El arbolito de Navidad y sus destellos

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 21 segundos

Sus luces pestañean en la noche de la sala: azules, verdes, amarillas, rojas. De las ramas le cuelgan lazos y bastoncitos, bolas de colores y cajitas envueltas en papel de regalo. Es un pino, y es de plástico, con sus raíces también de plástico, sus luces artificiales y encima un montón de cositas, todas hermosas, pero falsas. Diciembre llega y la Navidad enciende en los hogares, aunque su espíritu divague entre los alaridos de la moda y el mercado.

Yo en casa tengo igual mi arbolito, con una guirnalda de flores y otra de uvas. Lo quiero, lo mimo y todavía me pierdo en sus destellos como aquel niño que fui, con los ojos extraviados en el follaje del árbol vecino, cuando en casa apenas se amontonaban hojas secas. Fue de pequeño una obsesión tan grande, que mamá me regaló el suyo, hecho por ella, de plástico y alambre, con un montón de cositas, todas hermosas y sinceras.

Tiempo después, aún con el otoño en la puerta, llegó para diciembre otro arbolito, con una estrella dorada en la punta, un rabo de gato plateado, y diminutos bombillos que parecían pintados con plumón. Este era, sin dudas, bonito, seductor como el del vecino; pero desprovisto de la gracia maternal. Cuanto tenía de bello, le faltaba de alma. El de mamá dialogaba conmigo; el otro, ajeno y costoso, no exhibía mi verdad.

Ahora que ya el pino está viejo y con las ramas algo marchitas, lo hallo más cerca. Su artificio se desmorona al paso de los años, él casi siempre en el suelo o en la misma mesita del televisor, y yo ahí, mirándolo, extasiado, como si compartiéramos juntos por primera vez. Lo sofisticado de mi arbolito es hoy lo rústico. Los de las tiendas y negocios florecientes no han vivido. Por eso lucen así, tiesos y plásticos, con el comprobante de pago hecho bolita entre las ramas, cual si fuera nieve.

Hay en las casas arbolitos pequeños, medianos y grandes, a gusto de las familias y de su dinero. Y hay casas donde no crecen pinos en diciembre. Que nos deslumbren los árboles majestuosos y las guirnaldas, no hace invisible lo que no vemos: otros ojos, cándidos, alucinando entre lazos y bastoncitos, y luces de colores, tan luminosas e inalcanzables en su firmamento. Los días navideños son la ostentación de la fe. Cada parpadeo de sus bombillos irradia también un halo de oscuridad.

Visitas: 159

Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

8 Comentarios en “El arbolito de Navidad y sus destellos

  • el 13 diciembre, 2017 a las 11:21 am
    Permalink

    Hola Robe, recuerdo vagamente cómo de pequeño se celebraba la Navidad en casa, o más bien, mis abuelos ponían el arbolito en algún rincón de la sala. Luego la costumbre desapareció, e incluso hasta hablar de la Navidad era un pecado -si me atengo a la celebración religiosa. Ahora en Venezuela la celebración de la Navidad me hace buscar en esos recuerdos de la infancia y ni te imaginas cuántas veces he tenido que explicar porqué los cubanos no celebramos la Navidad, cómo lo hacen los pocos que retoman la vieja costumbre y qué significado tiene para nosotros el fin de año, cuando recordamos o pasamos “balance” a los 365 días transcurridos y eso si, damos la bienvenida a un nuevo aniversario del triunfo revolucionario del primero de enero de 1959… por acá también el brillo de un arbolito tiene diferentes matices, eso si, uno siente el espíritu de solidaridad, familiaridad y fiesta… que para eso somos caribeños, un abrazo.

    Respuesta
  • el 12 diciembre, 2017 a las 3:57 pm
    Permalink

    Navidad,union familiar,reconciliacion,amor, fecha importante para los creyentes que son bastantes ,el arbol no tiene que ser sofisticado,el mio es chico y me encanta ,bonita cronica me encantan tus escritos Feliz Navidad

    Respuesta
  • el 11 diciembre, 2017 a las 12:54 pm
    Permalink

    Robe, como cuando leí por primera vez el texto, lograste conmoverme, y tal y como expresa Diego, la Navidad no es una celebración ostentosa sino religiosa, familia… Nada, que el consumismo le ha querido cambiar la génesis. Pero tu generación no conoce episodios patrios, de cuando un arbolito de navidad era considerado un asunto de matices ideológicos que podía costar… gracias por ofrecernos un producto digno de ser leído e interpretado

    Respuesta
  • el 11 diciembre, 2017 a las 10:57 am
    Permalink

    Qué bonita esta crónica, Robe, con el perdón de la palabrita!!!! Has logrado con muy pocas líneas decir muchas cosas y bien ciertas. Es terrible ver cuán idiotizante resulta el concepto consumista de “Navidad” en el que algunos se meten de a lleno, cuando esta celebración nunca va de lujos y ostentación, pues Jesucristo nació en un pesebre, entre animales y rodeado de gente de las más humildes de su pueblo. Además la Biblia no revela la fecha exacta en que nació Jesús, ni dice que debamos celebrar ese acontecimiento. Una reconocida obra de consulta señala: “ La celebración de la Navidad no es un mandato divino, ni tiene su origen en el Nuevo Testamento” (Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature). Del dichoso arbolito de marras, se dice que proviene de costumbres paganas babilónicas (¿se acuerdan de la Gran Ramera del Libro de Libros?) o también una referencia al “Divino Idrasil” o Árbol del Universo (¿se acuerdan de Thor y su parentela nórdica?). En este punto cualquiera que lea diría que soy un teólogo confeso y obseso jejejejje. Pero no, simplemente es que mejor saber primero antes de treparse en una ola que nada tiene ver con mi marea. Aunque es muy bonito este tiempo, muy esperanzador pues significa un nuevo comienzo, un empezar otro año intentando no cometer los errores de los 365 días que casi culminan. Igual todo el mundo se pone para la tomadera, la gente siempre termina o llorando o disgustada por X o por Y, hay muchos accidentes, etc. Incluso se ha documentado el término depresión blanca o blues de Navidad, un síntoma característico de baja del estado de ánimo durante la época de fin de año. Así que dejarme embobecer por dos o tres luces de neón, un poco de brillo y dos o tres villancincos con letras horribles, de verdad, no me parece.

    Respuesta
    • el 11 diciembre, 2017 a las 11:51 am
      Permalink

      Gracias Diego, tú como siempre aportador. Hay también un texto de García Márquez (Estas Navidades siniestras) bien emotivo y reflexivo en torno a cómo se asumen esos festejos. Su primera oración resume lo que has dicho: “Ya nadie se acuerda de Dios en Navidad”.

      Respuesta
      • el 11 diciembre, 2017 a las 4:33 pm
        Permalink

        jajajajjaja Uyyy, Diego el aportador…. tú como siempre Robe. Se te extraña por siempre ver las cosas de formas diferentes, únicas….

        Respuesta
  • el 11 diciembre, 2017 a las 10:17 am
    Permalink

    Me conmoviste, me emocionaste… quien no tenga una historia donde haya arbolito de navidad, no sabe lop que es la vida… hay experiencias y experiencias….. te contare las mías.

    Respuesta
    • el 11 diciembre, 2017 a las 11:53 am
      Permalink

      Gracias Sofi, es como dices, todos guardamos nuestras historias “navideñas”.

      Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *