El verano del plátano

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En Cienfuegos, tierra platanera, la fruta germina con sorprendente facilidad en los patios de vecinos, sin mucho abono ni atenciones culturales, ni casi nada de lo necesario para su cultivo a escala intensiva. No obstante, esos plantados a la forma casera posean un sabor y un olor deliciosos, a diferencia de los sembrados en los grandes polos. Ocurre que tanto en algunas huertas hogareñas como en las montañas aun existe la variedad original, desaparecida en su expresión industrial cuando se puso la ciencia al surco ante la necesidad de buscar variantes de mayor potencial. Mas, que sean más o menos sabrosos a la larga no cuenta tanto como la importancia de su presencia en campos y -sobre todo- en tarimas, cuya estancia nos consta a los cienfuegueros, bastante, este año; principalmente durante los meses de verano, donde no se dio ni una escapadita vacacional, superando incluso al Aedes aegyptis, el cual no volvió por lo suyo, con fuerza, hasta las postrimerías caniculares.

Junio, julio y agosto, desafiante triángulo de las Bermudas para la familia cubana, ha sido un verano bien platanero en los agromercados estatales. De tan habitual, contribuyó a generar chistes entre la población o a buscársele una posible identificación en la cábala.  Un cliente medio filósofo, o quizá medio loco, estimó que, dada su forma fálica, la permanencia en agromercados ilustra el coraje de los criollos; así como su capacidad de resistencia. En la wi-fi alguien buscaba, sin éxito, acceder a Google Earth para apreciar desde el espacio las verdes extensiones donde crece una especie que no es invasora ni depredadora como la claria, y por ende no se molesta por la presencia a su vera de otros cultivos. Como los hay, y no pocos, sabemos; cuanto sucede es que -al parecer- la naturaleza, el carácter afable o la facilidad de socialización del verde espécimen lo hace sobresalir por arriba de las demás.

Sí, es verdad, el banano posee potasio, varios nutrientes, se emplea de diferentes formas en la dinámica culinaria y puede utilizarse o bien verde o bien maduro. Sirve para las diarreas estivales y hasta para confeccionar compotas o purés. Pero, más que valoremos a la entrañable fruta, no decide; ni siquiera llega a ser un factor de peso discreto en la ardua tarea de confeccionar el menú del día. A diferencia de otros platos, con o sin este puede emprenderse perfectamente las ingestiones de la jornada.

Compañera de viaje del platanito a lo largo de la agobiante travesía estival ha sido la calabaza. Fotografiar a ambos amigos, juntos o por separados, en los monocordes estantes le generó a este periodista, los meses citados, la consabida impresión de déja vú: esto ya lo había visto antes.

Pasada la época de esas malangas territoriales imposibles de ablandar, del tomate o de otras formas botánicas más atrayentes al plato, al lado de las calabazas y plátanos pudo encontrarse, en volúmenes apreciables, frutabombas. El alto nivel de papayas satisfizo a los clientes a quienes les gusta fabricar dulce, puesto que la mayor parte arribó verde.

En tanto periodistas, quien escribe como otros colegas hemos sido partícipes directos del intenso proceso desarrollado en el país desde 2015, a efectos de favorecer la producción, comercialización, distribución y disminución progresiva de precios. Varios textos del autor respaldaron con vehemencia, en los respectivos momentos, tales objetivos que marchan y no se detienen, pero que desde mi personal punto de vista aun no producen todo el impacto deseado.

Con independencia de que haya agromercados más abastecidos que otros, en líneas generales aun estos siguen perdiendo, por mucho, a la hora de establecer comparaciones con los vendedores del sector privado: un verdadero contrasentido, pues mucha de esa comida se produce en el segmento estatal: viejo cuento de la buena pipa en pos de cuyo despeje me siento incapacitado.

Son meses difíciles para el sector más complicado de este país junto al del transporte, se entiende, como igual estamos claros que vienen en camino impulsos meliorativos para fortalecer la esfera: de acuerdo; pero decir, de momento, que estamos boyantes, sería cuando menos contradictorio.

El sostenido esfuerzo para impulsar la producción debe hallar un mejor reflejo en el abastecimiento diario -sin interrupciones ni desbalances-, a las unidades, en aras de que esas tristes fotos que guardo a estantes poco surtidos o llenos con los mismos productos habituales no deban hacerse nunca más, puesto que no tenga sentido fijar nuestra cámara crítica ante tarimas llenas y ¡variadas¡

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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