Doctor Sotero Ortega Bolaños: útil antes que príncipe

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Siempre he considerado que la memoria no debe quedar petrificada entre el mármol o el granito de un busto, estatua u obelisco, por monumentales que estos sean. Antes bien, debe expandirse y calar entre los seres de carne y hueso, de manera que el recuerdo de acontecimientos o figuras valiosas para una comunidad se convierta también en una herramienta para edificar el presente.

La vida y obra del distinguido médico e intelectual cienfueguero Sotero Ortega Bolaños es uno de esos ejemplos de los que deben extraerse lecciones éticas y prácticas para enaltecer nuestra condición humana.

Había nacido en Cienfuegos el 10 de febrero de 1870, en el seno de una familia acomodada. Sus primeros estudios los realizó en el colegio San Rafael, y luego cursó la segunda enseñanza en el plantel jesuita Nuestra Señora de Montserrat que completó en el Instituto de Santa Clara, donde obtuvo el título de Bachiller en Artes en 1886. De inmediato, el joven Sotero viajó a Barcelona con la intención de estudiar Farmacia, pero allí contrajo una grave enfermedad —desconocemos cuál— que lo obligó a suspender sus estudios y a regresar a la Isla en 1890 luego de una estancia en Islas Canarias.

Ya repuesta su salud, optó esta vez por estudiar  Medicina en la Universidad de La Habana, cuyos primeros cuatro años cursó en solo dos por la enseñanza libre. Cuando matriculó oficialmente alcanzó seis premios por oposición en distintas asignaturas que le otorgaron el derecho a igual número de matrículas de honor. Los sobresalientes resultados alcanzados, le permitieron obtener el título de Médico Cirujano en 1895, sin tener que satisfacer los derechos que en esa época se pagaban[1].

En 1898, con apenas tres años de graduado y en medio del bloqueo naval desplegado a tenor de la intervención estadounidense en la guerra anticolonial, asumió la dirección del Hospital Civil de Cienfuegos. Al año siguiente, fue nombrado Médico Municipal para la asistencia domiciliaria, conquistando el cariño y la admiración de los lugareños por su competencia y dedicación. El joven médico ejercía su profesión sin considerar pago alguno, ni la hora del día o la noche a la que eran solicitados sus servicios. Durante el propio año 1899 contrajo matrimonio con Julia Díaz de Villegas y Álvarez con quien construyó una familia que trajo al mundo cinco hijos[2].

El doctor Sotero Ortega Bolaños, una figura imprescindible de las ciencias médicas y la cultura cienfueguera durante las tres primeras décadas republicanas.

También en 1899 ingresó en la Respetable Logia Fernandina de Jagua, tomando el grado de Compañero, aunque apenas unos meses después adoptó el de Maestro. Ya desde su ingreso a la corporación masónica el joven médico participó activamente en los debates y en 1902 introdujo al debate un proyecto para reglamentar la prostitución a la que calificó de “dañina”, tanto para el cuerpo como para el espíritu de las mujeres que la practicaban. Otros temas en los que intervino, tales como el de la confianza en la ciencia como elemento clave del desarrollo, así como la preocupación por el futuro de la especie humana[3], le permitieron ir ganando reputación como hombre de una sólida cultura y orador “conceptuoso, fácil, elegante y castizo”.

Sus extraordinarias cualidades morales e intelectuales le valieron que fuera elegido en 1903 como Venerable Maestro de la logia, cargo en el que fue sucesivamente reelecto hasta su muerte. El suyo constituye uno de los casos excepcionales dentro de la masonería cubana en el que un miembro de la sociedad fraternal funge como Venerable Maestro 25 de sus 29 años de vida masónica[4]. Su enorme prestigio lo llevó también a desempeñar otras responsabilidades dentro de la organización como la Diputado Gran Maestro en el Distrito Sur de la Provincia de Santa Clara.

Junto a su rol asistencial, Sotero Ortega ejerció también hasta el final de su vida como médico forense de la ciudad. En tales funciones se encontraba en septiembre de 1905 cuando debió practicar la autopsia en los cadáveres del Comandante Ángel Illance y del joven representante liberal Enrique Villuendas, que resultaron víctimas en los sangrientos sucesos del hotel La Suiza. Su dictamen profesional, junto al del doctor Rafael O’Bourke fueron cruciales para esclarecer las causas de la muerte de ambos y disipar múltiples rumores que circulaban por la urbe.

