El verso mejor de Clotilde

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La bandera de Cienfuegos volvió hace años a una de las astas del Palacio de Gobierno. Y un poco más allá, otra cobija el tránsito peatonal por San Fernando.

Para querer bien a la grande patria insular es preciso amar al terruño cotidiano, por donde pisan nuestras plantas y perfuma el aire salitrero que respiramos.

Si la proclamación en 2005 del Centro Histórico como Patrimonio Mundial colmó la copa del orgullo ancestral que nos identifica, estimo que el uso de los símbolos locales sigue sin alimentar las venas de la identidad con todo su caudal de sentimientos micro patrióticos.

Por eso en su momento aplaudí la sabiduría de la decisión que devolvió el flamear de la enseña cienfueguera a su justo sitio, desde donde convoca las miradas de quienes viven en, o transitan, una ciudad distinta. Y al costado, como madre protectora, la de la estrella solitaria en el triángulo de sangre. Patria chica y patria grande en perfecta simbiosis textil.

Sin llegar a ser una réplica de la bandera de la República Francesa, la de Cienfuegos se inspira en el pendón nacional de los colonos de origen galo que fomentaron la villa primigenia de la Fernandina.

El empeño de homenajear a los fundadores debió primar en el espíritu poético de Clotilde del Carmen Rodríguez cuando pintó y bordó la bandera que enarbolaría el teniente coronel German Barrio Howard en campo insurrecto el 7 de febrero de 1869.

La enseña trazada y cosida por la Hija del Damují para las fuerzas patrióticas cienfuegueras comandadas por el general Federico Fernández Cavada recuerda, por su distribución espacial y uso del azul, el blanco y el rojo, a la creada por el marqués de Lafayette recién cuando la Revolución Francesa anunciaba al mundo el nacimiento de una nueva era en la historia.

La poetisa, maestra y artista de la plástica, añadió a su creación elementos que la singularizarían en los campos de guerra y los aires de la paz. La cruz blanca sobre fondo azul representa un mensaje de cristiandad. La franja central blanca sirvió de soporte al escudo de Cienfuegos, obra de Agustín de Santa Cruz en 1831. En la parcela roja Clotilde incrustó otra estrella única y blanca como los dos triángulos que la rematan.

Cielo, pureza y sangre se insertan en la semiótica de la enseña cienfueguera en la misma proporción de la antes estrenada en Cárdenas por Narciso López.

Desde su presencia de mármol en la esquina suroccidental del parque Martí, y aún sin dirigir la vista al magno edificio de gobernar, Clotilde del Carmen, pionera en las artes de enseñar y versificar entre las mujeres de Cienfuegos, agradece a la brisa que ondea la tríada cromática de su verso mejor. Al menos el más perdurable. Como si el soneto sobre lienzo acabara de salir de la punta de su aguja y la redondez del bastidor.

Listo para cantar en la manigua a la luz de la tea de Federico.

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Francisco G. Navarro

Periodista de Cienfuegos. Corresponsal de la agencia Prensa Latina.

Un Comentario en “El verso mejor de Clotilde

  • el 2 julio, 2022 a las 4:40 pm
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    Gracias cronisto , Tú dando siempre en la diana

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