se repiten en la cola del contrato del gas, y en tantas otras donde unos pocos se aprovechan de la necesidad ajena, despiadadamente, sin que nadie advierta que la  vergüenza y el respeto hacia sus semejantes siguen siendo valores en este país, en este mundo.

Muchos incurren en lo ilícito por conveniencia y egoísmo, sin pensar en que la mayoría carece no de diez —a estas alturas, de 25 pesos o más— para dejarlos caer impunemente en las manos de inescrupulosos, sin advertir que “tanta culpa tiene el que mata —al cerdo, en este caso— como el que le aguanta la pata”, si me permiten esta adaptación libérrima del refranero popular.

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9 Comentarios en “En carne propia

  • el 28 junio, 2017 a las 4:17 pm
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    Estimada Lucía, no se si lo que expresaste de colocar a un SEPSA en la puerta de la carnicería lo dijiste en broma o en el afán de resolver esta situación se te ocurrió esa idea, de cualquier forma y pensando que lo dijiste en serio te cuento que eso no será posible porque ese cuerpo de seguridad está diseñado para proteger objetivos económicos de importancia, de hecho hace un tiempo prestaba servicios en algunos centros nocturnos de porteros y manteniendo el orden y eso se eliminó. No obstante, lo que resuelve el problema de marras no es un portero, de forma general, según me han contado, los problemas, el relajo, y todo lo que se forma allí es afuera, no en el interior de la carnicería.
    El hombre o los hombres, o las mujeres (también están en esa actividad) hacen la cola afuera y venden los tickets afuera, ¿para que hace falta un portero?
    Después de leer todos los cometarios ya no se quien será el encargado de ocuparse de esta situación, pero tengo entendido que hace unos días hubo un desorden allí porque una mujer no permitió que el revendedor lo hiciera delante de ella, y como dije en otro comentario, al revendedor no le gusta que las personas protesten y parece que se “equivocó’’ con una mujer que sabe artes marciales y el hombre no salió muy bien parado. Esto, si no me equivoco si es cosa de la PNR, ese desorden, bronca, tumulto en plena calle Arguelles si no hay quien me diga que no le toca a la PNR.
    Chao,
    Saludos

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    • el 28 junio, 2017 a las 6:44 pm
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      Y quiere Usted un objetivo económico de mayor importancia que una carnicería barata?

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  • el 28 junio, 2017 a las 9:55 am
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    en mi comentario anterior dije que se hagan cumplir las leyes, y pregunto..cuántas veces se ha llamado a la policía para que actúe en un que otro caso de desorden público, ya sea en cola o en cualquier otro desorden público (no precisamente broncas) y la respuesta es simple…no le corresponden a ellos…entonces a quienes, cuántas veces se tienen que arreglar los bancos del prado porque elementos antisociales los rompen, cuántos desórdenes públicos ocurren en el boulevar a altas horas de la noche, y no hay oficiales del orden público, todo el mundo comenta, y con razón…para qué denunciar si después le ponen una multica y “pa la calle a cojerla con quien denunció”…la ciudad, el país, está cada día más en una total decandencia en cuanto a la disciplina social (con tecnología que se le debe dar su uso..cámaras)… me atrevo a decir que ya las calles no son de los revolucionarios, son de los delincuentes.

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  • el 27 junio, 2017 a las 1:12 pm
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    Hasta que no se acabe el descaro de unos pocos(no todo el mundo vende turnos),el que vende los turnos vive al frente de la casilla y he conocido que cuando alguien le reclama algo el hombre se pone malo y hasta amenaza a quien le reclame por su actitud, urge que las autoridades hagan su trabajo. Este tema pone a la población roñosa, de muy mal genio, al punto de que si llega a coger la carne es muy posible que su digestión no sea la mejor, porque como dice el dicho”tiene el higado recomío”. Es lamentable quer el estado tome todas estas medidas y estos inexcruplulosos lo echen a perder con sus egoistas procederes. U amigo dijo algo muy cierto, las prensa hace su trabajo y brinda herramientas, pero quien le pone el cascabel al gato.
    Saludos,un vecino de la casilla que nunca se ha metido en la cola( y no por no querer carne, si no por no pasar el mal rato)CHAO

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    • el 28 junio, 2017 a las 7:11 am
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      Deberían contratar a SEPSA para controlar el acceso a la carnicería, verdad Iron? Quizá esa sea la solución a parar un poco el desenfreno de la sociedad

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  • el 26 junio, 2017 a las 3:45 pm
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    !Hasta cuando, se van a estar denunciando estos males sociales. No llamemos más a la conciencia que no existe, y hagamos valer las leyes, porque aquí todo está escrito, pero no se cumple.! !Ahora los turnos subieron impunemente, a 50 pesos, pero no se queda ahí, los turnos están a 5 CUC!, algo que por cierto denunció al inicio, este mismo sitio. Y nada pasó, así se alienta a que la gente no trabaje y viva de la necesidad ajena.
    La casilla está bien, es una opción más, al menos para quien tenga tiempo de hacer la cola, pero la gente la pone mala, como dice una de las entrevistadas anónimas.

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    • el 27 junio, 2017 a las 7:46 am
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      Bueno, yo creo que la “prensa” hace lo que sabe y debe hacer, denunciar el hecho; quienes deben actuar son las autoridades responsables, a quienes los periodistas les ponen en sus manos herramientas como esta. Venden los turnos para comprar lo barato y asequible a los salarios bajos, para hacer contratos de gas, para reservar para el campismo, y otros muchos servicios y no pasa nada. Se ha creado un modo de vida, que es vivir del Estado y dañar al pueblo, es una casta de revendedores, lobos del propio hombre, y las autoridades no se pronuncian, o a veces asumen la postura de “echar el sofá por la ventana”, me pregunto, leerán estos comentarios, porque hay muchas entidades con acceso a internet, en qué la consumen? Leerán el periódico de papel? Deberían ponerselo como tarea obligada LEER LA PRENSA Y HACER LA TAREA

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  • el 25 junio, 2017 a las 12:48 am
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    Hagan un bombo ,una rifa,una lotería,una piñata o como quieran llamarlo,a las 11 AM comienzo a repartir números que estén respaldados por el carnet de identidad,los hecho en un bombo y el encargado de seguridad va metiendo la mano y sacando los números si sale el 9 por ejemplo tiene que entrar el que esté apuntado en ese número ,con su carnet y no otro. más fácil no se puede y se acaban los vivos.

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  • el 22 junio, 2017 a las 4:23 pm
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    Muy buen trabajo, excelente crítica, aterrizado, para bien del pueblo, de los que caminan a diario buscando la comida, esta es una crítica que se agradece, gracias Ismary

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