Día Mundial de los Docentes: encomio a una profesión imprescindible

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Lo recuerdo bien. Cuando por primera vez me preguntaron qué querría estudiar, no tuve dudas en responder: maestra. A la altura de seis años, según dicen, no se tiene verdadera noción de a dónde pretende llegar una en la vida. Pero ya entonces resultaba evidente mi respeto y admiración por quienes día a día cumplen la difícil empresa de enrumbar a niños, adolescentes, jóvenes y ¿por qué no? adultos por los caminos del conocimiento.

Esas personas que saben del efecto del polvo de la tiza sobre su faringe, o la tensión de sus cuerdas vocales cuando les exigen a su voz un vigor situado más allá de los límites comunes; esos hombres y mujeres, con frecuencia tan jóvenes como sus pupilos, que cargan sobre mente y cuerpo enormes responsabilidades, a menudo desconocen el encomio o el aplauso. Su profesión, por útil, asequible y cotidiana, muchas veces pasa como sombra en el entramado social.

Resulta acertado, entonces, que cada 5 de octubre, el orbe asista al Día Mundial de los Docentes, una jornada diseñada para reconocer el cometido de tales profesionales y los enormes desafíos a los cuales deben enfrentarse, sobre todo en los tiempos cuando el término crisis económica signa la cotidianidad e impone enfoques renovados en este frente.

Aplaudo el Mensaje Conjunto de organizaciones dentro de la ONU con motivo de este Día: “La función de los docentes es fundamental para asentar la fortaleza de toda sociedad, puesto que brindan a los niños, jóvenes y adultos los conocimientos y las competencias que necesitan para hacer realidad su potencial”.

Sin embargo, muchos de ellos en todo el mundo carecen de la libertad y el apoyo necesario para ejercer esta importante profesión, la cual en no pocos países transcurre sujeta a presiones financieras o deficiencias presupuestarias. De ahí el tema del Día Mundial de los Docentes de este 2017: “Enseñar con autonomía empodera a los docentes”.

Por tal razón, urge en el presente asistirlos de todo el apoyo, propiciarles una adecuada capacitación y allanarles el camino hacia el desarrollo profesional. De su parte, queda añadir constancia y pasión a su vocación inicial, conscientes de cuánto influye su rol en el devenir de las nuevas generaciones, ante quienes deberían de erigirse como paradigma.

Tal como expresa el Mensaje, “que los docentes estén empoderados quiere decir que tienen acceso a una formación de calidad, a remuneraciones justas y oportunidades de desarrollo profesional continuo”.

No llegué a matricular una especialidad pedagógica, mas no por ello decreció mi consideración hacia quienes se desvelan por educar: una profesión que trasciende el afán por insuflar conocimientos para otorgar las herramientas de una sabia conducción por la vida.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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