El palacio arrabalero (+Fotos)

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 22 segundos

Ante semejante espectáculo bajó de la bicicleta y sacó enseguida su cámara fotográfica: abrió el lente en espiral y capturó de manera íntegra al edificio más elegante y majestuoso de todo aquel paraje.

En el culmen de la curiosidad, lo rodeó y husmeó por todos lados. Desde más lejos, algunos vecinos observaban al joven estupefacto que elevaba el cuello entre las rejas de las altas ventanas desvencijadas. El inmenso hueco en una de ellas le permitió hacer una toma de su interior: desolación; buróes y gavetas desperdigados cual ataúdes profanados en medio de una tormenta de churre. Parece una antigua oficina (quizás); una oficina que resguardaba un tesoro (tal vez), y fue saqueado sin misericordia (quién sabe).

Al continuar el bojeo por la franja derecha de la instalación, buscando los mejores ángulos entre barandas y pretiles conformados por balaustres y pilares de otra época (sin dudas), una voz inocentona surgió detrás de él. “¿Qué haces aquí? ¿Estás tirando fotos? Ven conmigo, te voy a enseñar bien la torre”. Un chiquillo, tan solidario como indiscreto, lo acompañó hasta el otro extremo donde había una terraza de la cual nacía la atalaya cilíndrica, coronada no solo por una barandilla, sino con un matojo fláccido como bandera.

A veces venía una señora y abría la puerta, pero hace tiempo que no la veo”. Encima del desteñido portón de la entrada al recinto, entre las molduras, ambos observaron un número escoltado por dos ramas. “¿Sabes qué número es ese?”. El chicuelo negó con la cabeza, pero no escondió su interés por saber. “Es un 1904 y seguro indica el año en que fue construido este lugar. Debió ser muy bonito en aquel entonces”. El niño al escucharlo, le lanzó una mueca maliciosa y salió corriendo sin decir palabra.

El joven retrocedió un poco para realizar una panorámica del inmueble, pero fue entonces cuando se percató de las fisuras en la torre del palacete, y la terrible exposición de sus ladrillos cual tablero de ajedrez monocromático cerca de la terraza, en el segundo nivel. Con desánimo vio la belleza de la celosía hecha de madera, tronchada en una de sus secciones. Lo que una vez pudo tamizar la luz del sol en las sienes de las personas que allí descansaron, hoy es un vago y apacible pensamiento en la imaginación de ese muchacho fisgón.

¿Eso ahí? ¡Ese es el Palacio! El Palacio de Marta Abreu”. Tal fue la respuesta de un transeúnte ─ya entrado en años─, que pasaba cerca.

En efecto, ahora todo lo tenía más claro: le había tirado fotos a una casa vivienda de inicio del siglo XX, mandada a construir por la propia Marta Abreu de Estévez tras heredar en 1890 el antiguo ingenio San Francisco, cercano a Cruces. ¡Qué regia arquitectura! ¡Cuánto neoclasicismo y eclecticismo en todas estas casas de los dueños de ingenios cubanos decimonónicos, cuya fortuna se amasó sobre la base de la explotación colonial y neocolonial!

No. Ya no funciona ni como oficina ni como nada… Con la falta que hace una escuela secundaria aquí en el batey y mira eso como está”. La respuesta le salió con nostalgia, como de alguien que vive hace más de treinta años en aquella infecunda comarca y anhela el retorno de sus años mozos.

El muchacho montó otra vez en su bicicleta, guardó la videocámara cronista y en vez de mirar hacia el palacio ocre de la destacada patriota cubana, observó con embeleso la torre del antiguo central, erguida como estaca en el corazón del tiempo: pensó en ella como único e inamovible testigo de la decadencia allí; de la muerte de los bien diseñados y hermosos jardines que hace 115 años rodearon a la fastuosa residencia. Pero también, de cómo pasó de ser el foco atrayente de un emporio azucarero a un asunto quimérico y baladí en la periferia.

Galería de fotos

Regia arquitectura de la que fuera casa vivienda de la patriota Marta Abreu de Estévez, heredera del antiguo ingenio San Francisco, cercano a Cruces. Hoy en estado de abandono, en su momento llegó a albergar las oficinas del central azucarero que luego de 1959 llevaría el nombre de la benefactora santaclareña. /Fotos: Delvis Toledo de la Cruz

Visitas: 1969

Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

10 Comentarios en “El palacio arrabalero (+Fotos)

  • el 5 noviembre, 2019 a las 10:18 am
    Permalink

    Coincido completamente con Héctor castillo. Considero además que no podemos culpar solamente al Minaz, la mayoría de las instalaciones que no se desmantelaron se traspasaron a otros organismos. El desarrollo de nuestro país a lo largo de la historia ha estado muy ligado a la industria azucarera, que propició la construcción de edificaciones magestuosas y que en la actualidad desgraciadamente, existen muchos ejemplos como este de deterioro y abandono.

