Dos hechos trascendentales de la historia Patria

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Intento independestista de Aponte, el Espartaco Criollo de Cuba

Doscientos seis años se conmemoran hoy del intento independentista de José Antonio Aponte, negro libre nacido en el barrio Guadalupe de La Habana colonial. En este día, en 1812, fue ejecutado junto a otros ocho compañeros. Esta es una página muy ocultada, son hechos muy tergiversados por la historiografía burguesa en nuestro país. Fue presentado en los textos de historia anteriores, como una de tantas rebeliones de esclavos y difamaron la verdadera historia y la memoria de Aponte, al que presentaron como ignorante y salvaje.

Nunca reconocieron, ni los colonialistas hispanos, ni los autonomistas de entonces, ni la historiografía burguesa cubana, que realmente se trataba de un importantísimo movimiento independentista, prematuro pero cierto, emancipador de la esclavitud en la Isla, un precursor de la rebeldía criolla, y Aponte puede ser considerado un Espartaco, aquel jefe de los esclavos que se sublevó contra Roma por los años setentas antes de nuestra Era. Aponte es el Espartaco criollo cubano.

¿Quién era en realidad José Antonio Aponte? Era un negro libre, habanero, autodidacta, carpintero, casado y con seis hijos. Fue cabo de las milicias habaneras en el batallón de morenos. Residió en la calle Jesús Peregrino de La Habana Vieja. Esa calle debe su nombre, precisamente, a la imagen de ese nombre que Aponte talló en madera dura en la puerta de su casa. Su abuelo fue oficial de milicias de un batallón de pardos y morenos que prestó servicios en las fuerzas españolas en La Florida, entonces propiedad hispana, y tenía un prestigio social reconocido. Era asiduo lector de las obras clásicas de la literatura mundial y poseía una copiosa biblioteca en su hogar.

También Aponte pertenecía a la cofradía de carpinteros de San José, con sede en el Convento de San Francisco de Asís, en La Habana, y era director del cabildo negro habanero Shangó-Teddum, que le hacía tener ascendencia sobre los negros libres locales que tejían redes conspirativas de negros en sus cabildos; y poseía en el orden religioso lucumí la categoría de Oni-Shangó, y se relacionaba con las logias masónicas de la capital de la Isla. En esas sociedades esencialmente urbanas se producía una vinculación con los negros esclavos de zonas rurales, aunque estos “oficialmente” no podían pertenecer a los cabildos. Pero la genialidad de Aponte estriba en que logró desde las instituciones urbanas, la vinculación con las rurales y logró la unidad de esclavos negros con negros y mulatos libres, y hasta personas de otras etnias. Aprovechó todos esos contactos, sus conversaciones con blancos y negros de espíritu inquieto y humanista, que soñaban con una sociedad igualitaria y no discriminatoria y todo lo dirigió hacia una conspiración con base de la abolición de la esclavitud, la supresión total y no solo formal de la trata de esclavos, y la creación de una sociedad de iguales, y el derrocamiento del régimen colonial español en la Isla, sin lo cual no sería posible.

Hay que comprender que eso sucedía a principios del siglo XIX y estaban recientes acontecimientos tales como la Revolución Francesa, la Revolución de Haití, la invasión napoleónica a España, todo lo que resultaban catalizadores para las aspiraciones abolicionistas y hasta en cierta medida independentistas de estos luchadores. Desde septiembre de 1811, en Camagüey y otros lugares, no cesaban las conversaciones de negros y blancos sobre el cese de la esclavitud, y Aponte participó en algunas de esas reuniones, según se ha conocido.

Entre los pasos dados por el conspirador Aponte y sus seguidores fue contactar con oficiales negros de Haití, y lograron extender la conspiración no solo en La Habana, sino en Puerto Príncipe (Camagüey), Bayamo, Remedios, Holguín, Santiago de Cuba y algunos otros lugares. Incluía a personas de diversas razas y estratos sociales. Esto indica que no se trata de una simple sublevación de negros esclavos, era un intento libertario que abarcaba a gran parte de la Isla. Era un movimiento que abarcaba a diversos sectores sociales con pretensiones no solo de abolición de la esclavitud, sino también de igualdad social y de independencia política.

