El mejor abono para tus plantas

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Como cualquier ser vivo, las plantas también necesitan alimentarse. Parte de los nutrientes vitales los puede proporcionar los fertilizantes. Luego, abonar la tierra es fundamental para que tus macetas y jardineras luzcan espléndidas. Sin embargo, al igual que seleccionas cuidadosamente el agua del riego y el sustrato, así tendrás que elegir este imprescindible suplemento en función de sus características y necesidades de las matas.

El abono orgánico (AO) es el favorito pues sus propiedades y las diferentes clases que existen, hacen de él la mejor opción para conseguir dotar al suelo de todo lo que necesita para volver a ser fértil. A diferencia de los inorgánicos, el propuesto procede de la descomposición de elementos vegetales o animales, lo que dota a la tierra de elementos naturales, los que, por un lado, no agreden al medio ambiente y por otra proporciona frutos mucho más saludable.

Elige la mejor opción

La composición física y biológica del suelo mejora, reduce las variaciones del PH e incluso contribuye a la retención de agua. En tanto, un buen AO en tu huerto supone un sinfín de oportunidades para cultivar lo que quieras y que aporte las mejores prestaciones, aunque debes saber que resulta fundamental analizar primero las condiciones del terreno, tanto su nivel de fertilidad como la humedad que posee o el tipo de especie vegetal a sembrar.

El humus de lombriz es de los mejores AO conocidos gracias al trabajo de esos anélidos, ideal para plantas de interior y huertos familiares y patios. El uso de ese subproducto permite que el sustrato se mantenga aireado y lleno de nutrientes, algo que contribuye a retener humedad y dar vitalidad a las plantas.

El también conocido como vermicompost se obtiene de un proceso denominado vermicompostaje, en el cual las lombrices digieren material orgánico, descomponiéndolo gracias a la acción de sus enzimas digestivas y de la microflora presente en su organismo. Se distingue por poseer una flora microbiana con nitrógeno, potasio y fósforo. Es fácil de asimilar por las plantas ya que tiene ácidos fúlvicos lo que estimula el enraizamiento.

El humus no es nada novedoso, aunque en los últimos años se haya puesto de moda. Naturalmente siempre ha existido una acción de las lombrices en cualquier tipo de suelo, descomponen la materia orgánica y la transforman, es decir, completan de esta foma una parte del ciclo del carbono.

La lombricultura tampoco es una invención nueva, ya que tradicionalmente se ha venido aplicando en las zonas rurales. Los agricultores depositaban los restos de cultivos y los deshechos de los animales en las llamadas “estercoleras” donde lo dejaban madurar antes de aplicar al cultivo.

Los llamados abonos verdes son otra de las opciones más empleadas en el mundo de la agroecología, sobre todo en plantaciones más comerciales, aunque cualquiera que tenga una pequeña parcela puede recurrir a ellos. Hablamos de dejar crecer cualquier planta en la tierra para que juntas formen un manto protector y permitan aportar los nutrimentos que necesita el suelo para el siguiente ciclo agrícola.

Son ideales para el fomento de las leguminosas, toda vez que recogen el nitrógeno del aire y lo aportan al terreno, permitiendo que éste mejore sus niveles de fertilidad. En otro orden, resulta un buen modo de mantener tus sembradíos protegidos mientras se revitalizan.

Tal vez has oído hablar del compost, pero, ¿sabes de qué se trata? Pues sepa que es el resultado de acumular basura orgánica y convertirla en abono a través de un proceso de oxidación que no requiere grandes inversiones, por lo que no es extraño comprobar como muchas personas aprovechan sus residuos para invertirlos en sus terrenos.

Entonces, se trata de un producto obtenido a partir de diferentes materiales de origen orgánico (lodos de depuración, estiércol, fracción orgánica de residuos sólidos, desechos agropecuarios y otros), los cuales son sometidos a un proceso biológico controlado de fermentación denominado compostaje. Posee un aspecto terroso, libre de olores y de patógenos

Además de resultar un excelente fertilizante ecológico, hacer compost casero deviene  actividad ideal para toda la familia, una forma perfecta de acercar la naturaleza a los más pequeños de la casa, de transmitir valores de consumo responsable, reciclar y promover el respeto por el medio ambiente, son parte de los beneficios de esa práctica.

