Del surco al montículo y viceversa en Cienfuegos

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El mismísimo Antonio Muñoz descubrió en él las cualidades del brazo de lanzar, asegura con orgullo. Por entonces Michel Abreu López era un espigado muchachón que a ratos dejaba la guataca en reposo para la práctica dominguera de la “pelota de manigua”, como le llamaban, junto a otros guajiritos de la zona.

“Estuve en siete ediciones de la Serie Nacional de Béisbol, vistiendo la camiseta del equipo de Cienfuegos, precisamente cuando su mánager fue el Gigante del Escambray. Durante un juego en Puerto Padre, frente a Los Leñadores de Las Tunas, tuve una lesión que me sacó para siempre del montículo, a pesar de los esfuerzos de los ortopédicos del ‘Frank País’”, cuenta el hoy asociado a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Mal Tiempo, de Cruces.

¿Recuerdos de la carrera deportiva?

“Muchos; buenos y malos. Para los entendidos mi mejor arma en la lomita fue la velocidad. Tiraba rectas de hasta 94 millas, y ello suplía un poco otros recursos no tan efectivos como el rompimiento o el tenedor. A mi cuenta en el deporte activo tengo cuatro juegos ganados, uno perdido y siete salvados.

“Cuando miro atrás, veo que por aquellos años el atleta se entregaba más y jugaba con deseos y garras de equipo. En cuanto a mi especialidad, opino que actualmente falta mayor pensamiento táctico-técnico en los lanzadores; en tres palabras: pichear dentro, pegado y afuera. Eso lo aprendí de ese gran entrenador del centro del país, cuyo nombre de gloria es Pedrito Pérez”.

¿Bateador más difícil?

“El matancero Julio Germán (Fernández). Se me volvía un etcétera en el cajón de bateo, y por mucho que intentaba ponérsela difícil, interpretaba muy bien mis lanzamientos con conexiones de fuerza”.

¿Ídolos?

“De por vida, admiro a Pedro Luis Lazo, pero me inclino por el santiaguero Norge Luis Vera”.

¿Cómo te resultó el cambio del guante y la pelota por los aperos de labranza?

“Le soy muy sincero. La vuelta al campo me trajo enormes satisfacciones. Confieso que sentí añoranza por la lomita cuando me vi obligado a retirarme, la extrañé…, pero te aseguro con absoluta franqueza, que como la tierra no hay.

“A veces digo en broma que no nací, me sembraron. Desde niño tuve mucha afinidad con los cultivos. Para mí no hay disfrute mayor que ver el esfuerzo de tus manos y el sudor de la frente convertidos en viandas, vegetales, granos o deliciosas frutas.

“Al llamado en estos tiempos de coronavirus al campesinado, la respuesta es intensificar en mi finca los cultivos de ciclo corto y contribuir así al autoabastecimiento municipal. En sentido general, además del estímulo moral por el aporte productivo, salgo bien económicamente, aunque con las insatisfacciones del pago de algunos productos del agro”.

¿Sueños por realizar?

“Ver a mi hijo Michelito de pícher también, con la charretera del ‘Cienfuegos’. Condiciones tiene”.

“Sentí añoranza por la lomita, pero como la tierra, no hay”, afirma el exrelevista derecho del equipo Cienfuegos./ Foto: Armando Sáez
“Sentí añoranza por la lomita, pero como la tierra, no hay”, afirma el exrelevista derecho del equipo Cienfuegos./ Foto: Armando Sáez

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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