El 15 de marzo de 1812 estalla una sublevación en el ingenio Peñas Altas, en Guanabo, y se extendió a otras dotaciones esclavas cercanas. En Camagüey se sublevaron dotaciones en cuatro ingenios azucareros, y hubo otros involucrados, pero muchos fueron capturados inicialmente, al parecer por una delación, entre ellos Aponte, y rápidamente, sin juicio alguno, el 9 de abril de 1812, fueron ahorcados, y después decapitados, por orden del Capitán General español en la Isla, Salvador de Muro y Salazar, Marqués de Someruelos. Fue una represión implacable, motivada por el miedo a las sublevaciones negras.

Ciento cuarenta y seis años después, otro nueve de abril, en 1958, en una huelga general revolucionaria convocada por el Movimiento 26 de Julio, también caían decenas de cubanos, pero esta vez luchando por la libertad definitiva contra el capitalismo cubano, pro-imperialista y dictatorial de Fulgencio Batista.

A 204 años, hoy, damos a conocer esta página gloriosa, antes distorsionada, de aquel intento independentista de Aponte y sus compañeros en 1812 por comenzar a luchar por la libertad de Cuba y terminar con la esclavitud de los hombres.

La Huelga General que fue revés pero a la vez Victoria

La huelga del 9 de Abril, un golpe del que supo rehacerse el pueblo.

Era miércoles aquel 9 de abril de 1958, de improviso comenzó el intento de huelga general revolucionaria en toda la isla que junto con la lucha armada en la Sierra Maestra trajera el fin de la opresión de la cruel dictadura batistiana aliada del imperialismo norteamericano. Fue otra página heroica de nuestra historia.

Faustino Pérez Hernández, médico, fundador del Movimiento 26 de Julio, expedicionario del “Granma”, quedó al frente de la lucha en el llano, después del asesinato de Frank País en Santiago de Cuba. Fidel lo comisionó para hacerse cargo de la dirección del Movimiento en la Capital. En febrero de 1958 subió a la Sierra Maestra para informar a Fidel de las condiciones existentes para la huelga general. El 12 de marzo firma con Fidel el Llamamiento al pueblo para dar a la dictadura la batalla final combinada con la lucha de guerrillas en las montañas orientales. En el llamamiento, fechado en el campamento de la Columna Uno de la Sierra Maestra, se informaba que próximamente se daría a conocer la fecha de comienzo de la huelga general revolucionaria, para la que el pueblo en todo el país debía estar preparado para apoyarla y considerarse en guerra total y final contra la dictadura.

Sorpresivamente, a media mañana del miércoles 9 de abril de 1958, por emisoras radiales nacionales, y en La Habana por miles de volantes impresos que llovieron sobre la capital, se avisó del inicio de la Huelga.

Faustino Pérez contaría al respecto: “Es prácticamente imposible no sólo enumerar, sino conocer la cantidad y diversidad de acciones de todo tipo, paros, sabotajes, intentos, acciones, acuartelamientos, hechos múltiples realizados, y otros sin alcanzar sus objetivos, que se llevaron a cabo en toda la Isla…”

