Digno homenaje al maestro

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El XII Salón Mateo Torriente, convocado por la sección de Artes Plásticas de la Uneac, ocupa la galería de dicha institución y el Centro de Arte hasta el mes de diciembre. Lo integran obras de veintiún artistas de distintas promociones, estéticas y técnicas que le confieren a la cita el valor de la heterogeneidad y la promesa del optimismo en relación con el potencial creador que se advierte en el gremio cienfueguero, a pesar de las dificultades materiales para afrontarlo.

De esta manera, el Salón se confirma como espacio de jerarquía artística para la producción visual del territorio, con el acierto incluido de mantenerse cual plataforma de concurrencia para todos los interesados, sean miembros o no de la organización, lo que multiplica las posibilidades de diálogo, toda vez que han participado artistas de reconocida trayectoria junto a las promociones emergentes, con propuestas que —en todos los casos— son fruto del quehacer cotidiano, no alardes efectistas para engrosar el currículum.

Sobre la base del reconocimiento a esta circunstancia que influye favorablemente en la armonía subyacente en el tejido del conjunto, el jurado de premiación otorgó mención a San Fernando e/ San Luis y Santa Isabel # 2706. Cienfuegos, de Raúl Cué Echemendía, una composición abstracta con sugerentes yuxtaposiciones resultado de las calidades cromáticas y matéricas; igualmente a la pieza de la serie: Arco derrotado III, de Camilo Díaz de Villalvilla, por la expresividad conseguida con el empleo del dibujo.

Tal como establecen las bases del evento, el jurado confirió dos premios de igual categoría; uno de ellos para las obras que bajo el rótulo Símbolos, soportes y peldaños, presentó Adrian Rumbaut, el otro para Circuito AB –216 de Frank Álvarez Armiñana. Rumbaut Rodríguez se ratifica en su condición de pintor de depurado estilo, no solo por la consecuencia con que asume el oficio sino también por las elaboradas re-significaciones a las que somete buena parte de la iconografía contemporánea ahora desplegada sobre inusuales soportes; mientras, Frank Álvarez, recrea la relación arte-tecnología desde una perspectiva simbólica de orden estético-subjetiva valiéndose de la eficacia discursiva del diseño y de las posibilidades lúdicas e interactivas de la tecnología, un arsenal histriónico con el que capta la complicidad del espectador. Y concedió el primer premio a Pavesas de nuevo siglo, de Gabriel Soriano Padrón, recién graduado de la Escuela de Arte Benny Moré, quien con su instalación coloca al público ante una experiencia sensorial de profundo alcance filosófico, pues al poder de seducción que emana de la perfección formal y aséptica de su construcción contrapone la impureza de la vida contenida en el polvo depositado en cada bombilla de cristal. Una combinación coherente que traspasa la frontera de lo minimal y penetra en lo más inextricable de la existencia.

El Salón ha sido digno homenaje a Mateo Torriente, cuyo espíritu insurgente, moderno y universal, pretende mantener vivo en los creadores de hoy.

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Massiel Delgado Cabrera

Crítica de Arte. Profesora de Historia del Arte en la Universidad de Cienfuegos.

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