El derecho de rechazar la violencia y la injerencia extranjera
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Convocaron nuevamente a la marcha y habría que pensar en ese fenómeno como parte del escenario político actual. La imagen de un país unánime en sus posturas ideológicas no existe más, pero en Cuba se apuesta por el diálogo y por incluir lo que no agrede las esencias del proyecto social en construcción. Lejos de debilitarse, la imagen de la Revolución Cubana se fortalece cuando se es capaz de visibilizar, de tener en cuenta, aquellas voces minoritarias, pero voces al fin, dentro de la sociedad civil.
Porque, a pesar de toda la algarabía en redes sociales, lo que no podemos perder de vista es el hecho de que esos grupos, que se anuncian opositores al gobierno, siguen siendo minoría. Eso sí, con recursos financieros más que suficientes para inundar las plataformas virtuales, aunque no las calles de ciudad alguna.
Lo que ocurre en Cuba se mira con lupa desde el exterior y lo saben quienes mueven los hilos. Los herederos de esa rancia generación radicada en Miami y, alentados por ella, los que viven del negocio millonario de recuperar Cuba como traspatio yanqui constituyen el telescopio por donde la Casa Blanca observa cada suceso en la Isla.
Qué hay detrás de la máscara que aboga por manifestarse en las calles, como expresión del derecho de libertad de pensamiento, sino el intento de propiciar el estallido social y, con este, la intervención humanitaria, nada menos que,orquestada desde Washington.
Para esta causa quieren ganar a los jóvenes y, con ese objetivo, les estimulan el querer tener, y les venden el retrato adulterado del capitalismo como solución a todas las carencias. Sólo que el capitalismo cubano no se parecería nunca al de las potencias del norte, sino al de naciones empobrecidas de centro y Suramérica.
Todavía recientes en la memoria, entendamos los actos vandálicos, los destrozos causados durante las manifestaciones del 11 de julio, las amenazas, la incitación al odio, a linchamientos, como un adelanto de lo que podría sobrevenir si más del 86 por ciento de la población cubana no hubiera refrendado la nueva Constitución y, con ello, su respaldo al socialismo cubano.
¡Ah! Que habrá que continuar exigiendo transparencia y una gestión de gobierno más eficiente en la solución de los problemas y tolerancia cero hacia aquellos funcionarios, directivos que actúen negligentemente y antepongan al colectivoel beneficio individual; que no podremos cansarnos derechazar una y otra vez la justificación vacía y buscar, en el debate en nuestras comunidades, en asambleas, en todos nuestros ámbitos de acción, respuestas concretas a las necesidades, ¡de acuerdo!
Que habrá que seguir eliminando trabas y burocracias que frenan el avance de la economía y adecuando la gama de actores económicos en función de las estrategias de desarrolloy lograrlo a tiempo para que las generaciones actuales podamos apreciar el resultado de las transformaciones; que habrá que permitir que ingrese más quien más aporte socialmente y producir más para depender menos del comercio exterior, ¡estamos de acuerdo!
Con todo eso, estamos de acuerdo todos, los jóvenes, los que trabajan y también los que estudian para labrarse un futuro; los que sí conformamos mayoría y estamos dispuestos a dialogar, aunque desde el firme propósito de preservar la tranquilidad de nuestras calles y de repeler la injerencia extranjera sin que importe cuán solapadamente se nos presente.
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