¿De qué ley de oferta y demanda estamos hablando?

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En Cuba los pregones son antiquísimos y han evolucionado (o involucionado) en el tiempo, quedando a veces en el camino los más respetuosos con los clientes. De tal manera, muchos de los que se incorporaron a lo mejor de nuestra música popular se han extinguido por haber quedado en desuso. Pregones como: Pican no pican no pican los tamalitos que vende Olga o Para pantalón y saco, traigo perchero barato, entre otros pregones propositivos, ya no suenan.

En su lugar, aparecen anuncios más contemporáneos y atemperados a la nueva cultura del comerciante “de libreta” y del “lo tomas o lo dejas”. Así surgieron los impositivos: Vaya, coge tu chicharrón de espuma aquí. Dale que me voy. También están los que tienen tecnología incluida y son agresivos con el medio ambiente; como el de Chupa, chupa, chupa paletica/ chupa paletica, paletica, paletica. Contradictoriamente está a punto de extinguirse uno de corte antinflacionario que dice: Vamos se acabó el abuso. Vecina, el tomate a tres pesos.

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Este último ha pasado a mejor vida, teniendo en cuenta el estrepitoso incremento de los precios. Si recordamos a Marx, para él, el precio es una categoría económica que expresa las relaciones económicas y sociales de producción y es la expresión monetaria del valor de las mercancías o servicios, y ese valor se determina por el tiempo de trabajo socialmente necesario invertido para elaborar una mercancía.

Empero, en la mayoría de nuestros productos y servicios, este valores hoy mucho menor que su precio de venta, sobredimensionado por productores y comerciantes.

Es por eso que ¡no se acabó el abuso!; al contrario, bajo el amparo de algunas legislaciones vigentes y por la permisividad ante el incumplimiento de otras, proliferan los precios abusivos y especulativos, como las clárias en cualquier estanque de agua, convirtiéndose en depredadoras naturales de todo lo que allí se mueva.

Estos aumentos de los precios (de los que no escapan los incrementos de precios mayoristas de suministradores estatales, que propician una inflación anticipada), han repercutido en que el incremento salarial aprobado como parte de las medidas de ordenamiento monetario y su impacto en la demanda solvente, sean poco efectiva (en menos de dos años).

Por ejemplo, si no han ocurrido incrementos de las tarifas eléctricas o los precios de los combustibles, entonces ¿a qué responde el incremento de las tarifas de transportación de los triciclos eléctricos y los de combustión o riquimbilis? Por supuesto que alguien puede decir que responden al incremento de los precios de las piezas de repuesto (cuando se rompen, cuando se ponchan o cuando tienen que darle mantenimiento correcto).

Pudiéramos hacerle la misma pregunta a cada uno de los integrantes de esa cadena de suministros, sin embargo hemos preferido por problemas de tiempo hacerle otra pregunta al que en ese momento presta el servicio ¿amigo, y cómo formaste el precio?; entonces, no existe evidencia de las fichas de costo para su formación.

Lo mismo ocurre con otros servicios (lo de los barberos es abusivo, y sin razón alguna) o bienes, como son las producciones agrícolas. Han ocurrido incrementos de los precios de sus producciones; no obstante, cuando empiezas a conversar al respecto con algunos productores, vendedores o revendedores, te dibujan en el aire una cantidad de “cálculos y argumentos” que erizan la piel, te estrujan el alma y te parten el cerebro por la forma tan bien “calculada” de sus argumentos.

Estos van desde la hora en que tiene que levantarse el que ordeña la vaca, el precio del pelo de alambre de púa, los ladrones de cosechas, el precio de un pelado de hombre, la teoría de los volcanes; hasta la tasa oficial de cambio y el mercado monetario. ¡Todo cabe! Pero, cuando alguien solicita la argumentación a partir de cartas tecnológicas, ahí mismo “la mula tumbó a Genaro” y el método de costos y gastos se fue a bolina.

Ahora bien, en ese mismo instante aparece otro argumento: “estos precios amigo, responden a la (sacrosanta) ley de oferta y demanda”, (¡ya no son los costos, las normas de consumo ni la licitud o no de la cadena!).

Bueno, según los clásicos de esta teoría, en una economía de mercado perfecto, la oferta y la demandan interactúan para producir un precio y una cantidad de equilibrio de mercado. Por ejemplo, si usted va por la mañana a comprar ajo y se lo encuentra a quinientos pesos la pata, el frijol a ciento setenta y el tomate a 80 pesos la libra o una col a 100 pesos y todos con cola; no es lógico llegar a las cinco de la tarde y a punto de cerrar el mercado y encontrarse los mismos productos, al mismo precio, sin cola y con menos calidad.

Lo mismo ocurre en los establecimientos con panes con tortilla a 100 pesos y turrón de maní a 90 pesos (y mala cara). O cuando va a “la feria” a comprar en un camión y se encuentra un mismo producto, al mismo precio que en el resto de los camiones: ¡pero nadie baja precio! Ni siquiera porque, en vez de comprarle una manito de plátanos usted se decide a adquirir un quintal: ¡no hay rebajas! A la sazón, ¿de qué ley de oferta y demanda estamos hablando?

Además, ¿acaso están tan sueltos los productores, vendedores, revendedores y prestadores de servicios que son ellos los que ponen y quitan precios a su antojo e incluso no sienten la obligación de exhibirlos al consumidor?

Por supuesto que se requiere incremento de la oferta, pero en lo que eso llega, existen otras condiciones que también son caldo de cultivos para que lo legislado, referente a los precios abusivos sea un proceso complicado para los que quieran demostrarlos, sabiendo que “el precio es abusivo cuando su crecimiento está por encima de un rango razonable, en comparación con productos similares o dentro de la misma familia de productos y que buscan un nivel de utilidad y ganancia desmedida”. Por eso, cuando escucho a Tony Ávila con aquello de Regalao murió en el ochenta/ En el ochenta murió regalao…, me detengo a pensar que “regalao” no es la única especie que está en peligro.

A este paso, resulta necesario incluir también en la lista roja de especies en extinción a “barato” y declarar como fauna invasora a los “precios abusivos”.

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Andrés Martínez Ravelo

Ingeniero civil. Miembro distinguido de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.

2 Comentarios en “¿De qué ley de oferta y demanda estamos hablando?

  • el 18 diciembre, 2022 a las 12:17 pm
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    Muy cierto amigo Andresito, solo te faltó incluir el tema de los caretilleros autorizados a vender por encima de los precios del mercado. Los de la placita que está al lado del campo de tiro detrás del Tropisur seleccionan las mercancías y las guardan para venderselas a los carretillas. Entonces quién tiene la maldita culpa?

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    • el 19 diciembre, 2022 a las 7:31 am
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      Gracias amigo por tus comentarios.

      Respuesta

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