El mosquito vive con nosotros

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Hace muy poco, y durante una audiencia sanitaria sobre las arbovirosis, que no son más que los virus transmitidos por vectores artrópodos, escuché que el mosquito vive con nosotros y vuela a nuestro alrededor, y ese hecho me asustó. En consecuencia, pretendo alertar a nuestros lectores sobre este tópico.

Sí, porque a pesar de la amplia divulgación que ha encontrado el tema de la prevención y las campañas educativas contra el Aedes aegypti, aún no comprendemos, en toda la extensión semántica, la palabra riesgo. Dolores de cabeza, fiebre y malestar general son los primeros síntomas de estas enfermedades transmitidas por el vector, que puede contagiar a una comunidad entera si el “enemigo” vuela por allí.

Por ello, es preciso comprender, ejecutar y desarrollar, las campañas diseñadas hoy para prevenir, y de esa forma evitar los criaderos en casa, centros de trabajo y estudio, esas mismas escuelas que dentro de un breve tiempo se sumirán en un receso docente, y la tranquilidad sustituirá el bullicio en sus aulas y patios; terreno que bien podría aprovechar el mosquito para reproducirse.

Centros de trabajo, higienizados y libres de Aedes aegypti; Mi tanque seguro; Más responsabilidad, menos riesgo; y Mi escuela libre de Aedes aegypti son las campañas diseñadas y puestas en práctica en estos meses de verano, en medio de altas temperaturas y lluvias, condiciones que favorecen la transmisión de enfermedades infectocontagiosas.

Y a menudo le echamos la culpa al vertedero de la esquina, al salidero de aguas albañales o de agua limpia, a una pila de basura que lidia por convertirse en supiadero ilegal, entre otras causales, sin que tomemos en cuenta nuestra responsabilidad cívica y ciudadana; sí, porque esa basura no vino volando ni de otro planeta, la depositamos nosotros o nuestros vecinos, y lo permitimos; la tubería la rompió un inconsciente conductor, o la “pinchó” el de enfrente para regar su plantación o poner una toma directa; el agua que se acumula en los alrededores de un edificio multifamiliar y las “jabitas” con basuras, fueron lanzadas desde las alturas…, y así estaría enumerando una larguísima lista de indisciplinas que conllevan a la insalubridad.

Es verdad que se necesitan leyes más duras, multas más altas y el mantenimiento a las redes de alcantarillado y acueducto, pero también se necesita más disciplina, responsabilidad y compromiso ciudadano con nuestros barrios, entornos y patios o apartamentos.

Quizá resulte más cómodo denunciar, a veces desde el anonimato, que encarar a quienes ensucian y contaminan, sin derecho, el medio ambiente; ese entorno donde vivimos, descansamos y crecen nuestros hijos y nietos; sí, porque decirle a un vecino: “No arrojes esa basura ahí”, puede devenir conflicto y terminar en un altercado. Sin embargo, cuando alguien en la cuadra enferma de dengue, Zika, Chiquingunya o de otros de los virus que transmite el mosquito, entonces comprendemos cuan necesario resulta cumplir con los requerimientos de esas campañas de salud que han diseñado los especialistas para nosotros.

La Dra. Ileana Enríquez Corona, jefa del departamento de Promoción y Prevención de Salud, se la pasa como una hormiguita, tratando de que todos escuchen sus mensajes en la radio, la TV y la prensa escrita y digital, porque ella conoce los riesgos, tiene percepción del peligro y no quiere que la gente enferme y se contagie; y yo los invito a escuchar, interiorizar y llevar a la práctica todo cuanto aconsejan; a limpiar y tapar los tanques bajos y altos; y a extremar todas las medidas, para que este verano, no obstante las dificultades económicas que enfrentamos, sea una canícula tranquila y saludable, en la que celebremos los éxitos de los estudiantes de casa, el pase de grado, la graduación, y hasta el haber obtenido una carrera universitaria, en la tranquilidad del hogar, sin la compañía de mosquitos que pongan en peligro la salud.

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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