El deseo histórico eterno de EE.UU.: engullirse a Cuba

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En Una vieja página en la agenda de los Estados Unidos, tercer ensayo del libro Cuba, ¿fin de la historia?, de Ernesto Limia Díaz, aparece este párrafo, leído durante la presentación del texto a los universitarios de Cienfuegos por parte del músico Raúl Paz:

“El secretario de Estado del presidente norteamericano James Monroe, John Quincy Adams, decía ya en 1823: hay leyes de gravitación política como las leyes de la física, y así como una manzana separada de su árbol por la fuerza del viento, no puede, aunque quiera, dejar de caer al suelo, así Cuba, una vez separada de España y rota la conexión superficial que la liga con ella, será incapaz de sostenerse por sí sola, y tiene que gravitar necesariamente ante la Unión Americana”.

Solo que en Cuba no hay manzanas, bromeó de la manera más seria Raúl tras leerlo y emitir sus apreciaciones generales en torno a un material literario en cuyos cinco segmentos el autor traza un sinnúmero de ideas acopladas a la columna vertebral conceptual de que el imperio jamás ha dejado de ambicionar engullirse a Cuba.

Durante el intercambio con los estudiantes de las casas altos estudios del territorio suscitado luego de la presentación del texto en la Universidad de las Ciencias Médicas Raúl Dorticós Torrado, Limia recordó que aun era una colonia de Inglaterra aquel país cuando ya tenía entre sus apetencias expansivas la anexión del nuestro.

El estudioso refrendó conceptos cardinales e irrenunciables de dignidad, independencia, decoro, resistencia y victoria a quienes dirigirán a Cuba en las próximas décadas.

Solo ha habido dos partidos aquí a lo largo de la historia: los independentistas y los anexionistas, significó Limia, quien recordó como fuimos una colonia económica de Washington desde la década de los ’80 del siglo XIX y cómo entonces intentaron apoderarse completamente de Cuba luego de treinta años de lucha de nuestro pueblo contra el colonialismo español.

Como parte de su intervención, Limia hizo un aparte para evocar la extraordinaria impronta de un intelectual comunista cienfueguero, nacional y continental como Carlos Rafael Rodríguez, cuyo estudio y conocimiento recabó de parte de una juventud que no puede sumirlo en el olvido, sentenció.

Precisamente, en el ensayo quinto de su libro, titulado Conectar desde los sentimientos (denominación empleada asimismo para el proyecto conjunto con Paz que desarrolla por las universidades cubanas a favor de promover el estudio de nuestra historia patria), el investigador pide a las nuevas generaciones rechazar las posturas de apatía, del no hacer nada y de seguir inmóviles ante la incoherencia y el neoliberalismo.

Fieles con tal espíritu, Limia y Paz, ambos jóvenes todavía, se han implicado en esta sustantiva idea de profunda connotación ideológica, espiritual y cultural. Son los dos intelectuales o artistas comprometidos con un proyecto social socialista y revolucionario como el nuestro, cuyo ejemplo ojalá sigan otros muchos colegas suyos.

La idea resulta del todo pertinente, tanto en su proyección teórica como en su expresión práctica, amén de imitable ha sido la estrategia mediante la cual se ha “vendido” y complementado a través del concierto epilogar que en cada plaza brinda Raúl, aquí en el teatro Tomás Terry.

Al calor del aniversario 95 de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), la iniciativa despertó la atención de estudiantes que escucharon atentamente a Limia, con el interés y el agrado de conocer o recordar argumentos dichos con conocimiento, vehemencia y pasión: aunados emisores y receptores en la decisión vital de defender a ultranza nuestra dignidad, conciencia moral y cultura.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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