En La Habana, lo primero fue el asalto a las estaciones de radio nacionales principales, para trasmitir el Llamamiento a la Huelga General al país; enseguida el asalto a la armería de la Habana Vieja, en que pereció en combate con fuerzas policiales el cienfueguero Roberto Casals Fernández del Cueto, graduado de Bachiller en Cienfuegos, dirigente estudiantil universitario de la Facultad de Medicina y trabajador en un juzgado capitalino; más tarde cayó Marcelo Salado, valioso dirigente del M-26-7 en La Habana que encabeza la legión de más de un centenar de héroes que perecieron en este día en la Isla. Se hicieron cortes de luz y voladura de registros eléctricos; sabotajes en terminales de transporte, quema de gasolineras y vehículos, interrupciones del tránsito en carreteras, ataques a cuarteles, como el de Quemado de Güines, en Las Villas, por fuerzas al mando de Víctor Bordón; descarrilamiento de trenes, bombas en lugares diversos, acciones varias en Corralillo, Rancho Veloz, Ranchuelo, en Pinar del Río, en muchas ciudades orientales, etc.

Una de las acciones más importantes ocurrió en Sagua la Grande, ciudad villareña que fue tomada por grupos de milicias del M-26-7 que la mantuvieron en su poder, liberada por 24 horas; hubo acciones guerrilleras en Camagüey y sobre todo en Oriente. En Cienfuegos, grupos del Movimiento incendiaron el garaje de la empresa norteamericana Shell en la Calzada y asaltaron una pequeña armería al fondo del colegio de los Jesuitas, aunque las armas ocupadas estaban inutilizadas; además, no pudieron desarrollar otras acciones previstas por la rápida movilización de los represores y la falta de armas para enfrentarlo, un problema que existió a lo largo de la Isla y contribuyó a que no se pudiera sostener la huelga.

Aunque la estrategia general era correcta, la huelga se convocó muy sorpresivamente, sin poder contar con recursos en armas suficientes para resistir la represión del enemigo, y el pueblo no pudo ofrecer un apoyo combativo a su vanguardia política, y no fue posible sostenerla.

La frustración de los objetivos de la huelga del 9 de abril situó al movimiento insurreccional en las ciudades en uno de sus momentos más difíciles de todo el proceso revolucionario. Faustino Pérez analizó críticamente los “errores de apreciación y conducción de los que tuvimos la tarea de dirigir y desencadenar los sucesos de ese día”. Pero, los grandes reveses expresan mejor que las victorias, la magnitud de la lucha y la voluntad de “convertir el revés en victoria”, como señaló Fidel, que dispuso una inmediata reunión de la Dirección Nacional del Movimiento, en su campamento de la Sierra Maestra y allí se evidenció la genial conducción del Comandante en Jefe que realmente transformó esa derrota en victoria final de la Revolución.

En esa reunión, el 3 de mayo de 1958, Fidel señaló y corrigió los errores y preparó las acciones que siguieron. Preparó las fuerzas guerrilleras para responder y derrotar la ofensiva de la tiranía contra la Sierra Maestra, que se aprovechaba así de la adversidad momentánea. Fidel fue creando nuevas columnas que derrotaron decisivamente, poco después aquella ofensiva, y con las armas ocupadas al enemigo en esos enfrentamientos, se habilitaron nuevas columnas, en especial las dos columnas invasoras, al mando de Camilo y Che, que muy pocos meses después en Las Villas, lograron paralizar el tránsito entre el occidente y el oriente de la Isla, y dominar todo el centro del territorio nacional, ocupando una a una, una tras otra las principales ciudades y pueblos.   Fidel asumió el mando único, en la zona rural y en la urbana, nacionalmente, dando prioridad a la lucha frontal, armada, guerrillera, que se amplió a todo el país. Y entre el abril de 1958, del fracaso de la huelga, y el primero de enero de 1959, en ocho meses, se revirtió todo y la dictadura fue completamente derrotada y derrocado el gobierno pro-imperialista de Batista.

Las convicciones de Fidel, los retos del pueblo y del Ejército Rebelde, no estaban destinados al fracaso, sino a la victoria final, a la contra-ofensiva primero, y a la ofensiva rebelde enseguida, todo lo que conllevó al triunfo de la Revolución. Eso fue convertir el revés en victoria, como ha ocurrido siempre. Como deberá ocurrir también en América Latina.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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