De nuevo cogido en la mentira

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La noticia no es “noticia”, pero tiene ribetes que la cualifican como para ser digna de emisión.

No es noticia porque decir que el emperador W. Bush fue nuevamente cogido en falta por mentiroso sería como difundir que una vez más se equivocó en tal o cual asunto, algo habitual en él.

Pero de ahí a confirmar que toda la alharaca reciente en torno al espinoso asunto del programa nuclear iraní hace rato que fue agua pasada, va un trecho largo, bien largo.

Al extremo de que ha dado pie al gobierno iraní a decir que la administración del presidente Bush “debe pagar el precio por sus mentiras” respecto del plan nuclear, hechas públicas tras un informe de inteligencia de los EE.UU. publicado este lunes con una conclusión más que categórica: Teherán paralizó su programa de armas nucleares en el año 2003.

El comentario provino del portavoz del gobierno iraní, Gholam Hosein Elham, quien en tono irónico remarcó que las “alegaciones (de Washington) sobre las actividades nucleares de Irán eran pura mentira (…) deben pagar el precio por sus acusaciones”, dijo Elham.

Según el documento de las agencias de inteligencia estadounidenses, hay evidencias que permiten concluir que Irán paralizó su programa para desarrollar armas nucleares en el año 2003, justo cuando los Estados Unidos, con el auxilio de naciones aliadas, arremetía contra el pueblo iraquí amparado en una excusa parecida.

Este resultado, difundido en un informe de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, supone cuando menos una clara y abierta contradicción con las afirmaciones que hace dos años hizo el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, cuando a capa y espada defendió informaciones en el sentido de que el régimen iraní estaba construyendo una bomba nuclear.

Hace solo unas semanas, en octubre pasado, el emperador de estos tiempos modernos volvió a arremeter con la misma cantinela, pero llegó más lejos aún, al extremo de alertar a la comunidad internacional de la posibilidad de una III Guerra Mundial si Irán se hacía con un arma nuclear.

En un intento baldío por “retocar” la muy dañada imagen del señor presidente, hoy martes el consejero de Seguridad Nacional, Stephen Hadley, le salió al paso al informe y, lejos de reconocer las evidentes argumentaciones, ha remarcado que no estaban equivocados en cuanto al tema.

Su discurso, cuando menos contradictorio en relación con la postura y afirmaciones sostenidas con anterioridad, dice en uno de sus párrafos lo siguiente: “este texto confirma que estábamos en lo cierto cuando nos preocupábamos por las intenciones de Irán de desarrollar armas nucleares”.

Todo el mundo conoce que las amenazas proferidas hasta hace unos días desde la Casa Blanca apuntaban hacia un rumbo bien diferente, habida cuenta que Bush and company juraban y perjuraban que Teherán proseguía y de forma acelerada su programa dirigido a la fabricación del arma nuclear.

Ello a contrapelo de las afirmaciones desde la nación medio oriental, alegatorias de que sus avances en el terreno de la producción de uranio enriquecido, por demás legítimos y soberanos, sólo perseguían fines pacíficos, como le pueden corresponder a cualquier país.

Sin embargo, el señor Hadley prosiguió su cantinflada con cosas así: (el informe) “nos dice que hemos logrado progresos en nuestro intento de evitar que eso ocurra. Pero (…) también nos dice que el riesgo de que Irán adquiera un arma nuclear sigue siendo un problema serio”…

A mi modo de ver, nada nuevo que no se haya escuchado antes y más o menos de la misma manera o con similares intenciones que cuando los preparativos del Imperio para arremeter contra Irak. Solo que entonces el centro de la atención fueron las armas químicas de Saddam Husseim, de las cuales, por cierto, tampoco se hallaron evidencias de que existieran.

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Héctor Castillo Toledo

Geógrafo y pedagogo por la academia. Periodista por vocación y autodidactismo.

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