Emiliano, lecciones y un aguacero de vergüenza

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Emiliano Concepción Pérez vive en carretera a Punta la Cueva, kilómetro 1. Llegó un viernes en la tarde a la Redacción del Periódico, a una hora en la que ya casi todos marcharon a casa, a prepararse para las coberturas del fin de semana; cuando la edición impresa del Semanario ya circulaba.

Se trata de una persona mayor, a todas vistas humilde, con unas manos marcadas por el trabajo duro. Siempre me fijo en las manos y los zapatos, porque tener callos y unas suelas gastadas me da confianza en las personas, viven del trabajo.

Venía por una queja y yo era la única periodista en aquellos predios a esa hora. Razones personales y apremios de último momento me retenían en la Redacción. Cuando la recepcionista preguntó quién lo atendería pude alegar que no soy la encargada de la sección Diálogo Directo (de retroalimentación con los lectores). Sin embargo, escuché y hasta grabé lo que tenía que decir, porque la tinta del bolígrafo me jugó una mala pasada.

Pensé entregarlo a Dagmara Barbieri, colega que cada lunes atiende a quienes acuden al “5” como última opción ante un problema, que puede ir desde un trámite burocrático hasta una nimiedad, en cambio decidí interceder por Emiliano, quien me miró desde la súplica.

“Estoy aquí en nombre de mis vecinos del CDR 3”, dijo, y entonces le pedí me ubicara geográficamente el lugar, “eso queda subiendo la lomita, después de la garita de Prevención. Pero yo no vengo como un viejito perdido, no, estoy representando a mi CDR, soy militante del Partido, y siento vergüenza de no poder solucionar los salideros de agua potable del barrio, que le quitan fuerza y no llega a muchas casas”.

Emiliano, el hombre humilde, cercano a los 80 años, me contó, compartió y reclamó, pero insistió en que esa agua podía ahorrarse, y en cómo los vehículos que entraban al hotel debían sortear el camino anegado. Y como vista hace fe, me llegué una tarde cualquiera al lugar, y efectivamente, llevaba razón.

Tras varias gestiones del Periódico, y establecer comunicación con Yosvany Rubí Bazail de la Dirección de Recursos Hidráulicos en Cienfuegos; Agustín Realín, director de Acueducto y Alcantarillados; así como intercambiar mensajes con Ariel Alpízar, de la oficina de Comunicación del INRH, el asunto quedó solucionado. Una tarde cualquiera sonó el teléfono en casa y era Emiliano para agradecer al Semanario, que en ese asunto sólo actuó como mediador.

Por ello, cuando escucho referencias despectivas en un foro hacia quienes escriben, llaman o acuden a la prensa como último recurso, no hago más que pensar en esas personas de manos callosas y suelas gastadas; quienes no fueron escuchadas, por incumplimiento de los horarios de Atención a la Población, o fueron obviadas porque cedieron tal función a gente incapacitada para resolver entuertos.

La comunicación es el arte de escuchar y ser los ojos de los interlocutores. Es una responsabilidad ineludible de los funcionarios del Estado. Gracias Emiliano, por las lecciones de vida.

Les narro otra historia, que no tuvo un final feliz como la anterior, porque aunque se habla mucho de solidaridad por estos días, y es muy bueno que suceda, algunos no se enteran.

En la puerta del Centro Multiservicios de Etecsa, vecinos nuestros en el Bulevar, unas seis personas se empaparon con un aguacero, de los que a intervalos sobrepasaron los 100 mm de lluvia recientemente. Eran las 12:52 minutos y restaban 8 para comenzar el servicio, cuando el custodio no permitió que los candidatos a clientes se guarecieran de la lluvia dentro del local, a pesar de que estaba vacío. Allí permanecía la empleada de turno, que comenzó a atender el público, empero, a la 1:09 minutos de la tarde, irrespetando además el horario.

Quizá esté orientado que no se le permita la entrada al público, que no se acceda a las máquinas, o vaya usted a saber; pero la solidaridad por la que se invocó en la puerta en pleno aguacero, y la posibilidad de ofrecer una “esquinita” bajo techo a una estudiante de la Escuela Pedagógica y su acompañante; dos turistas, y a otros dos coterráneos, no sucedió. Esa pudo resultar una forma de pensar como país, que no puede ser un cliché, debe y tiene que ser, en cambio, una convocatoria.

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

4 Comentarios en “Emiliano, lecciones y un aguacero de vergüenza

  • el 16 octubre, 2019 a las 9:04 pm
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    Estimada lectora, son muchos los salideros, sobre todo en la parte antigua de la ciudad, con una red vieja y mucha indisciplina social, se arroja todo tipo de objetos a las tuberías de desagüe, se hacen acometidas ilegales y hasta se pinchan las maestras. Le recomiendo usar los canales. Y alégrese por Emiliano, gracias por leernos y comentar

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  • el 16 octubre, 2019 a las 8:23 am
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    Por suerte hubo personas solidarias durante el aguacero del 4 de Octubre. Ese día me sorprendió la lluvia en la calle Castillo, entre Cristina y Tacón, y las compañeras que trabajan en el archivo cercano a tienda La Lucha me invitaron a que escampara en la entrada de su local. Mi agradecimiento para ellas. Lamentable que no todos procedieran de la misma manera.

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    • el 16 octubre, 2019 a las 8:58 pm
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      Estimado Ramírez, por suerte los solidarios son más y los egoístas menos, gracias por leernos y comentar

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  • el 15 octubre, 2019 a las 3:04 pm
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    Emiliano tuvo suerte con la periodista que lo ayudó, las autoridades accionaron rápidamente porque le temen a los periodistas. Los invito a que den una vuelta por la ciudad para que confirmen, lamentablemente, cuantos casos hay como estos sin resolver. El 16 de nov. cumple 1 año el salidero en calle 36 y 79-A en Junco Sur, se ha denunciado (escrito 2 veces) a la Emp. Acueducto con copia a PCC y Gobierno en la provincia y aun está ahí botando miles de litros de agua limpia diariamente.

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