El sexteto que desanda la serranía

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Por Yoley Santana González

Elier Artiga Aguilera era chofer, y dejó el timón para lidiar con mulos. Y dicho así pareciera una locura, pero en poco tiempo este guajiro le cogió la vuelta al arria, y no hay trillo ni paso que no se conozca ya.

“A veces tengo que caminar hasta 15 kilómetros por senderos estrechos y barrancos, son como 40 campesinos que pertenecen a la cooperativa, y muchos de ellos viven muy intrincados”.

En efecto, Elier fue para la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Valentín Alonso, como un aguacero en tarde de verano. Llegó en plena época de crisis con el traslado de las producciones de los campesinos hacia la placita de El Nicho, lugar donde se colectan los productos para su venta a Acopio. El guajiro acogió los mulos, y desde entonces, no tiene día ni hora para las adquisiciones.

“Las compras deben hacerse martes y miércoles, pero cuando hay mucha producción, el campesino viene y me dice: ‘Ve a mi casa, lleva tus mulos y trae la carga’. Y no puedo dejar de ir ni aunque caigan centellas”.

¿Por qué… y si algo le sucediera a los mulos?

“Si un campesino me dice que vaya a buscar sus plátanos, y no voy, y se echan a perder, tengo que pagárselos. Cuando el café está de producción es igual, a veces estoy transportando hasta las 11 de la noche para la despulpadora”.

Elier tiene claras sus prioridades, hacer bien su trabajo, y sin pérdidas.

“Últimamente se ha entregado mamey, plátano, naranja agria, limón y cebolla”.

Y no es mentira. Carmen Gómez lleva dos años como dependienta de la placita, y reconoce que desde que el arriero comenzó, la unidad “ha ido levantando”.

“Hoy contamos con ocho productos, pero hay días que la tablilla está llena, hasta con 20 variedades. No solo ofertamos la mercancía de los campesinos, la CCS tiene contrato, además, con Labiofam, y vendemos sus producciones. Los de mayor acogida son el asmasan, la miel y la miel con propoleo”.

De los cosechados menciona algunos como la cebolla, el frijol y los plátanos, estos últimos abundantes en la zona, y con más demanda entre los visitantes que en los locales.

Sentado en un quicio, Elier se arregla sus botas, dice que está refrescando para cuando llegue Acopio comenzar a cargar. De vez en cuando le da algún que otro regaño a sus mulas, a ratos se para, las acaricia y les habla.

“Estoy encantado con ellas, a mí me gusta andar en eso. Tengo dos o tres mansitas, y otras más rebencúas, pero todas son obedientes.  Ellas saben su orden, suben esas lomas derechitas derechitas, una detrás de la otra”.

Los habitantes de Crucecitas y El Nicho ya conocen el paso cadencioso del sexteto, Elier y sus cinco mulas. Y sí que han hecho un buen equipo, día a día desandan el “Guamuhaya” sin lamentos ni caras largas por el rigor del trabajo. Él apenas lleva dos meses, pero la “Valentín Alonso” y su placita han sentido el cambio.

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

Un Comentario en “El sexteto que desanda la serranía

  • el 4 junio, 2017 a las 9:59 pm
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    ¡¿Desanda la serranía!? ¡¿Es decir que la camina hacia atrás!? Porque a eso es a lo que se refería Eusebio Leal cuando puso de moda la ahora tan socorrida palabreja. El decía que “desandaba” las calles de La Habana porque supuestamente iba hacia su pasado, para contar historias… Unos mulos caminando para atrás, eso habría que verlo.

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