El alzamiento independentista en Cienfuegos

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El 6 de febrero de 1869 un numeroso grupo se levantó en armas en nuestra región

Hacia 1867 la corriente independentista “…que parece moverse subterráneamente en el conjunto del pensamiento cubano…”1 comienza a ganar espacio en diversos grupos y clases sociales de la villa portuaria de Cienfuegos, en el centro sur de Cuba.

Un sentimiento de frustración marcó el quehacer de los seguidores de las reformas bajo el dominio colonial de España, que con manos de hierro y saña aplastaban las más diversas manifestaciones de rebeldía esclava y repudiaban públicamente las voces abolicionistas. El acendrado esclavismo y el fervoroso integrismo de las capas adineradas hispanas eran las piedras de toque en su actuación complaciente con la política colonialista del gobierno español.

Son tiempos en que otros habitantes del territorio sureño, de gran prestigio social como Juan Díaz de Villegas, Félix Bouyón Herrera, Rafael Fernández del Cueto Wumester y Juan O’Bourke Palacios se apartaron de “la opción reformista y de la vía anexionista”2 para emprender el camino de impulsar las ideas independentistas basados en los principios de igualdad jurídica, libertad política y confraternidad étnica.3 Igual camino, afincado en un pensamiento liberal independentista, emprendieron algunos intelectuales del movimiento reformista, entre los que sobresalen Antonio Hurtado del Valle, Germán Barrios Howard y Carlos Cerice Morales.4

El papel de la intelectualidad cienfueguera en el desarrollo de un espíritu de rebeldía y de profundo amor a la Patria resalta en esos días, donde muchos jóvenes criollos y algunos no tan jóvenes, pertenecientes a los sectores adinerados e ilustrados formados en Europa y Estados Unidos —entre los cuales estaban Rafael y Honorato Fernández del Cueto Bouyon, Francisco Figueroa Véliz, Antonio Suárez del Villar Sánchez, Leopoldo Díaz de Villegas, Tomás Sánchez Santa Cruz y los hermanos Federico y Adolfo Fernández Cavada Howard, ambos veteranos de la Guerra de Secesión norteamericana—, asumen las ideas liberales y conceptos acerca de la República Liberal como forma de gobierno para una Cuba sin el yugo colonial hispano.

La influencia de las revoluciones de 1848 en Europa y la Guerra de Secesión norteamericana influyen en la configuración de un pensamiento antiesclavista y más radical políticamente. En la Sociedad Filarmónica de Cienfuegos confluyen muchos de estos partidarios de las ideas modernas de República. Igualmente les sirvió para desarrollar esas actividades políticas independentistas los espacios de la Logia Gran Oriente de Cuba y las Antillas (GOCA). Por cierto, los independentistas cienfuegueros mantenían estrecha relación, tanto con el intelectual Federico Fernández Cavada y Howard, Venerable Maestro de la Logia Luz del Sur # 20 de Trinidad, como con Antonio Lorda, Arcadio García y Tranquilino Valdés, de la Logia de Santa Clara.5

A los anteriores conspiradores independentistas agreguemos otras personalidades de los sectores ilustrados blancos de las clases terratenientes y medias urbanas como Luis de la Maza Arredondo, Isidro Castiñeira Cintra, Fernando Escobar Castro, Belisario Garcerán, Rafael Cabrera López Silvero, Rafael Figueroa, Joaquín Fortún, Juan Martínez del Valle, José Buchaca Molina, José Rivero, Amelio Luis Vela de los Reyes, Carlos Vasseaur, Manuel Hurtado del Valle, Leopoldo Díaz de Villegas Santa Cruz, Tomas Sánchez Santa Cruz, Francisco, Agustín y Antonio Díaz de Villegas; los comerciantes Pablo Ínsua —nacido en Galicia— , y Pablo Fuentes; el periodista y poeta Antonio Hurtado del Valle; el boticario Manuel Suárez Pino; el tonelero Pedro Pazos; el tabaquero Valentín Gómez; el carpintero Manuel Lantigua y los tenientes de Partido Emeterio Rodríguez, Laureano Carrasco y Antonio Silva, entre otros.

En la región cienfueguera asumen el ideario independentista también los hacendados criollos Leandro Junco, Juan Bautista Capote López, José Rafael Leyva, Belén M. Cabrera, Francisco Miranda, Martin Iradi, Francisco Curbelo, Fernando Echemendía Muñoz, Antonio Casanova Fagundo, José Cayetano Santos Mederos y otros. Igualmente cierran filas a favor de la independencia pequeños propietarios rurales, campesinos y trabajadores agrícolas como Antonio Macías, Cirilo Arbona Machado, Ramón Curbelo García, Marcelino Hurtado, Juan B. Castellanos, Antonio Machado Cardoso, Pedro Capote, José Elías Bustillo, José Pulgarón Abreu, Manuel y Magín Alomá, Antonio Moreno, Paulino Guerín, José Cardoso Cabrera, Manuel de Jesús Ramírez, José González Guerra, el mestizo Salome Moya Rodríguez y el pardo, dedicado a la venta de ganado, Francisco Antonio Zayas, por solo citar algunos.