Eso sí, para fabricarlo debemos tener bien claras tres ideas importantes antes de empezar:

  1. Necesitaremos un compostador donde hacerlo crecer; un recipiente adecuado en el que ir añadiendo la materia prima que, poco a poco, se convertirá en compost casero. Este receptáculo lo podemos comprar o, mejor todavía, construir uno propio reciclando y dando una segunda vida a objetos que ya han cumplido su labor inicial como, por ejemplo, tiestos viejos, palets de obra, cajas de fruta de madera, etc.
  2. Nuestra mezcla de compost casero va a ir creciendo a partir de diferentes tipos de componentes: cáscaras de huevo, peladuras de frutas y de verduras, pieles de patatas, ramitas, paja fresca, hierba húmeda, posos de café… La clave está en combinar el azúcar, la celulosa y el nitrógeno de los diferentes desechos orgánicos con el fin de preparar ese abono orgánico que, en esencia, constituye nuestro fin.
  3. El riesgo más importante de preparar compost casero es que los desechos se pudran y no consigamos nada más que una masa informe y pestilente. Evitaremos ese riesgo de dos formas:

-Intercalando en capas alternas los desechos húmedos y secos.

-Ventilando periódicamente nuestra masa.

Hay muchas recetas o formas diferentes de hacer compostaje, pero la que te proponemos a continuación es una de las más sencillas, así toda la familia podrá disfrutar de esta gratificante experiencia. Los pasos básicos son preparar el compostador, ir añadiendo los desechos orgánicos por capas y, por último, hidratar bien tu fertilizante orgánico.

Algo que tienes que tener presente y transmitir a los niños y niñas de la casa es que el compostador no es un cubo de basura, sino un recipiente que luego servirá para enriquecer la tierra de nuestro huerto urbano o de las plantas de nuestras macetas.

Ojo, nuestro AO necesita cierto grado de humedad para poder ir formándose ese fertilizante artesanal que enriquecerá nuestros cultivos ecológicos. Así, es necesario que la reguemos de vez en cuando sin encharcar el contenedor, pero procurando que la humedad penetre en las diferentes capas que hemos ido añadiendo a nuestra caja de compost.

Pasado el tiempo y una vez que tengamos una masa homogénea terrosa e inodora y con la textura adecuada, estamos en condiciones de usar nuestro fertilizante casero.

Puede que el abono orgánico más antiguo y universal sea el estiércol. Procede de los residuos orgánicos de los animales, concretamente sus excrementos. Son ricos en nutrientes (nitrógeno, fósforo y potasio) y micronutrientes (calcio, magnesio, azufre, hierro, manganeso), por lo que se le considera como uno de los fertilizantes naturales más eficientes. Además, permite emplear los residuos del ganado en recuperar suelos que ya han sido explotados por la agricultura, condición que permite recuperar mucho más rápido que con otras soluciones.

La bosta de ganado bovino es el de mayor cantidad en explotación rural, fundamental para mejorar los suelos cálidos, darle consistencia a la tierra, muy convenientes en todo tipo de plantas, es el que dura más largo tiempo y con uniformidad.

Por su parte, el excremento de carnero es más activo y caliente, aconsejable para suelos fuertes o fríos. Su efecto es rápido, pero de menos duración, mucho mejor, mayor cantidad y eficaz en los granos oleaginosos. Mientras el de caballo es bastante pajoso, sus efectos son menos durables que el anterior, recomendable para suelos fríos. No es de mucha utilidad en terrenos ligeros o arenosos, fácil de fermentar, necesita riego constante, empleado en establecimiento de criaderos y su bondad depende del género de alimentación.

Mientras, la boñiga de cerdo es más aconsejable para las praderas y la de las aves resulta excelente para fertilizar plantas, suelos, activos con efectos rápidos y de gran utilidad en tierras frías o húmedas, con el añadido de que en los prados elimina la vegetación indeseada.

 

 

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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