¿El derribo del avión espía tensionó o distendió la Crisis de Octubre?

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Como si fueran pocas las tensiones durante la Crisis de Octubre de 1962 y su peligro de guerra nuclear, el 27 de octubre fue derribado un avión espía estadounidense sobre suelo cubano. Era del tipo U-2, con un altísimo techo de vuelo (+ de 20 kilómetros de altura) que lo hacía inalcanzable para las baterías convencionales cubanas, cuyo mayor alcance con los cañones antiaéreos era de escasamente 10.

Solamente los cohetes teledirigidos podían alcanzarlos, pero éstos eran operados por los oficiales soviéticos y la prerrogativa de disparar solo la tenía directamente el Kremlin.

Por aquella época circuló la versión de que el propio Fidel Castro había realizado el certero disparo que derribó al avión espía norteamericano. Pero realmente el Comandante en Jefe permanecía en La Habana, por donde se esperaba el ataque principal, y el avión fue derribado cerca de Banes, en la antigua provincia de Oriente, hoy municipio holguinero.

Para no tensar más el ambiente tan peligroso para el mundo, porque podía desencadenar una guerra nuclear de proporciones inimaginables, el alto mando militar en la URSS nunca autorizó hacer ese disparo sobre el U-2.

Entonces ¿qué ocurrió en realidad?

Todo sucedió en medio de una atmósfera densa, muy cargada y peligrosa. Las baterías cubanas en toda la Isla habían recibido la orden de disparar sobre los aviones norteamericanos que realizaban vuelos casi rasantes, violando el espacio aéreo cubano. Esa indicación del Comandante en Jefe desconcierta a los mandos militares soviéticos que tenían a su cargo las baterías nucleares, pues desde Moscú se mantenía inalterable la norma de solicitar permiso para disparar.

Es así que aquel 27 de octubre en Banes, el oficial soviético Iván Guerchánov, a cargo de una unidad de cohetes tierra-aire rodeada de baterías cubanas que disparan frenéticamente a cuanto avión vuela a baja altura, se sobresalta cuando ve aparecer en su radar aquel U-2 y pide autorización a su mando del Regimiento Soviético en Cuba para disparar. Éste le responde que pedirá autorización a Moscú, pero en el interín Iván pierde comunicación con su mando, y como el Reglamento soviético establecía que “al perder comunicación con sus superiores jerárquicos en condiciones de situación combativa, el jefe de grupo puede decidir de forma autónoma”, actúa siguiendo el dictado de su conciencia y el de oficiales de igual o menor rango que tiene a su alrededor: abatir al intruso.

Entonces Guerchánov aprieta el obturador y el misil sale a la caza del U-2, que en cuestión de segundos es alcanzado mientras realizaba la rutina de rastrear con sus cámaras cada metro de tierra cubana en busca de evidencia sobre el movimiento de las unidades coheteriles nucleares descubiertas en la Isla. Eran casi las 10:20 de la mañana.

Mayor Rudolf Anderson, piloto del U-2 derribado en Banes, actual provincia de Holguín.

El avión espía era pilotado por el Mayor Rudolf Anderson, de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, quien ya había acumulado horas en diez vuelos anteriores sobre territorio nacional. Se presume que murió por la despresurización de su traje de vuelo al parecer desgarrado por un fragmento metálico, pues cuando los restos del U-2 cayeron a tierra en una localidad conocida como Veguitas, el cuerpo del piloto estaba con su arnés intacto, atado al asiento. El cuerpo fue devuelto a los Estados Unidos una vez concluida la crisis.

En cuanto al Mayor soviético Iván Guerchánov, poco después se supo que salió detenido de Cuba hacia la URSS. Más adelante se tuvo noticias de que había sido ascendido. Su decisión, lejos de agravar el conflicto, como se temía por la URSS, convenció a los halcones de la guerra en Estados Unidos que “en Moscú estaban hablando en serio” y ello evitó que continuaran adelante con los planes de atacar a la Isla, aventura que estaba previsto iniciar con un bombardeo quirúrgico aprovechando el desparpajo de sus aviones volando casi al ras de los penachos de las palmas reales.

Pero con esa luz larga muy suya, con esa capacidad de previsión que asombraba, Fidel se había adelantado al falaz propósito y por eso había ordenado abrir fuego contra toda aeronave que osara volar a escasa altura.

Pasó el tiempo, y un oficial cubano, retirado de las FAR, el teniente-coronel Rubén Jiménez Gómez, nacido en el municipio cienfueguero de Cumanayagua, se encontró en Moscú con su colega soviético Iván Guerchánov. Conversaron afablemente, compartieron unas copas para celebrar el encuentro, y en ese ambiente amistoso y distentido le preguntó: “Aquel día, ¿realmente tú perdiste comunicación con tu mando superior?”.

Cuenta Rubén que como respuesta Iván lo miró, y solo sonrió enigmáticamente.

Así aparece reseñado en el libro que este cumanayagüense escribió sobre sus recuerdos y experiencias durante la Crisis de Octubre, contentivo de numerosos relatos sobre el coraje y la firmeza de los combatientes cubanos en aquellos cruciales y gloriosos momentos de nuestra historia.

Ruta probable del vuelo del U-2 espía derribado en Banes, reconstruida por los datos de radares que monitorearon su trayectoria.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

Un Comentario en “¿El derribo del avión espía tensionó o distendió la Crisis de Octubre?

  • el 27 octubre, 2017 a las 9:11 am
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    Estimado Andrés, como nos tienes acostumbrado, muy completa tu crónica de hoy, sólo me asalta una duda y es referida al tiempo en que transcurrió la devolución del cuerpo del piloto a las autoridades norteamericanas, pues me parecía que no fue muy reciente a concluida la crisis. El abrazo de siempre

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