Por entonces las personas de la piel negra, sometidas a las tensiones raciales y clasistas en Cienfuegos tenían suficiente motivaciones para integrar las filas independentistas. De ahí la integración a este movimiento conspirativo de personas de los sectores más humildes, negros y mestizos, entre los que citaremos a Cecilio González Blanco y Valentín Vargas, en la Villa portuaria; Benigno Ortiz, en Yaguaramas; José Fernández y José “Chano” Valladares, en Arimao; Benigno Najarro, en Las Moscas; José Almoguea, en La Sierrita; Carlos Cardoso, en el caserío de Ciego Montero; H. Barrueta y Salome Moya, en Palmira; Doroteo Caballero y Filomeno Sarduy, en la zona azucarera entre Camarones y Cruces.

Avanzado el año 1868 estará constituida una Junta Revolucionaria en Cienfuegos que encabezaron Juan Díaz de Villegas, Bouyón, Fernández del Cueto, Maza Arredondo, Barrios, Pablo Ínsua, Adolfo Fernández Cavada, Agustín y Antonio Díaz de Villegas. A la Junta Revolucionaria de Santa Clara se subordinó la cienfueguera y con esta se coordinó la fecha del levantamiento independentista en el territorio villareño.

El 6 de febrero de 1869 un numeroso grupo de independentistas estaba alzado en armas en la región de Cienfuegos. A los campos cienfuegueros Germán Barrios Howard llevó la bandera de Cienfuegos confeccionada por la maestra y poetisa Clotilde del Carmen Rodríguez, “La Hija del Damují”. Juan Díaz de Villegas, reconocido como jefe de los insurrectos, delegó el mando de la tropa en Adolfo Fernández Cavada.

La masividad de la insurrección sorprendió a las autoridades coloniales en Cienfuegos que tomaron medidas defensivas en los principales centros urbanos. Los historiadores de la época refieren: “A más de tres mil ascendieron los reunidos en los lugares de concentración que habían sido escogidos por los jefes de la Revolución en Cienfuegos: mil con armas de fuego y el resto armados con machetes a las órdenes de D. Adolfo Cavada, D. Juan Díaz de Villegas, D. Félix Bouyón, D. Jesús del Sol y D. Luis de la Maza Arredondo….6

En informe fechado el 7-8 de febrero, el vicecónsul alemán Federico H. Gruner reseñaba a sus superiores: […] [en] Cienfuegos, el levantamiento se había iniciado los días 5 y 6 de febrero, cuando unos 400 individuos, en su mayoría jóvenes, pertenecientes muchos de ellos a familias muy acomodadas abandonaron la ciudad por distintos caminos, para levantarse en armas contra el gobierno […] Se distribuyeron por diversas partes de la zona, hasta Trinidad, y pronto se incorporaron a ellos centenares de cubanos, de viejos españoles y de americanos. Hasta aquel momento su comportamiento había sido respetuoso con las propiedades privadas y no maltrataban a los jóvenes que rehusaban seguirles. En cambio, en las plantaciones, por donde cruzaban, exigían la entrega de armas y caballos, que nadie se resistía a entregar.7

Personas negras o mestizas que habían vivido los horrores de la plantación esclavista integraron masivamente las fuerzas independentistas.8 A las partidas insurrectas independentista de Cienfuegos iban ingresando muchos esclavos y asiáticos de las dotaciones de los ingenios. El líder insurrecto Carlos Cerice Morales, secundado por José A. González Guerra y Salomé Moya, salió a la manigua con muchos negros esclavos y chinos contratados de su ingenio Majagua. Otro número significativo de esclavos y asiáticos engrosaron las filas rebeldes procedente de los ingenios Caracas y Teresa, de Tomas Terry. Vale apuntar igualmente, entre muchos ejemplos, las incorporaciones a los insurrectos de 30 esclavos del ingenio Flora, de Pedro L. Dorticós; los 40 esclavos del ingenio Armantina, de Dámaso Pasalodos 9 y los 17 esclavos del ingenio El Negrito, el francés Augusto Lay. En los listados del Ejercito Libertador abundaran los apellidos Terry, Dorticós, Sarría, Díaz de Villegas, Suárez del Villar, Goitisolo, Abreu, Acea, Iznaga, Entenza, Mora y otros, asumidos por los negros liberados del cautiverio esclavista.

Para aquel bisoño ejército que enarbolada las banderas de la estrella solitaria de Cuba y la de Cienfuegos solo resultarían válidos los sacrificios bajo los gritos de ¡Viva Cuba Libre! e ¡Independencia o Muerte!

Notas:

  1. Eduardo Torres Cuevas: Historia de la masonería cubana. Seis ensayos. 3ra. edición, Imagen Contemporánea, La Habana, 2013. p. 114
  2. Idem. p. 116
  3. Jorge Ibarra Cuesta: Encrucijada de la guerra prolongada. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2008. p. 129
  4. Enrique Edo y Llop: Memoria histórica de Cienfuegos y su jurisdicción, 2da. edición, Ucar García y Cía., La Habana, 1943. p. 306.
  5. Eduardo Torres Cuevas. Obra citada. Pp 126-127
  6. Pablo Rousseau y Pablo Díaz de Villegas: Memoria descriptiva, histórica y biográfica de Cienfuegos. p. 159
  7. Luis Álvarez Gutiérrez: La diplomacia bismarckiana ante la cuestión cubana. 1868-1874. p. 8.
  8. Orlando García Martínez, Florentino Morales y Alina Puig Yantá: El brigadier José González Guerra: un héroe del 68, p. 127.
  9. Orlando F. García Martínez: Esclavitud y colonización en Cienfuegos (1819-1879). Pp 83-84.

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Orlando García Martínez

Escritor, historiador y presidente de la filial cienfueguera de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)

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