El espíritu de la familia Suero Balbín

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La casa es impresionante. Desde afuera uno se siente disminuido ante las enormes puertas llenas de arabescos, ante el balcón central con sus figuras humanas que parecen vigilarte si uno hace sonar, discretamente, como escondiéndose, la gran aldaba.

Desde adentro, la mente comienza un juego, quizá inevitable, y el tiempo va hacia atrás con mucha velocidad y de repente uno siente que vive en 1912; es como si el espíritu de Alejandro Suero Balbín, el primer propietario de este palacete (avenida 52 No. 2706, entre 27 y 29) aún estuviera vagando entre las paredes, las columnas con capiteles de elefantes o las mamparas.

Desde 1920 hasta 2001 esta casona de la calle Argüelles perteneció a Nena Méndez y aún hoy se le identifica de esa manera; pero el actual propietario es José Antonio Barón Bravo, quien realiza desde hace cuatro años una labor de restauración sorprendente que le devolverá la magnificencia a esta construcción doméstica de principios del siglo XX.

La guía de arquitectura y paisaje Las Villas y Matanzas, recoge la siguiente descripción sobre esta casa ecléctica:
“Excepcional inmueble de excelente factura y profusa decoración, donde abundan los materiales de calidad (…). En los pisos se utilizó el mármol y los mosaicos, mientras que en la carpintería se observa la persianería francesa, tableros almohadillados y labrados y (…) rejas metálicas profusamente decoradas tanto en interiores como exteriores. Presenta vanos interiores con doble carpintería (mamparas y puertas) y techos primorosamente decorados en yeso con frescos que aluden al romanticismo francés.

“El primer nivel luce menos decoración en fachada, pero con elementos de mayor complejidad, como las columnas salomónicas y tres vanos con composición simple que terminan en arcos. El segundo posee una libre disposición de sus vanos con una ligera presencia de códigos barrocos en las cornisas y figuras humanas bajo el balcón central. La obra es considerada un hito de la arquitectura doméstica cienfueguera”.

José Antonio Barón cuenta que cuando adquirió la casa “estaba muy dañada; yo me encontré una ruina. Todos mis amigos me decían que era una locura invertir aquí, pero esto es una obra de arte y yo me enamoré de ella. La vivienda pasó diez años cerrada porque aún no tenía todos los recursos para comenzar la restauración e incluso hubo robos, pero ya nos hemos recuperado”.

Lo más asombroso es la cuidadosa manera en que Barón Bravo ha respetado y mantenido todo elemento original de este inmueble, ha hecho reproducciones del trabajo en yeso, ha restaurado los frescos de los techos, las bañeras y lavamanos, la carpintería, la herrería, los pisos… e intenta colocar una adecuada decoración que aluda a la época. “En realidad —afirma el propietario— hemos conservado un 99 por ciento los elementos auténticos del inmueble y así sus valores patrimoniales. Acá nada se ha desperdiciado. Y todo ello también ha sido posible gracias a Irán Millán y todo su equipo de la Oficina del Conservador, quienes me han asesorado mucho, me brindaron los planos originales de la casa y las vistas aéreas de la zona, allí pude ver una antigua cúpula que remataba el tercer nivel de la casa y que posteriormente recuperaremos. Además, gran parte de los muchachos que han realizado el trabajo son egresados de la Escuela de Oficios”.

La antigua casa de Nena Méndez se encuentra a un 85 por ciento de recuperación. En un futuro se convertirá en un hostal de tres pisos con una envidiable historia, inigualable paisaje y excepcionales valores arquitectónicos. El espíritu de la familia Suero Balbín parece inmortal.

*Escrito por Claudia Martínez Bueno y Melissa Cordero Novo

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2 Comentarios en “El espíritu de la familia Suero Balbín

  • el 12 abril, 2017 a las 1:01 am
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    Qué bueno que la casa se recupere, pero para los cienfuegueros siempre será la casa de Nena Méndez. Muchas felicidades a su Nuevo inquilino y que las nuevas generaciones amen y respeten nuestra tradición.

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  • el 7 abril, 2017 a las 11:16 am
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    Excelente trabajo, que nos hace viajar por la historia arquitectónica de Cienfuegos, que tiene un estilo totalmente ecléctico. Yo siempre me fijo en esa casa, pensé que la reparaba la Oficina del Conservador, y mira, me entero con las periodistas de la Oficina que es particular. Qué bien que personas como es el caso se interesen por recuperar un inmueble que es parte del decursar de la ciudad. Así pasa en Trinidad, que los propietarios de las viviendas han conservado el patrimonio de la Villa. Qué maravilla que este vecino conserve la vivienda, las mamparas, los guardavecinos… todo, es una belleza. No corrió igual suerte la casa que antes fuera el palacio de Matrimonios y ahora son oficinas de justicia, creo, que la han llenado de cubículos y divisiones, qué crimen contra el patrimonio arquitectónico de Cienfuegos!!! La historia siempre se contará por sus casas, buen trabajo muchachas, y gracias al 5, esa galería de fotos es una maravilla

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