    Respuesta
  • el 4 noviembre, 2019 a las 9:02 am
    Permalink

    Lamentable. Solo por haber sido la casa de una personalidad como Martha Abreu ese inmueble merecía un trato diferenciado. ¿Estaremos a tiempo de hacer algo a su favor?

    Respuesta
  • el 4 noviembre, 2019 a las 12:59 am
    Permalink

    nos hemos acostumbrado a vivir entre ruinas y eso es triste, por eso se destruyen escuelas, hospitales, parques en fin, porque no tenemos la cultura del detalle, de lo bello, de lo sencillo, se nos ha ido volando…no se a donde.

    Respuesta
    • el 4 noviembre, 2019 a las 1:31 pm
      Permalink

      No aprendimos lo bueno que tuvieron y tienen nuestros antiguos conquistadores: los españoles hoy, tienen bien alto el sentido de pertenencia hacia sus inmuebles. Les fascina la conservación; están obsesionados con antiguos documentos, catedrales, espacios de interés… Incluso en las zonas más apartadas de la península. Nunca he ido a España, pero lo sé por mis lecturas y por imágenes que lo constatan.
      Pero nosotros, más allá de las carencias, ¿qué hemos hecho? ¿Qué nos ha caracterizado?

      Respuesta
  • el 3 noviembre, 2019 a las 1:07 pm
    Permalink

    Nada justifica la pérdida de un patrimonio arquitectónico como el presente en muchos de los bateyes de los centrales que fueron demolidos y también en los activos. La cuestión y a la vez interrogante es, qué organismo se hace cargo de esa herencia material para mejorarla, atenderla y no dejar que se pierda. Si varias ciudades cubanas patrimoniales tienen Oficina del Conservador ¿no es factible crear un ente similar a escala de provincias con recursos y autoridad para esa labor de rescate?

    Respuesta
    • el 4 noviembre, 2019 a las 1:22 pm
      Permalink

      Pues sí: nada lo justifica. Ni siquiera esa vaga excusa de la lejanía, la ruralidad o la falta de pecunia. Irse por la tangente del dinero es una desvergûenza: la realidad me ha demostrado que cuando no hay interés, ni con todo el dinero del mundo se logran las cosas. Si a la Oficina del Conservador o a Comunales le importase de veras rescatar y convertir en un museo o una escuela la antigua vivienda de Marta Abreu, lo haría sin tapujos.
      Gracias por comentar. Habrán más crónicas, no lo dude.

      Respuesta
  • el 3 noviembre, 2019 a las 8:38 am
    Permalink

    Recuerdo tuve una novia cerca del palacio, cuando eso el mismo fungía como oficinas del antiguo CAI Marta Abreus hoy Pastas Largas un edificio bello lastima que tambien sea víctima del gran programa Alvaro Reinoso que acabo con los centrales de Cienfuegos y demás provincias y junto con ellos edificaciones bellisimas de epoca fui testigo de la destrucción total de estos en Espartaco su iglesia la Casona (Oficinas) , de su iglesia y la casona de la piscina antigua casa de los dueños una lastima

    Respuesta
    • el 3 noviembre, 2019 a las 1:26 pm
      Permalink

      Cienfueguero, es irresponsable achacarle el papel de victimario al programa Alvaro Reinoso. Muchos azucareros le deben hoy a esa idea para nada disparatada. No hay justificación para el abandono de las casonas. Pienso que en aquel momento el entonces MINAZ y los encargados del Patrimonio en Cuba debieron prever qué hacer para preservarlas, como igual custodiar para bien del país, y no para enriquecimiento ilícito de algunos, los “hierros” desmantelados abandonados a su suerte, como las casonas.

      Respuesta
      • el 3 noviembre, 2019 a las 1:36 pm
        Permalink

        Cienfueguero, la medida de cerrar ingenios era impostergable después del derrumbe del socialismo en el este europeo, la disolución de la URSS y la desaparición del CAME . Sin financiamiento y sin mercado era (y sigue siendo) inviable para una economía como la cubana, dependiente de las importaciones, un emporio como el del azúcar. Fíjate que disminuido a menos de la mitad de lo que era, todavía cuesta asegurar lo que lleva una zafra. ¿Qué se hubiese hecho Cuba en una situación como la actual?

        Respuesta
        • el 4 noviembre, 2019 a las 12:13 pm
          Permalink

          Castillo: Muy acertada esa precisión, ineludible, tuya.

          Respuesta

Responder a Jorge Toledo García Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *