Elefantes de Cienfuegos: Villa Clara iguala la subserie

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Para quienes pensaron que la clasificación directa del Cienfuegos iba a ser un paseo, un regalo, a manos de Villa Clara, ahí tienen el score final del segundo juego en el “Sandino”: seis carreras por una favorable a los locales. Se complican así las opciones de los Elefantes, por lo cerrado de la porfía y los muchos duelos suspendidos de camino.

Para los partidarios de la buena vecindad, la cercanía, la tiradera de un cabo: he aquí una muestra del tradicional “cariño” que nos distingue, caracteriza, incluso hermana… Los Azucareros no nos la van a poner fácil (pregúntenle a los Gallos en qué descenso de la tabla andan y por qué), por eso siempre dije, insistí, repetí, que el pase de los Elefantes solo depende de ellos. Y hoy fue un día complicado en tal sentido.

Javier Mirabal fue el abridor anunciado por los locales, un lanzador al que, estadísticamente, los verdinegros han descifrado al antojo, incluso en el Sub 23. Pan comido, pensaron. Reemberto Barreto era el dueño del montículo por la manada: el habanero guapo, la revelación en la apertura por los paquidermos, nuestro candidato al Novato del Año. Hoy dábamos el segundo golpe… Y nos pasó factura la redondez en la cuadratura. Así de impredecible se pone a veces.

En el estreno, Mirabal abrió con boleto a César y este se robó al momento la segunda. Seguíamos siendo mayoría en el estadio, aunque no en la tamaña desproporción de ayer, y la conga se robaba el show. El inicio se movía y prometía. Pero en un intento de pisa y corre a tercera, tras el fly al jardín derecho de Richel, el tirazo de Andy Zamora puso out en la antesala a César. Alarde de brazo. En mayúsculas. Una exclamación de contrariedad levantó sobre la banda de primera, perceptible incluso sobre el repiqueteo de los tambores: allí moría el inning, aunque tuviésemos que esperar por el fly out al izquierdo de Ibáñez para confirmarlo.

Hoy también sufrió cambios a la alineación de los Fantes, a causa de una lesión del 17. Por eso Ibáñez salió en calidad de designado, obligando a los reacomodos en los jardines y al debilitamiento ofensivo en función de la defensa: Luis Enrique al derecho, Félix al center y Barbarito al banco. Se haría sentir la diferencia.

En la baja del capítulo las expresiones de contrariedad fueron mayores: Barreto tenía serios problemas con el control. Tan serios, que llenó las bases por pelotazo y dos boletos, sin sacar outs, y seguía sin encontrarse con la zona de strike ni con su confianza. Vizcaíno en turno y con conteo de tres bolas y un strike; obligado a marcar contra el cuarto bate, era de suponer el desenlace: un lineazo al left –de esos que de haber sido de los nuestros te habrían tenido saltando la tarde entera– y dos carreras para los Azucareros acto seguido. Y fue todo para Barreto.

Alex Pérez asumiría los roles de apertura, y sí, apertura, pues vino a sacar los tres outs desde el comienzo. Un poche y dos rollings al cuadro; por fin. El tema con el relevo hasta aquí ha sido su inconstancia, su inestabilidad; pero es de aplaudir que al menos en sus últimas presentaciones (y muérdanse la lengua, crucen los dedos y toquen madera), este muchacho lo ha hecho muy bien. Este domingo volvería a lucirse.

El descuento de los paquidermos llegaría en la segunda: Pável a segunda por error, Soriano a la inicial por la misma vía mientras el capitán alcanzaba la tercera para entrar, con una rolata de Mateo al cuadro, con la única del capítulo y el juego para los visitadores. Y con más crédito de los locales que propio, en honor a la verdad.

Así de cerrado transcurrió el choque hasta el séptimo, con más pendientes a la ofensiva por los verdinegros y espectaculares jugadas a la defensa por ambas partes: Zamora se volvió a ensañar en el sexto con otro tiro a tercera que enfrió a Ibáñez; Mateo se gastaba otras dos atrapadas para mantener los ánimos encendidos… Mirabal se crecía, Alex a la par, y no parecía salvarse esa ínfima diferencia que nos separaba de una posible clasificación directa hoy mismo. Tan rápido como avanzaba el desafío se agotaban las posibilidades.

Y entonces, el fucky seven para los Elefantes. Qué manera de consumir disgustos en esa entrada, las estadísticas no mienten. Entre las muchas barbaridades que ahora proponen para “dinamizar” al béisbol, deberían pensar en un adelanto del seis al ocho: miles de aficionados por este centro sur lo agradecerán. Qué bárbaro. En fin…

Ya con dos outs y un corredor en la antesala (Otoniel González, en circulación por boleto), Yeniet Pérez le conectó a Alex una línea de espanto –para nosotros, por supuesto–, un metrallazo que hizo gritar a los pocos parciales anaranjados en el “Sandino” y magullaba, aún más, las esperanzas de los muchos cienfuegueros. Pero a esa misa le faltaba procesión: con Vizcaíno en la inicial por boleto intencional, Duviel Zamora sacó la Mizuno de línea por el izquierdo, un palo, para enfriarnos cualquier intento de optimismo. Seis por una el duelo, parecía, y fue, sentencia escrita. Lo demás, solo trámite.

En cuanto a la tabla de posiciones y la clasificación directa, ahora mismo el enredo es mayúsculo, complicado además con las victorias de Santiago ante Matanzas en el doble juego de hoy. Entre los que escampan y los partidos suspendidos, ahora mismo la única opción para los Elefantes es ganar. Quemar las naves, el bullpen en pleno… El comodín no es una opción, no mañana.

Mañana es día de acompañamiento, uno de los más importantes hasta aquí (velas, oración, incienso, miel, comerse las uñas, cuanto prefieran: nunca está de más). Recordemos que la esperanza es lo último que se pierde y por demás es verde, y quien la vea anaranjada necesita tratarse.

Ganar. Fe. Mañana es un día de Yasmany Ínsua.

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Darilys Reyes Sánchez

Licenciada en Periodismo. Graduada en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas en 2009

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