El espinoso arte de saltar al vacío

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Un ciclo académico está a punto de concluir y con estos reflujos crece la esperanza en los tiempos venturosos. Luego de la graduación se consumarán los andares hacia la lucidez y eso lo tienen bien sabido los pupilos del cuarto nivel de la especialidad de artes visuales de Cienfuegos. Fueron años difíciles, acosados por la irresolución y los peligros de la Covid-19; empero, los estorbos han sido depuestos con voluntad y ansias. Acaso la muestra Saltando al vacío, coordinada por el pedagogo y artista Raúl Cué Echemendía, con el auspicio del Departamento de Artes Visuales de la Escuela de Arte Benny Moré, trasluce estos vigores y deviene un cántico a modo de fe en las nuevas generaciones y sus adeudos camino al futuro de las artes sureñas y cubanas en general. Muy grato que la muestra de marras suceda en el entorno de las solemnidades por la cultura local y que estos ocho estudiantes de la academia (escoltados por su institutor) provean una síntesis de sus mejores signos, confiados en que deben enfrentarse a los acomodos y hallar una voz propia en esta plaza tan competitiva y transgresora.

Troquel, obra de Yannaira Aroche Marcillán.

En el conjunto de la muestra, presentada donde la galería del recinto formativo, irrumpen variados subgéneros de las artes visuales, como la escultura, el dibujo, la instalación y el grabado, disciplinas en la que resisten unos y otros, preservando sus potenciales estilos y poéticas, durante este periplo volcados hacia preocupaciones ecuménicas, como la necesidad de existir en armonía con el entorno animal, los azotes de las migraciones y la disolución matrimonial en la cohesión de la familia y los lazos interpersonales, la flaqueza del ser en la algazara de la vida, los retos existenciales en los tiempos de la posmodernidad (sobre la muerte del sujeto incluido) y los estándares en los procesos formativos del arte. Esta variedad de tópicos enriquece la dinámica fabulatoria, aunque ciertos elementos estructurales urgen de los pulidos respectivos (el carácter narrativo de algunas propuestas, por ejemplo)y en varios casos no se optimizó el enfoque estético-cognitivo, pues en ocasiones los hacedores se conformaron tan solo con la artisticidad.

Saltando…, es un buen esfuerzo de diálogo generacional, cohesor de distintos modos de hacer y pensar el arte, de tempos y enunciados contrapuntantes, de búsquedas o experimentaciones que a veces se descuajan debido a la ausencia de madurez filosófica o teórica, pero que no nos dejan impasibles. En estos derroteros sobresalen los cotejos instalacionistas de Dianamaris Rodríguez Alfonso, las focalizaciones psicoanalíticas de Diana L. Ledesma Blázquez y Amanda L. Sánchez González y las prédicas ambientalistas de María Daniela Ferreira Calderón, entre otros textos, donde se conectan fluidamente los códigos alegóricos y se fortifican las claves emocionales e introspectivas.

Detalle de la serie instalativa Huellas, de María Daniela Ferreira Calderón.

Claramente, estamos ante una selección de textos visuales que resulta oportuna para la fecha y constata a la academia sureña como un asidero de creadores llamados a transmutar el panorama visual de la región.

De la serie En el subconsciente de Amanda Lucía Sánchez González.
Obra de Diana Laura Ledesma Blázquez.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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