Empujando juntos un planeta
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Cuando triunfó la Revolución cubana el primero de enero de 1959, los jóvenes estudiantes y trabajadores que habíamos participado en huelgas contra la tiranía y ayudado en lo que sirviera para destronarla, nos sentimos felices, y al mismo tiempo, angustiados por los compañeros que no pudieron estar en esta resurrección de la Patria. Pensamos en lo que dijo Fidel a los cubanos: “Nadie crea que en lo adelante todo será más fácil. En lo adelante todo será más difícil”.
Cuando surgieron las leyes y actos que nos hicieron más libres, cultos y dignos, sentimos confianza. Cuando con armas y coraje, tuvimos que defendernos de la maldad del Norte, comprendimos mejor el rojo del triángulo de nuestra bandera. Cuando llegaron los tiempos duros de la defensa solitaria de la ideología que nos hace tiernos y firmes en el resguardo de nuestro cielo libre y soberano, entendimos mejor el simbolismo del azul de sus franjas.
Cuando analizamos la pureza, la humildad, el valor diario de los que con inteligencia y esfuerzo colectivo multiplican los panes y los peces; prolongan la vida, descubren cómo disminuir dolores, previenen y curan enfermedades, admiramos el blanco redentor de las franjas de la bandera de la estrella solitaria. Es una estrella que nos representa como mujeres y hombres libres, limpios, humanistas, solidarios, que contrastan con el egoísmo y la ambición imperial. Es entonces que sentimos que la Patria crecía, y nosotros con ella.
Con los años, errores y triunfos, traiciones y sacrificios, nos endurecieron sin perder el humanismo, la sensibilidad, los sueños. Ahí estaba Fidel, la generación de fundadores para impulsar la obra de todos. Creció la familia propia y la Patria alcanzó los confines más lejanos al influjo de Martí: Patria es humanidad. Y los hijos y nietos propios, y los niños de todas partes que tenían sueños semejantes, fueron compañeros del maravilloso viaje de mejorar futuros. En esta nueva misión estamos.
Fortalecidos, rejuvenecidos, empujando ya no solo un país, limpiando ahora de virus un planeta. Haber hecho juntos tan largo y hermoso recorrido con legítimos continuadores jóvenes e inteligentes, basta para sentirse realizado.
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