El mercado se olvidó de los viejitos

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Vivir una vejez cómoda puede ser la aspiración de cualquier persona en el mundo. Algunas hasta se lo proponen como meta y trabajan duro para alcanzarla. Pero ese esfuerzo en el ámbito individual o familiar requiere un respaldo socio-económico para consumarse. Implica cambios en servicios de asistencia médica, transporte, comercios…

Desde hace varios años, Cuba acentúa las políticas de protección a la ancianidad. El irreversible envejecimiento de su población ha conducido a varias transformaciones, esencialmente en la Salud Pública. Otros sectores continúan ajenos al desafío. Al mercado, por ejemplo, se le olvidan los viejos.

En las tiendas del país obvian las necesidades y preferencias de los adultos mayores. La venta de ropa, calzado y alimentos sin ajuste a la demanda, prueba la escasa visibilidad de este segmento etario en cuestiones comerciales. A la hora de vender, las canas por lo general no son tenidas en cuenta.

De alguna manera, creo que existe una incompleta percepción sobre los ancianos, que entorpece considerar su verdadero potencial. Se les atribuye cierto grado de conformismo y bajo tal condición opera, muchas veces, la limitada satisfacción a sus urgencias. Suele entenderse que por la edad carecen de gustos e intereses, y estarán de acuerdo con todo.

Ni pantuflas ni pijamas ni “batas de casa” con la factura adecuada encuentran en las tiendas. Tampoco ropa de tejido fresco ni zapatos con el diseño apropiado para sobrellevar los callos en los pies, algo que les gratifique o complazca. Tropiezan, eso sí, con zapatillas y tacones, blusas con brillo y pantalones ajustados.

Las confecciones nacionales solventan apenas el vacío. El empleo de textiles no favorables en el caluroso clima cubano (poliéster en lugar de algodón), resta utilidad a los artículos en venta. La industria precisa, primero, conocer en detalle el tipo de cliente a quien destina su producto. Sucede igual con los precios, un tanto ajenos a la ínfima pensión del jubilado.

En términos de comercialización, las personas mayores son poco valoradas en el país como un grupo económicamente atractivo. Sin embargo, naciones con similar comportamiento demográfico advierten en el envejecimiento numerosas posibilidades de consumo. Incluso, varios especialistas han llegado a afirmar que el futuro del mercado se halla en los abuelos.

Si en 2025 uno de cada cuatro cubanos tendrá más de 60 años, ¿no sería conveniente reevaluar el asunto? El cuidado de la tercera edad —eje estratégico en el desarrollo de la nación— requiere la implementación de acciones integrales en pos de mayor confort y calidad de vida.

La construcción y reparación de hogares de ancianos y casas de abuelos, junto a la suma de nuevas consultas de geriatría, anticipan el camino a seguir. El otro tramo compete a las esferas de la producción y los servicios, aún permeadas por el estereotipo de que los ancianos no compran lo suficiente.

Por la dimensión de los cambios, quizás resulte complejo atender con holgura las necesidades de la vejez. Para la débil economía de Cuba es, de hecho, un problema. Ahora bien, debe pensarse en todos los sentidos en vez de continuar prolongando las eventuales opciones. No solo en materia de vestuario o alimentación, también en la garantía constante de sillas de ruedas, bastones, aparatos auditivos, colchones, camas…

El propio interés gubernamental de fomentar la participación activa de los adultos mayores en la vida socio-económica del país, habla claramente de reorientar la brújula hacia el proceso demográfico actual. En esa línea, al mercado le corresponde repasar su estadio, expandir las ofertas. Los viejos, como las demás generaciones, necesitan descubrirse en su espejo.

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

4 Comentarios en “El mercado se olvidó de los viejitos

  • el 5 abril, 2017 a las 4:20 pm
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    Muy acertado escrito, aqui en Camaguey adolecemos de lo mismo, es un problema nacional, yo soy gorda y tengo siempre que estar buscando en las Trapishopping para de dos piezas hacerme una, y de zapatos ni hablar, todo es supercuñas, tacones como alfileres, por qué no hacen zapatos bajos, alpargatas, tan cómodas, cuando fui joven vendían alpargatas y se bordaban en la parte delantera y servían hasta para ir a trabajar, pero bueno parece que los viejos ya no tenemos derecho a la comodidad y que quede claro no somos conformistas, pero aveces no vale la pena ni discutir porque al final la culpa nunca es de nadie y este nadie piensa que él o ella nunca llegarán a viejos.

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    • el 6 abril, 2017 a las 10:36 am
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      Gracias por su comentario, Esperanza. Realmente, el país ha avanzado en la protección a la ancianidad, pero en materia de mercado, de bienes y servicios para los adultos mayores nos hemos ido quedando atrás. El panorama demográfico actual de Cuba no encuentra respaldo en cuestiones comerciales.

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  • el 5 abril, 2017 a las 8:36 am
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    Roberto, muy bueno y oportuno tu comentario, cuánta razón!!! Hace muy poco fue el cumple de mi mami, 74, le quería regalar unos zapatos cómodos y nada, nadita, no los encontré. Pero también el mercado se ha olvidado de nosotras, las pasaditas de peso, no venden nada para las “gordas”, por eso en la calle parecemos tayuyos mal envueltos. Es preciso que el mercado cubano busque la diversidad, oportuno este trabajo para llamar la atención sobre el asunto

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    • el 5 abril, 2017 a las 10:12 am
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      Gracias Ana, es, como dices, un tema que debe repensarse en Cuba. Y también es muy cierto que otros segmentos de la sociedad, como las personas gordas, muchas veces no logran satisfacer sus necesidades en cuanto a vestuario en nuestras tiendas.

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