El cuento de la buena pipa

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Un chino no cayó en el pozo esta vez, fue una pipa, específicamente la de Educación municipal en Cienfuegos. Cerca de las ocho de la mañana, cuando confluyen en la zona los niños de dos círculos infantiles (CI) y tres escuelas primarias, ocurrió el incidente. Aunque el recorrido, repetido tres veces a la semana, le era usual al conductor, el tráfico de autos, motores, motorinas, bicicletas y peatones le jugó una mala pasada y dieron al traste con su caída sobre un registro mal tapado de la red de alcantarillas, el 30 de septiembre.

No hubo mucho que lamentar, salvo el susto del chofer y una buena parte de su cargamento de siete mil litros de agua con destino al CI Veinte Primaveras. Sin embargo, el riesgo persistía desde hacía seis meses en la calle 51 (entre las avenidas 62 y 64 A), pues el pésimo estado de la carretera implicaba la acumulación de autos en la zona escolar, los vehículos más pesados ocupaban las aceras ante la imposibilidad de atravesar la calle y los niños en medio de aquel desparpajo.

A partir de entonces y durante otros once días, vecinos, padres, maestros y educandos deberían convivir con otro peligro: la losa prefabricada, fuera de su sitio, dejaba al descubierto las instalaciones subterráneas, con una profundidad similar a la estatura de un hombre. Hasta que el pasado martes colocaron el registro “definitivo” e iniciaron finalmente la reparación.

UNA HISTORIA MAL CONTADA

José Pérez Mayea, vecino del lugar, nos cuenta sobre el origen: “Había una tupición en el círculo infantil Jesús Villafuerte, vinieron con la motobomba de Acueducto, entonces colapsaron nuestros patios y se llenaron de residuales, reventaron las tuberías, se contaminó la cisterna. Lo planteamos  y luego de dos meses, todo seguía igual; vinieron a arreglarlo y no lo hicieron bien”.

Ante la situación, la primera alternativa resultó el cierre del CI, pero en el intento por solucionar el problema de seis viviendas, le crearon otro a más de 50 familias, porque sus pequeños debieron permanecer en casa durante un mes y solo los de preescolar recibieron clases en otro centro.

“Decidimos intervenir el círculo con nuestra brigada, explica Tania Lorenzo González, subdirectora económica de Educación Municipal. Llegamos solo hasta la cerca, de ahí hasta los dos registros de la calle debían ser fuerzas especializadas y contratamos al Micons; en ese momento (abril) ellos no pusieron los registros, sino unas losas”.

Odalys Martínez Quintana, jefa de la Brigada de Hidrología de la ECOA 37, explicó: “fue una obra atípica, nosotros ejecutamos las inversiones, las reparaciones corresponden a Acueducto, y ellos no tenían ni las fuerzas ni los materiales. No había asfalto, pero dejamos la tierra bien compacta, la calle transitable y las tapas con un espesor de 15 cm eran las que llevaba”.

Pero el “remiendo” no resistió. Hasta entonces nadie había reparado en otro inconveniente: aquel tramo era desde siempre ruta obligada para las rastras de petróleo de Cupet, que servician a los Ferrocarriles. El paso constante de los 18 mil litros de combustible resintieron poco a poco la obra constructiva hasta llevarla al estatus de crisis.

EN STAND BY    

“No nos hemos desentendido del tema”, alega Bárbara Roque Sánchez, directora municipal de Educación, pero claramente sus esfuerzos no habían podido materializarse. El asunto dejó de ser una preocupación constante de las autoridades locales para quedar consignado a la espera de ¿recursos? ¿voluntad? ¿decisión? ¿accidente?

Mientras tanto, “al pie del terreno” vivían la odisea de las entradas y las salidas los más de mil 100 niños matriculados en los CI Veinte primaveras y Jesús Villafuerte, y de las primarias Carlos Manuel de Céspedes, Fernando Cuesta Piloto y William Soler.

“Si no salen corriendo de la escuela, no son niños; además, los grandes ya vienen solos”, comenta uno de los padres. Otro nos cuenta: “reiteradamente les llamamos la atención, algunos por curiosidad se asomaban al hueco”. “Aquí hay que venir a las 7:30 a.m., para ver la locura con la cantidad de carros que vienen a dejar a los alumnos, es la ley del más fuerte”, coincidieron muchos.

Un terreno tan descuidado aparentemente no contaba con el interés de nadie, por eso quienes quisieron cargaron sus carretillas con la tierra del lugar o, por el contrario, llegaban repletos de basura o escombros depositados luego sin el menor cuidado.

“Vivimos constantemente pendientes de la calle, desde que veo las pipas les hago señales para que no transiten por el medio de la vía; por aquí pasan también las guaguas de Turismo con destino a la fábrica de tabaco. En este tiempo han desbaratado los canteros, que mantenían los propios pioneros de la ‘Carlos Manuel’”, añade Pérez Mayea.

Y PASÓ EL TIEMPO Y PASÓ…

Seis meses transcurrieron hasta que finalmente las fuerzas constructivas volvieron a intervenir ante la crisis. Seis meses y una pipa accidentada. Días antes el Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología (CPHEM) informó el asunto en la Reunión de Sostenibilidad de septiembre como una diligencia de inspección y advirtió sobre el posible cierre de las instituciones educacionales.

Lázara Burque Cordero, quien es la presidenta del Consejo Popular, ha asumido también las gestiones: “Se despreocuparon del problema y nos crearon uno grande a nosotros, no son sostenibles en el tiempo, porque no les duele; si Educación pagó, tenía que chequear la tarea hasta el final”.

Otras explicaciones tiene Martínez Quintana: “En esencia ese fue un trabajo fuera del plan, del nuestro y del de Educación, y apresurado por las necesidades del círculo, por lo tanto no teníamos los recursos, después se decidió que en vez de asfalto la calle llevaría hormigón, pero para entonces ya nos habíamos desvinculado de la obra, debíamos mover los equipos”.

La planificación debe dejar también espacio para los imprevistos, pues de lo contrario, a la espera de un nuevo año las dificultades pueden incrementarse o, como en este caso, dar soluciones inconclusas y faltas de calidad. Pero tanto ahora como en abril las reparaciones ocurrieron fuera del plan. ¿Qué cambió? ¿Por qué esperar el peor de los desenlaces para intervenir ante molestias que afectan grandemente a la población?

Si bien es cierto que Educación carece de los medios constructivos, porque además no es su objeto social, debió exigir la culminación oportuna de los arreglos, no solo porque los pagó, sino porque la situación significaba un riesgo para sus recursos más preciados. Al final: bendita pipa, pues su caída refrescó memorias y movió voluntades.

El orificio de más de 1,50 metros de profundidad se mantuvo al descubierto por once días. /Foto: Juan Carlos Dorado
El orificio de más de 1,50 metros de profundidad se mantuvo al descubierto por once días. /Foto: Juan Carlos Dorado

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Rosa M. Díaz Hernández

Lic. Periodismo Graduada de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas 2012

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