Donde la oportunidad no excluye a la diferencia

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Llegan en busca de empleo, recomendados por las experiencias de quienes hallaron oportunidad en el Hogar de Ancianos Hermanas Giral, de la ciudad de Cienfuegos.

La licenciada Carmen Torres Hernández, funge como directora hace poco más de un año, y con el ajetreo diario, —y más probablemente porque no figura entre sus intereses (prioridades) estadísticos—  no ha llevado la cuenta de cuántos homosexuales han trabajado en esta institución de salud.

Pero Alexander León Rodríguez, la asiste solícito en el recuento, —porque le toca bien de cerca: “De 15 a 20 HSH, (hombres que practican sexo con otros hombres), y doce transexuales”.

HABITANDO UN CUERPO EQUIVOCADO

Desde que tiene memoria siente atracción por su mismo sexo. Me confía que como miembro de una familia muy tradicional, en su natal Lajas, sus abuelos no aceptaban su orientación: “de niño me llevaban a psicólogos en La Habana”, pero eso nada cambió en él.

Un suceso trágico en su casa, trocaría la intolerancia en aceptación. “Tenía un tío mayor que era homosexual, que ante el rechazo, el maltrato, decidió suicidarse. Su muerte, quemado, causó mucho dolor y un cambio radical en la familia, que terminó comprendiendo que mi orientación sexual era parte de mi naturaleza humana. Y desde entonces tuve comprensión y amor”.

ACEPTADO@S, ÚTILES, QUERIDO@S

Carmen Torres Hernández: "A Alexander lo quiero mucho, porque es sensible, muy responsable, trabajador, humilde y honesto".
Carmen Torres Hernández: “A Alexander lo quiero mucho, porque es sensible, muy responsable, trabajador, humilde y honesto”.

Lleva nueve años en el asilo, donde actualmente ocupa un puesto administrativo como jefe de turno: “tengo que ver con todo, desde la higienización, el ambiente general de la institución, la elaboración de los alimentos, ropería, en fin, con toda la atención de los ancianos”.

Y pareciera propósito fútil seguir la trayectoria laboral este cienfueguero de 40 años,  en un país donde es política estatal, —y derecho constitucional desde 1976—, no discriminar a ningún ciudadano por raza, origen, color de la piel y sexo. Pero no siempre la letra se cumple al pie de la carta magna, y aunque no contamos con datos fidedignos, muchas historias personales confirman que no todas las nóminas son tan inclusivas como la del asilo perlasureño.

“Por un estudio que estamos realizando, asegura el coordinador en la provincia del proyecto personas que practican sexo transaccional (PPST), se sabe que el 30 por ciento de nuestros trabajadores, masculinos, practican sexo homosexual, aunque pocos lo admiten públicamente. Y también tenemos trabajadoras que son lesbianas”.

“Yo no hago ninguna diferencia con ellos, afirma la licenciada Carmen Torres Hernández, directora del hogar. Lo que he visto es que son muy humanos, muy receptivos, suman, no restan, y les gustan las cosas bien hechas. Son líderes para bien, sindicalistas, arrastran a la masa. Cuando hay algo que interfiere en la atención, tratan de resolverlo para ganar en calidad de vida del paciente”.

“No ha habido una barrera entre ellos y los heterosexuales en el tiempo que llevo aquí. En particular, a Alexander lo quiero mucho, porque es sensible, le llega a uno al corazón. Es muy responsable, trabajador, humilde y honesto, y con un excelente desempeño, que le he destacado en su evaluación”.

EL CASO 1650 EN EL PAÍS

Hace 22 años que Alexander vive con VIH, y hace 15 se adhirió al tratamiento antirretroviral, sin rechazo.

Es de los primeros que contrajo el virus en Cuba: “soy el caso 1650 en el país”.

Ha pasado por todas las etapas: “desde el sanatorio de Santiago de las Vegas, hasta el de Lajitas, y luego entré en el régimen de convivir con la sociedad y comencé a trabajar aquí”.

Pero no es el único. “Somos doce personas las que vivimos con VIH en el hogar, la mayoría trabajadores, uno de ellos paciente, que lo adquirió hace más de diez años en la comunidad”.

“Nos preocupamos porque se cuiden, que no asuman riesgos innecesarios, y a partir del reglamento de salud y seguridad del trabajo, velamos  por que se hagan sus análisis complementarios en tiempo, que tomen los medicamentos. Se les da el seguimiento, con ética, para que se sientan a la vez partícipes y útiles a la sociedad”.

LIBRE DE ESTIGMAS Y DISCRIMINACIÓN

La enfermera Mercedes del Sol, reconoce que le place trabajar con integrantes la comunidad LGTBI, “porque les gusta hacer las cosas bien, no maltratan a los ancianos, son perfeccionistas. Tenemos varios asistentes muy queridos, bien atendidos, no hay diferenciación, además porque son muy cumplidores y respetuosos”.

Alexander no ha sentido el rechazo de un anciano, aunque varias generaciones educadas en la intolerancia les separen de un presente más inclusivo, tal vez por su condición frágil, vulnerable, apunto yo. “O por la sensibilidad que uno les transmite, —alega él—, porque en nueve años jamás me han tratado con desprecio. Incluso tenemos transexuales que se ocupan del baño de hombres, y no reciben rechazo”.

“Aquí se nos han abierto las puertas, sobre todo en el último año, y le aseguro que si he visto irse a algunos, ha sido problemas personales, o compromisos de trabajo como promotores, u otra razón, pero  nunca por ser discriminados.Digo más, hoy no tenemos plantillas para todo el que quiere venir, hay una cola esperando”.

Para Alexander, como coordinador del PPST, hallarles opciones laborales, que les desvíen del sexo transaccional como riesgosa vía de sustento económico, es prioridad de su voluntariado.

En tanto funcionario administrativo, el hogar de ancianos Hermanas Giral, reconocido en esta décima jornada nacional contra la homofobia y la transfobia, como Centro libre de estigmas y discriminación en Cienfuegos, es el espacio donde  la oportunidad no excluye a la diferencia.

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