El comunicado de la Victoria

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Los tanques y las armas pesadas de las fuerzas revolucionarias avanzan sobre Playa Girón durante toda la madrugada del 18 al 19 de abril de 1961, detrás la infantería de nuestro Ejército Rebelde, también los artilleros antiaéreos para impedir que la aviación enemiga, ya muy afectada, produzca daños a nuestros hombres.

Entre las nueve y nueve y media de la mañana se desaloja una fuerza enemiga adelantada que ocupaba todavía el caserío de San Blas. El enemigo se va concentrando en retirada hacia Playa Girón. Cayo Ramona cayó a las cuatro de la tarde. Hacia el mediodía la avanzada de las fuerzas cubanas está a tres kilómetros de Playa Girón.  El famoso “Plan Pluto” del Pentágono y la CIA parece estar llegando a su fin.

Pero a las dos y cuarenta de la tarde aparecen dos destructores de la Marina de Guerra de los Estados Unidos, de aquellos que habían escoltado desde Nicaragua a la Brigada mercenaria 2506 y habían permanecido en aguas internacionales.  Se aprecian otras grandes figuras de buques en lontananza.

Hay un momento de incertidumbre, muy difícil, peligroso, enormemente preocupante para la dirección revolucionaria: ¿es que el Imperio ha decidido atacar directamente con sus Fuerzas Armadas? ¿Va a involucrarse directamente, ya no oculto detrás de su Brigada mercenaria, al ver que ésta está derrotada?…

Mientras dura la incertidumbre se acercan a la costa baterías de cañones y tanques para tratar de enfrentar a las enormes fuerzas que llegarían a combatirnos.

El gravísimo dilema se despeja poco después cuando comienzan a salir de esos buques de guerra, gran cantidad de lanchones y botes de motor y otras embarcaciones menores. ¡se trata de enviarle esas embarcaciones para un re-embarque, para que escapen de la Isla indomable! Es entonces que Fidel envía nuestros aviones para que hundan esas embarcaciones pequeñas. Unas huyen, regresan a sus buques, pero otras son irremisiblemente hundidas, por nuestros aviones y por nuestras baterías de costa. Ahora los mercenarios no tienen con qué escapar.

Irrumpen en el aire aviones enemigos que tratan de evitar que nuestra ya escasísima aviación destruya a los botes y barcazas, y es entonces que en una nueva heroicidad histórica, nuestros pilotos en sus viejos y destartalados aviones se enfrascan en una lucha aire-aire con el contrario alado y derriban a otros cinco aparatos, con lo que la cifra se eleva a doce aviones enemigos derribados en tres días de combates continuos. Estos últimos estaban pilotados por norteamericanos, eran pilotos contratados, mercenarios también, porque ya los pilotos cubanos que participaron en los dos primeros días de combates, no quisieron continuar.

La resistencia en tierra estaba limitada a solo dos tanques  Sherman de la brigada invasora, pero cuando se quedaron sin mando,  se rindieron. A las seis y media de la tarde se escuchó, firmado por Fidel, el Comunicado de la Victoria. Habían transcurrido 66 horas desde que se emitió el primer Comunicado. Circuló por el mundo entero ese informe en que se anunciaba que la última resistencia de los invasores del imperialismo había sido derrotada.  Los pueblos celebraron esa victoria cubana como propia.  Era su victoria de la esperanza.  Desde ese momento los pueblos latinoamericanos fueron un poco más libres.

El centro de la CIA transmitió a todas sus estaciones mundiales instruyéndolos de que trataran esa invasión como si hubiera sido una simple operación de abastecimiento a los alzados del Escambray. Pero el mundo entero supo que Estados Unidos había sufrido su primera derrota militar en América Latina.

Se sabe que un Comodoro militar norteamericano que comandaba un destroyer se interesó por conocer quién dirigió las operaciones cubanas en tierra.  Cuando supo que fue Fidel Castro personalmente, dijo angustiado: ¡Por eso nosotros perdimos! Los cubanos decimos:   ¡Por eso nosotros ganamos!. Lo más significativo de esa victoria fue la unidad de los cubanos en torno a Fidel y la Revolución Socialista que nacía.

También en la ONU, nuestro Canciller de la Dignidad libraba su “batalla de Girón en las Naciones Unidas”, al final de su intervención en que denunció a Estados Unidos y destruyó las mentiras que se fraguaban en torno a ese ataque, Roa concluyó diciendo:

“En mi pequeña y heroica Patria se está reeditando la clásica pugna entre David y Goliath.  Y yo, soldado de esa noble causa en el frente de batalla de las relaciones internacionales, permitidme que difunda ese clamor en el severo areópago de las Naciones Unidas y grite aquí: ¡Patria o Muerte!. ¡Venceremos!”. Nunca había ocurrió algo así en el seno de la ONU.  Pero también es cierto que nunca antes un país pequeño había derrotado al imperialismo de Estados Unidos.  Años más tarde, otro país pequeño también vencería: Vietnam.  Y hoy América Latina ha perdido el miedo al gigante que lo cree su traspatio.  De los 1,500 invasores, más de 1,200 resultaron prisioneros.  El resto pereció en los combates o fue devorado por los cocodrilos en la ciénaga o los tiburones en el mar.

No obstante esa invasión mercenaria costó al pueblo cubano la vida de 176 de sus mejores hijos, 300 resultaron heridos de gravedad, 50 de ellos quedaron incapacitados de por vida.  Ellos ayudaron a cambiar la Historia en sólo 66 horas. ¡Gloria a nuestros Héroes y mártires de la Patria!

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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