Dulce María Borrero, la pluma honda y sincera

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Una de las exponentes femeninas más completas de las letras en Cuba fue Dulce María Borrero. Proveniente de una familia de intelectuales, donde el talento para la poesía, la pintura y las ciencias se transmitía de generación a generación, Dulce María era considerada una de las poetas más poderosas, hondas y sinceras de este continente.

Hija y hermana de dos formidables cultores de la poesía: Esteban y Juana Borrrero, en ese orden, Dulce María, al parecer, estaba predestinada a brillar también en el ámbito literario. Cuentan que antes de cumplir los seis años de edad, ya hacía versos, mientras se introducía con habilidad y soltura en el arte del dibujo y la pintura.

Recoge también la historia que comenzó a escribir por necesidad de su espíritu, con espontaneidad y soltura, despojada de artificios y sin conciencia de teorías o reglas.

“Allá, en lo más íntimo de su ser bulle una idea o un sentimiento, producido por una pena, por el amor, por el espectáculo de la naturaleza, por el recuerdo de cosas pasadas…esa idea o sentimiento va tomando forma, hasta que llega un instante en que la poetisa necesita exteriorizarlo o expresarlo. Toma la pluma y escribe. No sabe qué ni en qué forma. Poco importa. Es lo que ella sentía. Solo así se es poeta”, escribiría el historiador Emilio Roig de Leuchsenring.

En 1945, un día como hoy, 15 de enero, partió de este mundo. Había nacido en 1883 en la localidad de Puentes Grandes, en La Habana. En 1895 se trasladó con la familia a Key West, Estados Unidos (el padre se vio obligado a emigrar por sus ideas revolucionarias). En aquella ciudad publicó sus primeros poemas. La Revista de Cayo Hueso acogió estas composiciones, con ilustraciones de la propia autora.

No fueron pocos los premios que le mereció su andar por el campo de las letras. Su obra resultó elogiada también por importantes críticos de la época. Entre los numerosos galardones figura uno que le entregó, en 1912, la Academia Nacional de Artes y por su libro de poemas Horas de mi vida. Las obras surgidas de su pincel igual le granjearon reconocimientos importantes en exposiciones dentro y fuera de Cuba.

Desde su fundación en 1910, esa institución contó entre su membresía a Dulce María, quien igualmente fungió como directora de Cultura del Ministerio de Educación en 1935. También fundó, en 1937, la Asociación Bibliográfica de Cuba.

La destacada poeta e intelectual publicó diversos trabajos en varias revistas. Además de impartir conferencias sobre temas artísticos y literarios, la brillante intelectual abordó asuntos educacionales y cívicos. Fue avezada en su defensa de la incorporación femenina al campo de la educación y la cultura; e inspiradora de la celebración del Día de los Padres en la Mayor de las Antillas.

Dulce María Borrero merece ser recordada y estudiada, asimismo, por su agudo y crítico sentido de la observación y por análisis sociológicos que ofrecieron valiosos aportes a la vida nacional.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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