Las enconadas rivalidades que por esos años emergieron entre liberales y conservadores debieron haber dado mucho quehacer por entonces al ya prestigioso galeno. Se decía que poseía además, la rara cualidad de dirigir y encauzar con admirable tacto cualquier discusión, por espinosa que fuere; así que fue propuesto para alcalde varias veces por el Partido Conservador, pero en todas las ocasiones declinó amablemente el ofrecimiento.

El ilustre galeno era considerado un clínico brillante en su época. Desde el año 1905 fundó y dirigió la Clínica San Patricio, asociada a la Asociación de Dependientes de la cual fue médico durante varios años. Asumió además en varias ocasiones la presidencia del Colegio Médico cienfueguero que integraba y velaba por los intereses del gremio local. El doctor Sotero lideró, asimismo, el comité local de la Cruz Roja Cubana, fundado en 1913, desde donde desplegó una encomiable labor en el enfrentamiento a la epidemia de influenza de 1918.Tal desempeño le hizo acreedor de la condecoración de Comendador de Segunda clase por servicios prestados a la institución, junto a la Medalla de Oro y Diploma de Honor otorgados por el Ayuntamiento durante las fiestas por el centenario de la ciudad.

Entre 1919 y 1921 el doctor Sotero preside también la primera directiva del recién fundado Club Rotario cienfueguero, que tenía como premisa el ideal de servicio como base de toda empresa útil, elevadas normas de ética en los negocios y profesiones; el reconocimiento de la utilidad de todas las ocupaciones y la dignificación por cada rotario de su ocupación como una oportunidad para servir a la sociedad[5]. La lista de honores y responsabilidades asumidas por el doctor Sotero Ortega Bolaños no termina ahí. Ya desde enero de 1918 había sido electo también presidente del recién fundado Centro de Profesionales, que en 1922 se transformó en el Ateneo de Cienfuegos. La nueva institución se orientaría ahora a la difusión de la ciencia y el arte al promover las mejores realizaciones de la cultura universal, nacional y local en el escenario republicano. Al propio tiempo, actuaría como una instancia de defensa de los valores patrios frente a la penetración cultural norteamericana[6].Si bien, la institución cambió de nombre y objeto social, mantuvo el mismo presidente que fue reelecto hasta su fallecimiento en 1928.

Sotero Ortega Bolaños falleció el 14 de noviembre de 1928 y huelga decir que recibió, no solo el merecido homenaje de todas las instituciones y organizaciones que lideró con mesura y sabiduría, sino también el del pueblo cienfueguero, que lo admiró y quiso como a pocos. Un busto erigido por rotarios y masones desde 1950 en el parque de la Aduana cienfueguera le rinde tributo. Su extraordinaria vocación de servicio a la ciudad en que nació y vivió le otorgan plena validez a aquella máxima martiana que reza: “…eso es mejor que ser príncipe, ser útil”.

Busto y placa de Sotero Ortega Bolaños establecidos en el parque de la Aduana de Cienfuegos por el Club Rotario y los masones cienfuegueros en julio de 1950.

[1] Rousseau, Pablo L. y Pablo Díaz de Villegas.. Memoria descriptiva, histórica y geográfica de Cienfuegos (1819-1919). Establecimiento Tipográfico El Siglo, 1920 p.468.

[2] Uno de los pequeños falleció en 1910 con apenas cuatro años de edad

[3] Sánchez Gálvez, Samuel “Ciencia y Cultura en Fernandina de Jagua” Revistas de Estudios Históricos de la Masonería (Rehmalc) Vol.1 No.1 Mayo-Noviembre 2009

[4] Hernández Peraza, Misiel. Ilustres masones cubanos. Heraldo Masónico. Disponible en:  https://www.facebook.com/HeraldoMasonico/posts/516995490035771/ 20 de marzo de 2022

[5] Melians García, Angel E. El club Rotario de Cienfuegos. Surgimiento y actuación (1919-1960). Trabajo de diploma en opción al título de Licenciado en Historia. Universidad de Cienfuegos, 2015

[6] Casas Triana, Aneyli. La contribución cultural del Ateneo de Cienfuegos (1922-1949). Trabajo de diploma en opción al título de Licenciado en Historia. Universidad de Cienfuegos, 2015

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Vero Edilio Rodríguez Orrego

Profesor e investigador de la Universidad de Cienfuegos ¨Carlos Rafael Rodríguez¨. Miembro de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC) y de la Sociedad Cubana de Historia de la Ciencia y la Tecnología.

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