El Terry, modelo de institución

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Los integrantes del equipo de prensa encargado de cubrir el arribo del primer vuelo de American Airlines a Cuba, las pasadas semanas, quedamos sorprendidos ante la amabilidad de los directivos de la aerolínea para con la prensa, el acceso total a ellos más allá de las jerarquías y la entrega de toda la información necesaria, sin necesidad de reclamo alguno. Para no hacer el cuento más largo, como dijera el inolvidable guajiro Melesio, solo me faltó por entrevistar al director de AA para Neptuno y Urano, de tan accesibles eran.

Por contraposición -y con independencia de cuánto ha logrado avanzarse en tal gestión aquí, merced a la insistencia constante tanto de nosotros como de quienes nos dirigen-, aun resulta difícil el diálogo cordial sistemático con la prensa por parte de numerosos organismos e instituciones, en lesa elusión suya de un puente de beneficio bidireccional desaprovechado miserablemente.

La verdad es que muchos equipos de comunicación de entidades equis están ahí para curiosear intimidades ajenas en Facebook de 8 a 4, olvidándose de su objeto social, con lo cual se desprecia valioso número de informaciones (algunas verdaderas noticias), a las cuales el periodista no puede llegar más allá de que su apéndice nasal supere en extensión al de Cyrano de Bergerac, en tanto no somos adivinos, no importa cuánto olfato tengamos.

Sin embargo, puede lograrse el objetivo. Incluso de forma tan eficaz como la graficada en el primer párrafo. Cada vez que se me pregunta en torno a un modelo de institución en tal sentido, pongo el ejemplo del quehacer promocional del teatro Tomás Terry: un mecanismo de relojería de Berna, donde coexisten agilidad, eficacia, sentido de la oportunidad, presciencia -algo así, en este contexto, como adelantarse al futuro-, interacción constante con la prensa. Que me perdonen todas las demás instituciones u organismos de cualquier esfera que realizan también un buen trabajo, pero ninguno se le compara. Lo digo con conocimiento de causa. Para los mal pensados: en las conferencias del Terry solo dan o una taza de café o una de té.

Ahora bien, calificar a ese teatro como modelo solo ateniéndonos a su quehacer divulgativo sería harto reductor. Estamos hablando de un verdadero complejo cultural integrador de varios espacios (dos salas, un café-teatro anexo, galería, peñas con parte de la vanguardia artística del territorio, publicaciones, eventos de prestigio internacional como los festivales del monólogo latinoamericano, segmentos temáticos anuales vinculados a distintas manifestaciones escénicas…), donde la fortaleza esencial es la remarcada calidad de la programación, bajo la adscripción a un perfil donde priman las jerarquías culturales, algo de lo cual se habla demasiado pero solo se cumple aquí, en la Uneac o en algunas instituciones. A contexto mayor, a escala social, el concepto todavía es una entidad huera y amorfa sin sentido, a falta de su concreción práctica, unido a la ignorancia campal que lo imposibilita.

Gracias a la institución de marras, los cienfuegueros han visto, vivo y directo, a principales figuras de la cultura cubana (Alicia Alonso, Leo Brower, Silvio Rodríguez, Zenaida Roméu, Lázaro García…). Junto a los grandes del país, los grandes de Cienfuegos, que también lo son de Cuba, porque deslindarlos también sería reductor. Igual, a muchos provenientes de otras latitudes.

Cerca de 50 mil coterráneos visitaron el teatro en 2015 (31 mil 130 en el primer semestre del actual). Solo entre enero-junio del corriente hubo 83 funciones en su sala principal, 352 en su café-teatro, trece en la sala Ateneo y dos en el Centro de Documentación.

Además de por el público nuestro, razón de ser de la plaza cultural, el coliseo es visitado mensualmente por centenares de extranjeros. Los 175 mil CUC recaudados hasta junio por dicho concepto deben poner en condiciones de superar los 200 mil como promedio anuales. Más de 150 mil CUP aportaron los locales hasta el cierre del primer semestre. Y todo eso, a pesar de los problemas constructivos y la perdurable ausencia de climatización.

El Terry no pudiera alcanzar tales resultados sin su notable colectivo de trabajo y, de forma específica, sin su director desde hace veinte años, el miembro de la Uneac, Miguel Cañellas. Convertido en el principal servidor del teatro los 365 días del calendario, gracias a su constancia, tino, capacidad de movimiento, luz larga, inteligencia y mecenazgo cultural, los cienfuegueros podemos contar con uno de los teatros más privilegiados de Cuba en su programación.

El Terry es un verdadero complejo cultural integrador de varios espacios, donde la fortaleza esencial es la jerarquía de la programación./ Foto: Igorra
El Terry es un verdadero complejo cultural integrador de varios espacios, donde la fortaleza esencial es la jerarquía de la programación./ Foto: Igorra

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

2 Comentarios en “El Terry, modelo de institución

  • el 9 octubre, 2016 a las 7:32 am
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    ¿Porqué será que lo que usted narra en el primer párrafo no es lo común en Cuba? Felicidades para los directivos de Terry.

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    • el 9 octubre, 2016 a las 7:59 am
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      No es común, estimado lector, porque no existe una intencionalidad de las directivas con respecto a los equipos de comunicación, que en no pocos casos trabajan a su aire, sin establecer vínculos con la prensa, pues o bien les da pereza como dicen los españoles o bien les hace perder tiempo, en fin… Gracias por su comentario, Julio Martínez Molina

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